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Fallece un carismático sacerdote y profesor del Claret

Adiós a Pedro Fuertes, el padre de los 10.000 alumnos

Pedro Fuertes, misionero claretiano, fallece a los 90 años en la residencia de la calle Rabadán | Hijo Adoptivo de la capital, hoy será despedido en la catedral

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Capilla ardiente de Pedro Fuertes José Carlos Guerra

Sacerdote, profesor y amigo. Con estas tres facetas se describía a sí mismo el padre Pedro Fuertes Combarro (Astorga, León 1932 - Las Palmas de Gran Canaria 2022). Sin olvidar eso sí su don para la poesía, disciplina que cultivó y de la que disfrutó hasta el final de sus días, al igual que de su fe espiritual. El sueño de su padre, según llegó a relatar, era que se convirtiera en maestro. Una meta que cumplió con creces, durante 44 años impartió clases de lengua y literatura a más de 10.000 alumnos. Pasó por aulas de los colegios claretianos de Don Benito (Badajoz) y Sevilla, pero sería en el de la capital, ciudad a la que llegó en 1966, donde echaría raíces hasta tal punto que se definía como un «grancanario de León».

El ya legendario padre Fuertes falleció en la noche del viernes al sábado a la edad de 90 años y acompañado por su hermana Isabel. Ejerció como profesor de Lengua y Literatura durante más de 40 años en el colegio Claret y participó activamente en la parroquia del Corazón de María y en la de Pedro Hidalgo. Y es que se entregó todo ese tiempo a sus alumnos -algunos tan distinguidos como el exministro Juan Fernando López Aguilar- y a sus feligreses como si fueran de su propia familia. Una realidad que le valió para que la capital grancanaria lo reconociera como Hijo Adoptivo en 2005.

Ese cariño, respeto y admiración que tan buenamente transmitió durante décadas se hizo notar en la capilla ardiente instalada este sábado en la parroquia del Corazón de María de la calle Obispo Rabadán. A la llegada del féretro al templo, sobre el mediodía, se vivieron momentos de emoción, según el relato del sacerdote Julio Sánchez. Ya durante la tarde, numerosas personas se acercaron hasta sus restos mortales para poder darle un último adiós. La misa funeral, que será conducida por el obispo de la diócesis, José Mazuelos, se celebrará este domingo en la catedral a las 11 de la mañana.

Natural de la pequeña localidad de Barrientos de la Vega (León), el padre Fuertes descubrió su vocación por el sacerdocio y la enseñanza cuando cursaba el segundo curso de bachillerato en Astorga. «Tenía trece años y yo iba para maestro. Se presentó un cura claretiano en la clase de religión y nos habló de un misionero claretiano que evangelizaba y educaba. Eso me impresionó y me dije: yo quiero ser uno de esos». Ingresó en el seminario y se trasladó a Sigüenza (Guadalajara) donde terminó bachillerato. Estudiaría después filosofía y teología en Jerez de los Caballeros (Badajoz).

Con 18 años descubrió el gusto por la poesía -aunque ya escribía algo de antes-. Sería esta una disciplina que le acompañaría durante el resto de su vida y le aportaría mucho tanto en los buenos como en los malos momentos. Posteriormente, el padre Fuertes se licenció en teología en Roma y en periodismo en Madrid, estudios estos últimos que centró en el mundo de la cultura y el deporte. De hecho, llegó a conocer por ese entonces a personalidades como Leopoldo Panero, Gerardo Diego o la canaria Carmen Laforet, escritora que le sirvió de inspiración en su obra poética Etapas Interiores del hombre.

Etapa como docente

A finales de los años 50 comenzó para el padre Fuertes su etapa como docente, profesión a la que se dedicó en cuerpo y alma durante más de cuatro décadas. En un primer momento pasó dos años por el colegio Claret de la localidad de Don Benito (Badajoz) y otros seis en el de Sevilla. Sería en la capital grancanaria donde pasaría más de la mitad de su vida.

