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El padre Pedro Fuertes recibe una emotiva despedida en la catedral

Cientos de personas despiden al sacerdote y profesor del colegio Claret en el interior de Santa Ana

Celebración del funeral del padre Pedro Fuertes

Celebración del funeral del padre Pedro Fuertes Adzubenam Villullas

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Celebración del funeral del padre Pedro Fuertes Adzubenam Villullas

Entre aplausos y rodeado del cariño de aquellos que le conocieron en vida. El padre Pedro Fuertes Combarro (Astorga, León 1932 - Las Palmas de Gran Canaria 2022) recibió una emotiva despedida este domingo en la catedral de Santa Ana. Sacerdote, profesor, amigo y poeta, el claretiano falleció en la noche del viernes al sábado a los 90 años de edad después de toda una vida dedicada a los feligreses y a sus alumnos en el colegio Claret de la capital grancanaria -entre otros lugares-. A la celebración del funeral acudieron varios cientos de personas, entre ellos su hermana Isabel, quien le cuidó hasta el último momento.

«Se ha puesto de pie el mar para esperarte / con las aguas azules y encrespadas / el barco está a la vista». Con estos versos comienza el poema a título póstumo del padre Fuertes con el que este año quiso felicitar la Navidad [la pieza al completo pueden leerla en la última columna de esta misma página]. A las 11 en punto de la mañana se hizo el silencio en el interior de la catedral cuando entró la comitiva con su féretro. Un momento de gran emoción, en el que muchos no pudieron aguantar las lágrimas. La coral neocatecumenal acompañó la ceremonia al son del Resucitó. Los asistentes tocaron las palmas y acompañaron a los músicos mientras allegados al fallecido depositaban coronas de flores alrededor del ataúd.

«Hoy [por ayer] es un día triste, se nos ha ido un sacerdote ejemplar, un claretiano hasta los huesos y un poeta que mantenía siempre su sonrisa», destacó el obispo de la diócesis de Canarias, José Mazuelos, al inicio de su sermón. El máximo representante de la Iglesia en las Islas Orientales destacó en el funeral del padre Fuertes el hecho de que falleciera a las puertas del día de Santa Teresa, poeta como lo era él y a quien tenía como uno de sus referentes literarios y espirituales.

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Misa funeral al padre Pedro Fuertes José Carlos Guerra

«Pasó poquito por la Giralda [Fuertes fue profesor en el Claret de Sevilla seis años en los 60], pero se enamoró de Canarias», apuntó Mazuelos, quien es natural de Osuna. «Siguió los pasos del padrito [Antonio María Claret] en esta tierra bendita; por eso sentimos tristeza pero al mismo tiempo alegría para los misioneros claretianos y también para esta diócesis por haber compartido el ministerio con el padre Pedro». 

Y es que Fuertes nació en un pueblito cercano a Astorga, León. Estudió en Roma y Madrid; y, además, fue profesor en los colegios claretianos de Don Benito (Badajoz) y Sevilla. Fue en Las Palmas de Gran Canaria donde echó raíces y pasó más de la mitad de su vida. Desembarcó en la Isla en 1966. A partir de ese momento comenzó una historia de amor y de fraternidad hacia aquellos que le rodearon en sus dos vocaciones: el sacerdocio y la enseñanza.

Mazuelos resaltó ese espíritu incansable del padre Fuertes, «estaba siempre dispuesto, murió con las botas puestas». Tuvo palabras de recuerdo a la multitud de alumnos que acudieron a despedir a su querido profesor -el propio fuertes presumía de haber tenido 10.000 alumnos a lo largo de 44 años de profesión-. El obispo culminó sus palabras con el propósito de unirse «al dolor por este buen claretiano que fue Pedro».

Imaginar un encuentro

El vicario provincial de los claretianos, Jorge Sánchez Palacios, tomó la palabra e invitó a los asistentes «a imaginar por un momento que aún pudieran tener un encuentro directo, físico, con el padre Fuertes». Uno que fuera no excepcional, si no cotidiano, «como tantos habremos tenido, aquí en la catedral, en el colegio, en la parroquia, en un banco, donde cada uno habitualmente lo viera, ¿Cómo sería? ¿Qué nos diría? ¿Qué nos ha dicho y cómo nos ha tratado? Pedro ha sabido tratarnos a cada uno en particular. Qué preciosa capacidad tenía». 

