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Halloween opaca la tradicional noche de finaos en una capital disfrazada

La habitual obra teatral ‘Don Juan Tenorio’ reunió a varios centenares de personas en las cuatro plazas de Triana convertidas en la Sevilla del Siglo de Oro

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Don Juan Tenorio en Vegueta José Carlos Guerra

La víspera del Día de Todos los Santos es una noche de fusión de tradiciones en Las Palmas de Gran Canaria. El casco histórico de la ciudad fue asaltada por una horda de brujas, vampiros y otras criaturas aterradoras que celebraban la fiesta estadounidense de Halloween, esta actividad, recientemente acogida en la cultura española opacó la típica noche de los finaos canarios que impregnaba las calles del olor de las castañas asadas. Alfredo Quintana vende este fruto en su puesto de Triana y asegura que el día en cuanto a ventas ha sido "excelente" al estar la ciudad con un gran ambiente pero lamenta que la fiesta extranjera le haya cogido la delantera a las tradiciones de las Islas. 

La noche de finaos se recuperó en otras zonas del municipio capitalino después de dos años con restricciones a causa de la Covid-19. Es el caso de San Lorenzo donde 300 kilogramos de castañas acompañarán las actuaciones musicales del Grupo Chácaras, la parranda de Teror y Los Faycanes. Además, en el casco histórico la Orden del Cachorro Canario mantuvo la tradición y sirvió las castañas junto a otros platos tradicionales. Sin embargo, los tradicionales puestos por Mendizábal y La Pelota no estuvieron este año. 

No menos tradicional fue la representación de la obra del escritor Zorrilla, Don Juan Tenorio, celebrada desde hace más de una década y que volvió a andar por las calles de la capital para mostrar la importancia del amor y el arrepentimiento en unas fechas tan señaladas como el día para rememorar a los que ya no están. 

Fue una obra con acento canario al contar con una mayoría de actores del Archipiélago

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La obra de teatro, que ya fue representada ayer, está producida por DD & Company Producciones y dirigida por Ferrán Madico transformó Vegueta en la Sevilla del Siglo de Oro con algunos toques del XXI. A pesar de ser en su representación clásica su vestuario puede ser considerada como atemporal, los actores vestían de diferentes épocas, por lo que el espectador puede asumir la obra en cualquier espacio temporal e incluso sentirse reflejado con los personajes. Las campanas de la iglesia de Santo Domingo anunciaron el comienzo de la actuación a las 21:00 horas en la Orden del Cachorro Canario, una música festiva la situaba en una fiesta donde comenzó el periplo de amores y desgracias.

Don Juan Tenorio junto a su compañero don Luis Mejía se reúnen después de haber pactado una apuesta para saber quién había matado a más hombres y engatusado a más mujeres. El protagonista gana a Mejía pero este le ofrece otra manzana envenenada por cumplir: debe enamorar a una novicia. Pero Tenorio no se queda ahí sino que le asegura que también conquistará a la prometida de Mejía. 

Un Tenorio de Netflix 

El público echó a andar junto a los actores para seguir la historia que fue representada en cuatro escenarios; la plaza de Santo Domingo, San Agustín, Pilar Nuevo y Santa Ana. Para el director, los cuatro espacios dividen la obra en capítulos como una producción de televisión. "Este año planteamos el espectáculo como una serie de Netflix o HBO", explicó esta semana a este periódico. 

En la plaza del Pilar Nuevo en el balcón de la Casa de Colón tuvo lugar el icónico momento en el que don Luis advierte a su amada de la llegada de un hombre que intentará seducirla. La arquitectura del lugar embelleció la función, el agua de la fuente era la banda sonora que acompañaba los versos de Zorrila en una plaza en la que no cabía un alfiler con varios centenares de personas. 

Cuando los planes del protagonista llegan a oídos del padre de su prometida, doña Inés, el compromiso se rompe. Sin embargo, Tenorio no se quedará con los brazos cruzados y rapta del convento a Inés, la cual se enamora locamente del truhan.

El acento canario predominaba en esta edición de la obra, con una representación de diez actores de las Islas de un total de 17. Su protagonista, Don Juan Tenorio, ha sido por segunda ocasión Fran Perea, conocido por su trabajo en Al salir de clase, Hospital Central, Luna, el misterio de Calenda, Los Serrano o La sonata del silencio. El papel de doña Inés estará representado por la grancanaria Selene Rodríguez que debutó en la obras tras haber participado en el documental Las momias guanches o el cortometraje El legado de Atindama además de en varios videoclips musicales. 

En esta ocasión una de las novedades es que la taberna estuvo regentada por una mujer, Isabel Prinz, hija adoptiva de Las Palmas de Gran Canaria, que dio vida a  Butarella. Además, la protagonista ha sido actualizada a la época actual para dar una visión más moderna con un personaje más fresco. 

Antes de la función Triana efervecía de gente celebrando Halloween, en su mayoría, padres acompañados de sus hijos y amigos jóvenes que salieron por la zona para disfrutar del ambiente. A lo larga de la calle había instalados varios puestos de pintacaras y manualidades donde los más pequeños desplegaban su imaginación. Es el caso de la hija de Paula Pérez, la pequeña de cuatro años, llevaba en su calabaza de plástico un dibujo lleno de purpurina. Pérez, vestida de bruja es la primera vez que trae a la niña a esta actividad y asegura que "está encantada" y es que de uno de los comercios de venta de ropa sale felizmente enseñando a su madre su nueva adquisición después de haber hecho el famoso ‘truco o trato’ de las películas: "Mira mamá, es un plátano". La madre que no pudo evitar una carcajada aseguró que era un "Halloween muy canario". Y es que a pesar de que en la actualidad la noche de finaos cada vez más cae en el olvido, el toque del Archipiélago está donde menos se espera. 

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