La clásica cafetería del parque Juan Pablo II reabrió sus puertas este sábado, con un local renovado y una apuesta por la repostería tradicional de la mano de la Pastelería Anís y Canela.
El parque Juan Pablo II continúa adelante con su renovación, ahora materializada con la reapertura de su clásica cafetería, que da un vuelco a la vertiente más dulce con la Pastelería Anís y Canela. Desde que reanudó su actividad el pasado sábado, cientos de padres e hijos que disfrutan del parque infantil situado junto al local han acudido a sus mesas para degustar sus numerosos postres, entre los que destacan las magdalenas y las tartas de oreo para los más pequeños, así como la Red Velvet para los adultos, que es "la reina de la casa".
Muchos clientes también conocen a esta empresa como la hermana de D’Vainilla, fundada al igual que este local por Natalia Contini y Carlos Suárez, pero lo que diferencia al establecimiento del parque es que este es el primero de la pareja que combina la clásica repostería americana de sus primeros locales con otros tentempiés y platos salados. De esta forma, los comensales habituales de la empresa familiar pueden disfrutar a partir de ahora de almuerzos y cenas completas junto a sus habituales tartas y dulces.
El postre que tiene más éxito entre los jóvenes que acuden al renovado local son las magdalenas de oreo
Las opciones que ofrecen se especializan en la "comida callejera, que es lo que está de moda ahora", asegura Suárez, que destaca el éxito entre los comensales de platos populares como el pollo kentucky, las hamburguesas y los palitos de queso. "Lo normal es que vengan los niños, se liberen en los columpios y los padres se sienten aquí en la terraza a disfrutar de un momento bonito", explicó el propietario.
El origen de ambos en el mundo de la hostelería se sitúa en América Latina. Natalia Contini comenzó con sus estudios de pastelería y cocina en Buenos Aires y ejerció su profesión en países como Nueva Zelanda o Alemania, antes de decidir instalarse en Las Palmas de Gran Canaria. Fue en la isla donde conoció a Carlos Suárez, uruguayo de nacimiento que trabajaba hasta el momento como camarero, y ambos decidieron unirse para comenzar el proyecto de D'Vainilla. El éxito de su primer local de repostería les permitió abrir otros establecimientos hasta llegar a instalarse en el parque.
El matrimonio estrena de esta forma su cuarta cafetería en la capital, que se suma a las ubicadas en la calle Luis Doreste Silva, en el Monte Lentiscal y en Siete Palmas. Los nuevos platos van acompañados también de una imagen y una decoración muy distinta en el interior del local, basada en el uso de materiales reciclados, que conforman un ambiente más luminoso y abierto. "El recibimiento de estos cambios es excelente. La gente se sorprende, dicen que parece el loft de un hotel", señaló el propietario.
Junto a estas reformas también han llevado a cabo una transformación de los servicios del parque, que antes presentaban un deterioro bastante grande. Con el fin de arreglar los baños, los nuevos dueños han optado por cambiar todo el sistema de grifería y pintura y han comprado otros inodoros y secamanos para el uso de los visitantes.
Un espacio renovado
La concesión de la cafetería a Anís y Canela es la última de las medidas que ha tomado el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para renovar los lugares más simbólicos y destacados para los visitantes del parque Juan Pablo II, muchos de los cuales se encontraban antes prácticamente abandonados. A comienzos de este año se estrenaron espacios reformados como las canchas de baloncesto y fútbol del área deportiva anexa.
«Los clientes se sorprenden, dicen que parece el ‘loft’ de un hotel», aseguró uno de los propietarios
Sin embargo, no fue hasta julio de este año cuando comenzaron las obras de la fuente del parque, que el Ayuntamiento prevé finalizar durante el primer trimestre del próximo año. "Por suerte, están renovando el lago donde estaban los animales desde hace unos cuantos meses y deseamos que se terminen pronto y vuelvan los cisnes y todos los animales que estaban ahí. Además, yo era asiduo del parque por todos los animales que había", destacó Carlos Suárez.
"El principal problema que enfrenta el parque", señaló el dueño de la nueva cafetería, "es que le falta un poquito de iluminación porque ahora con el cambio de horario a las seis de la tarde ya queda muy oscuro todo porque hay una gran densidad de árboles que no los podemos cortar pero habría que poner un poco más de luz. Los días entre semana la gente se queda hasta las 7 y media u ocho pero los fines de semana a las nueve la gente no se va todavía del parque. Es muy tranquilo, muy bonito, pero la aceptación hasta ahora está siendo maravillosa".