De hecho, el padre Fuertes llegó a decir en una entrevista que «el profesor es el que tiene que cambiar para adaptarse a sus alumnos». Y es que uno de sus dones era el de saber escuchar, cuentan sus allegados. Aunque si algo le caracterizó fue su amplia sonrisa. En este sentido, el vicario claretiano señaló estar «seguro» que «a cada uno nos ofrecería una sonrisa sincera y una palabra cariñosa».

«Fuertes», relató, «solía decir que aquí en Gran Canaria el padre Claret descubrió su forma de evangelizar: Desde la ternura y con el corazón. Si eso fue así qué gran claretiano ha sido». Sánchez Palacios agradeció a la sociedad isleña haber acogido al sacerdote y profesor durante 56 años. La capital reconoció su paso en 2005 al hacerle Hijo Adoptivo. Y es que al final se había convertido en «un grancanario leonés», como solía llamarse a sí mismo.

 Sánchez Palacios finalizó sus palabras señalando que «el silencio de este cuerpo sea un nuevo Casi canto que proclama para todos que Cristo ha resucitado», un guiño al libro de poemas publicado por Fuertes en 1982. Al comienzo de la ceremonia, los claretianos colocaron ante el féretro un ejemplar, con el propósito de recordar así una de las facetas que le caracterizaron en vida.

«A mí me casó»

Al funeral acudieron varios cientos de personas. Entre la bancada estuvieron presentes caras conocidas de la sociedad isleña como la del filólogo Maximiano Trapero, la de José Miguel Pérez, profesor de Historia y expresidente del Cabildo, o la Francisco Rubio Royo, primer rector de la ULPGC. Sin contar con las continuadas generaciones de exalumnos del padre. Prácticamente no había ni un solo asiento libre, incluidas las sillas extra que el Obispado habilitó ante la masiva asistencia prevista. Y es que el padre Fuertes era muy querido entre la comunidad claretiana, en la que fue su parroquia durante nueve años, Pedro Hidalgo, y, en general, entre todos aquellos que le conocieron.

Entre los corrillos que se formaron minutos antes de comenzar la ceremonia y también al terminar se escucharon los clásicos recuerdos. «A mí me casó», pronunciaba un asistente al tiempo que otro le indicaba que había bautizado a sus hijos. Si hubo una presencia destacada fue la de sus antiguos alumnos. Melchor Camón, exconsejero de Turismo del Cabildo, fue uno de ellos; «Pedro ha recogido hoy [por ayer] el cariño que ha sembrado», resaltó. 

Otros lo conocieron en el ejercicio de la docencia, caso de José Miguel Pérez, «aprendí a ser profesor con gente como Pedro», matizó al respecto. «Era un gran poeta, extraordinario, y una persona entrañable, era imposible no estar aquí para despedirle», concluyó.

Rubio Royo, por su parte, definió al padre como «un amigo íntimo». «En estos tiempos que estaba enfermo mucha gente se acercaba a verlo, era una persona dada a su entorno y que tenía un sentido social de la vida». Lo definió como una persona «entrañable» y resaltó que «ha hecho mucho por la juventud y por Canarias».

«Fue un gran evangelizador y un gran educador que ha dejado una impronta importante en personas de distintas generaciones», destacó por su parte el obispo auxiliar de la Diócesis, Cristóbal Pérez Déniz. Destacó además su bondad y elogió su capacidad de escucha, «todo el mundo que hablaba con Pedro estaba contento de encontrarse con él». «Perdemos a un gran sacerdote y educador», concluyó al tiempo que resaltaba que «será un referente para la fe y un modelo a seguir». 

Al término de la ceremonia -y antes de que el féretro saliera de la catedral entre aplausos y lágrimas- entregaron a los asistentes una copia del poema con el que Fuertes quiso, de manera previsora, felicitar la Navidad. Como era tradición en él. Porque si algo es cierto, es que se dedicó a la literatura y a la espiritualidad hasta el final de sus días. 

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