El 4 de octubre de 1966 desembarcó del Plus Ultra en Gran Canaria. Eran las ocho de la mañana, instante que quedó grabado en su memoria durante toda su vida. En un principio la idea de irse a vivir a Las Palmas de Gran Canaria no le entusiasmaba del todo, venía «casi obligado» y la capital isleña le pareció una ciudad «muy abandonada»; una opinión que cambió por completo nada más descubrir «el espíritu abierto y cariñoso» de su gente, «los canarios me han domesticado».

Desavenencias o no, su vocación por la enseñanza era plena. De hecho, el director del colegio Corazón de María de aquel entonces le dijo que podía empezar las clases al día siguiente, pero no. A la diez de la mañana, tan solo dos horas después de desembarcar, el padre Fuertes dio su primera lección en la Isla sobre Canto a la Criatura, de San Francisco de Asís. «Ellos [sus alumnos] son un poco prolongación de mi vida», llegó a decir en este periódico el pasado mes de febrero, pocos días después de su 90 cumpleaños.

Pedro Hidalgo

A comienzos de los 80 aterrizó en Pedro Hidalgo, un barrio empobrecido que llegó a sentir como «una iluminación». Durante nueve años -de 1983 a 1992- compaginó la docencia por las mañanas en el colegio Claret y el sacerdocio como párroco de Pedro Hidalgo, donde pasaba las tardes y las noches. El padre Fuertes se volcó con los vecinos, con quienes vivió «alegrías y tristezas». Y es que en el Cono Sur llegó a hacer de todo, incluso de asistente social.

También impartió lecciones en el colegio de Pedro Hidalgo. Al principio intentó dar clases de religión, pero eran más de 200 alumnos aglutinados en el comedor del centro, «aquello era tarea imposible». Poco después dio clases de Lengua y Literatura a 8º de EGB, «ahí sí estaba yo en mi salsa». Asignatura esta última que también enseñaba al mismo tiempo por las mañanas en el Claret.

"La literatura es el mejor instrumento que existe para descubrir la belleza", señaló en una entrevista

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A comienzos de los 90 decidió dedicarse a tiempo completo a impartir clases de Lengua y Literatura en el Claret, tarea que continuó hasta su retirada después de 44 años de docencia. El padre Fuertes intentaba reinventarse cada año asistiendo a cursillos de verano. «Siempre he estado abierto a los nuevos métodos; si no, no hubiese podido seguir enseñando», contaba en una entrevista a este diario. De hecho, sus clases variaron mucho a lo largo de esas cuatro décadas. Al principio impartía clases magistrales que años después haría de una manera más dialogada. «El profesor ahora es casi como uno más del aula y su trabajo es motivar y despertar en los alumnos el interés por aprender», relataba el sacerdote.

Pasión por la literatura

Dejó las aulas pero no la literatura. En 2016, tras medio siglo en la capital grancanaria, el colegio Claret dedicó su biblioteca al padre Fuertes. Y es que si sentía pasión por algo, eso era por los libros. Fue lector ávido de autores clásicos y modernos, incluidos los canarios más reconocidos. Tal era su pasión por la lengua que llegó a admitir que esta había sido una «salvación» tras dejar la docencia, «me sentía desanimado, aburrido, pero hay una cosa importante en mi vida que es leer».

Llegó la pandemia y aún siguió escribiendo poesía, algo que para sí mismo fue un auténtico «desahogo». Comenzó a escribir sus primeros poemas cuando apenas tenía «15 o 16 años». No obstante, su primer libro editado -Casi canto- llegaría un poco más tarde, en 1982. También escribió artículos en prensa. «La literatura es el mejor instrumento que existe para enseñar a descubrir la belleza», precisó en una entrevista. En su jubilación aprovechó para rescatar muchos de esos poemas inéditos que tenía en carpetas. Incluso, reflejó parte de su experiencia en la docencia en Memorias desmemoriadas de un cura casi normal, obra que no llegó a buen puerto. Lo que si ha dejado el padre Fuertes entre quienes lo conocieron ha sido «un rastro que ni el tiempo podrá borrarlo».

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