Mi hermana, Mª Rosa ya no volverá a ver los Alisios en su lento caminar por el Barranco de la Virgen en dirección a la Cumbre, ni las brumas que con su blancos vestidos ocultan los bellos paisajes de Valleseco (donde nacimos los cuatro hermanos), ni oirá el chapoteo de la lluvia en los patios de su casa de La Laguna de Valleseco, ni el sabor de las manzanas de sus árboles, ni el dulce olor de la tierra cuando la fecunda la lluvia.

Mi hermana nació en La Laguna, Valleseco hace 86 años. Estudió en la Escuela de Magisterio de Las Palmas. De su mente ágil y su carácter alegre, recuerdo que en el tablón de la Escuela, sobre un cartel que decía “Hay que fomentar las vocaciones”, ella cambió lo de vocaciones por vacaciones, por lo que fue sancionada. Era muy apta para el deporte: natación y baloncesto. Casó, con un técnico norteamericano (Wesley Walker) que trabajaba en la investigación de petróleo en el Sahara, y con el que viajó por diferentes países de todo el mundo. Cuando vivía en Orán, la visité, bajo la admiración que siempre he tenido por Albert Camus. Se divorció y volvió a unirse a otro norteamericano (Joe Cheote) ,y vivió algunos años en Texas, hasta que vinieron a vivir su jubilación en su casa de La Laguna. Joe murió y ella quedo sola. En sus enfermedades, estuvimos con ella. En Alicante, tras su operación de espalda, vivió una temporada con nosotros. La acompañé en Houston para curar un cáncer en la famosa clínica oncológica de aquella ciudad. Logró superarlo, pero cuando mejor estaba y ya parecía recuperada su salud, tuvo un ictus en Valleseco , y tras largos años de inmovilidad e incapacidad, ha muerto por una eutanasia que no se me consultó y que no apruebo.

En el recuerdo de mi familia, el de mi hermana se suma a los recuerdos de mis abuelos, padres, hermano, tíos, y primos, por mi parte y por la de mi esposa Milagros, ya fallecidos. Yo recurro a Platón para amortiguar mi tristeza. Platón decía que este cuerpo que ahora desaparece era la cárcel de ese alma, ( lejos de los pitagóricos en el sentido por el que lo denominaban el sepulcro del alma), que es esencia invisible, inmaterial, espiritual y supraterrena (Fedón y Fedro) y que al liberarse viaja por un oscuro y misterioso camino hacia la eternidad y la divinidad. Mi buena y crédula hermana está ya en ese camino de la virtud socrática. ¡Aleluya!