La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La memoria viva de Las Palmas de Gran Canaria

Un encuentro reúne a personas mayores para transmitir la historia de la capital de la mano de su cronista en un diálogo en el que los participantes aportan sus vivencias

14

Los mayores de Las Palmas de Gran Canaria se van de ruta urbana. Andrés Cruz

Una veintena de personas mayores de 60 años se reunieron en el entorno del Centro de Recursos Ambientales El Pambaso y el Guiniguada junto al cronista oficial de la ciudad, Juan José Laforet para explicar el surgimiento de la ciudad entorno al Guiniguada. Durante el recorrido construyeron un recuerdo vivo de la antigua ciudad en un diálogo abierto en el que los participantes pudieron poner en valor sus recuerdos.

Una veintena de personas mayores de 60 años reconstruyeron la antigua ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, esta capital que ya no existe, fue levantada a base de los recuerdos de cada uno de los asistentes a través del tercer encuentro organizado por la concejalía de Participación Ciudadana para revivir la memoria histórica de la capital grancanaria. Todo comenzó con una chocolatería cuyo edificio está, en estos momentos, en decadencia y siguió por molinos y otras edificaciones que guardan un especial cariño en la memoria de los asistentes. El de ayer no fue solo un día de rememorar sino también de aprender de la mano del cronista oficial de la ciudad, Juan José Laforet, que explicó el surgimiento de la urbe entorno al Guiniguada. 

El proyecto surge como respuesta a una demanda planteada por los integrantes de la Mesa de Trabajo Educativa y Cultural del Consejo Municipal del Mayor celebrado el pasado mes de mayo que ya se han realizado en las Casas Consistoriales y la plaza de Santa Ana y en el museo Castillo de Mata y su entorno. La ruta realizada en esta ocasión tuvo lugar en el Centro de Recursos Ambientales El Pambaso y el barranco Guiniguada, acercando a sus participantes a la historia rural de lo que es hoy en día una metrópoli. 

El proceso de asentamiento de la capital de Gran Canaria comenzó en forma de triángulo, fruto de las tres ermitas que dieron origen a los tres barrios de San Juan, San Roque y San Nicolás, habitados por campesinos. "Era la despensa de la ciudad", explicaba Laforet. En un principio, la tierra estaba ocupada por un monocultivo: el azúcar. Fue un mercado que murió tras la conquista de América del Sur, ya que en esta zona recién conocida para los españoles, el clima era más favorable para la planta y la mano de obra, en su mayoría, esclavos locales o transportados desde África eran mano de obra barata. La desaparición de la caña de azúcar produjo una transformación socioeconómica que cambió las costumbres y alimentación de la zona. 

El agua, que corría constante por el Guiniguada, fue el motivo por el que comenzó su población

decoration

A partir del siglo XIX el plátano tomó relevancia y convirtió el paisaje de los entornos del barranco del Guiniguada en una postal llena de verdor. La plantación de esta fruta no fue al azar, además del clima favorable de la zona, Tenerife destinó la mayor parte de su tierra durante los siglos XVII y XVIII a cultivar vid para exportar vino, por lo que Gran Canaria vendía a la isla vecina los productos destinados a la alimentación. "Está demostrado desde hace poco tiempo que hubo una pequeña estructuración económica del mercado del Archipiélago", explicaba Laforet a las 25 personas que escuchaban atentamente mientras al fondo la ciudad seguía su ritmo del presente lleno de coches y viandantes. 

En el poblamiento de la ciudad fue fundamental la presencia del agua en el barranco. "Antes el agua corría siempre, durante tres siglos nuestros antepasados bebieron el agua que corría sin peligro de que estuviera contaminada", apuntó el cronista. La posibilidad de bancalizar el terreno también fue esencial para la formación de un núcleo poblacional. Los productos cultivados en la zona eran principalmente para autoconsumo de sus habitantes. Verduras, millo, papas, trigo, centeno y más productos fueron los predominantes. "Sin saberlo tenían una dieta mediterránea en la que la mayoría de días comían las verduras que la tierra daba según la época", indicó Laforet e hizo especial hincapié en el consumo de frutas. "Me da pena pasear por zonas de la ciudad y ver las moras y otros frutos silvestres y que nadie los coma". 

A pesar de que la caña de azúcar fue desapareciendo, dejó como legado infraestructuras como los molinos de viento. Es el caso del Batán, que el cronista destacó el mal estado del mismo. Como ese, por el Guiniguada comenzaron a crearse varios molinos que los asistentes nombraron según iban recordando. Era la propia agua del barranco la que hacía funcionar el molino a través de un entramado en el que el recurso hídrico era encauzado por acequias.

Es el tercer recorrido realizado como respuesta a la demanda del Consejo Municipal del Mayor

decoration

El arte es fundamental para recordar cómo se veía la capital en aquella época. El pintor José Jorge Oramas, enfermo de tuberculosis pintó los Riscos de San Nicolás y San Roque que veía desde la habitación del hospital San Martín. El legado literario grancanario también versó sobre la zona de San Nicolás en la que reflejaba el colorido típico de las casas. 

Encuentro con la naturaleza

Los participantes pudieron entrar a la finca del Centro de Recursos Ambientales El Pambaso, donde el geógrafo David Ortega, les mostró el huerto urbano y las diferentes especies vegetales. 

Ortega también señaló el uso de bancales como distintivo de la agricultura canaria. A pesar de que en la actualidad los bancales de Las Palmas de Gran Canaria han dejado de utilizarse, en el Pambaso han recuperado algunos. "Al vivir en Islas no tenemos grandes espacios llanos, por lo que en esa época era necesario aprovechar cualquier tipo de terreno", explicó Ortega que comentó que en ambos lados del barranco había dispuestos bancales por la presencia de agua en la zona. "La cultura del agua es muy importante históricamente y por esa razón se formó la ciudad en el entorno del barranco", resumió el geógrafo. La ruta, que se alargó una hora más de lo previsto fue una forma de conectar una ciudad que no existiría si no fuera por la memoria viva de sus habitantes más longevos. 

Compartir el artículo

stats