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El comercio de toda la vida | Complementos 1975

La moda italiana en Murga

La tienda Complementos importa el calzado de Italia para diferenciarse del resto de negocios | Todos sus productos son europeos y hechos en fabricas locales europeas

Pino Fernández, dueña de la zapatería Complementos en el interior de su local. | | JUAN CASTRO Gretel Morales Lavandero

La tienda de la calle Murga, Complementos, fue inaugurada por Salvador Fernández durante 1975. En la actualidad, es regentada por su hija, Pino Fernández que lleva 20 años en el local. Después de trabajar durante diez años en Chanel decidió dedicarse al negocio familiar y darle un toque diferente. La empresaria compra toda la mercancía en Italia, en fabricas locales donde puede escoger sus propias colecciones.

En el principio de la calle Murga la tienda Complementos lleva desde 1975 vistiendo los pies de los grancanarios. Hace 47 años el padre de la actual propietaria, Salvador Fernández, abrió la tienda después de trabajar en las famosas Galerías Preciados. La actual, es la segunda generación, su hija Pino Fernández ha reflotado el negocio después de años de malas rachas.

Pino Fernández atiende a las clientas que miran los zapatos expuestos. «¿Es de piel?», pregunta una de ellas con el calzado en la mano. «Todo lo que vendo es de piel, hasta yo soy de piel», indica entre risas la dueña del negocio. La mercancía es de origen italiano, Pino viaja hasta las fabricas del país para escoger el producto y personalizarlo según sus propios gustos. «Tengo la capacidad de poder cambiar el color, el tipo de piel o el estampado de los productos que me muestran y de esta forma me diferencio», explica.

Si no es en Italia siempre busca comprar sus productos en países europeos para favorecer el comercio en la zona que está en detrimento frente a la capacidad de fabricación masiva de los países asiáticos. «Son trabajos que son muy artesanos y se están perdiendo, las pocas fabricas que quedan hay que apoyarlas», asegura y añade que los mejores fabricantes de zapatos siguen estando en Italia y España.

Un zapato para patear Francia

La dueña del negocio aconseja a las clientas los mejores zapatos para diferentes ocasiones, por ejemplo para un viaje a Francia y Holanda como hará una de ella, a la cual Fernández le indica que lo mejor es algo cómodo, que sepa que puede trotearlo. No por ello sin renunciar a la elegancia, Fernández desprende elegancia por donde camina. Después de diez años trabajando para la marca Chanel se nota la capacidad de venta de una tienda de prestigio como la firma francesa. Al nacer su hijo Fernández decidió dejar su trabajo al ser incompatible con la vida familiar y fue entonces cuando su madre le propuso que regentara el negocio familiar de zapatería. Y ella aceptó el reto.

Durante el tiempo que trabajó en Chanel su vida era como de película. Hoteles de cinco estrellas, peluquería y zapatos gratis, viajes todas las semanas y un salario jugoso. «Era un tipo de trabajo que haces en un período de tu vida pero no es para jubilarte», apunta. «Fueron diez años de mi vida estupendos pero se cerró esa etapa y empecé con esta», añade que tuvo que invertir todos los ahorros que había guardado de su anterior trabajo para reflotar la tienda. Fernández recuerda la época con nostalgia pero no con pesimismo, para ella la tienda es su proyecto personal: «Es como mi niño y lo veo crecer», indica.

«Estoy enamorada de mis bolsos», exclama la dueña mientras muestra uno de ellos. «Son únicos porque todos son creaciones diferentes». Para Fernández es importante la diferenciación, ya que considera que es un valor añadido vestir de forma única. «Mis clientes llevan algo que no usa nadie en ningún lado, para mí es importante diferenciarme porque Canarias es pequeña y la globalización ha hecho que en todas partes nos vistamos igual», explica.

Las clientas de toda la vida no es algo habitual en la tienda. «La fidelidad en el comercio es complicada pero no porque no les gusten los zapatos sino porque vamos picoteando por aquí y por allá además yo no estoy en una zona comercial así que es complicado». «Estoy en una calle que es casi una tienda de barrio, es verdad que tengo toda la zona de los funcionarios que vienen a darse una vuelta y vienen por aquí y tienen bastante peso en mis ventas», comenta.

Durante algunos años también abrió una tienda en San Bernardo y otra en Telde, ambas actualmente cerradas. «El local de San Bernardo era una tienda con mucho caché porque estábamos más cerca de Triana pero falleció el propietario y querían vender el local así que decidí cerrarla», explica. «Después abrimos en Telde pero tras la pandemia decidimos cerrarla, no porque nos fuera mal sino porque queríamos mejorar nuestra calidad de vida porque no teníamos tiempo para gestionar ambas».

Durante la pandemia Fernández junto a su marido que gestiona el negocio con ella utilizaron el confinamiento para aprender nuevas formas de modernizar el negocio a través de cursos. De esta forma, le dieron más importancia a las redes sociales y a la página web que utiliza como escaparate digital. Fernández asegura que las redes sociales han sido de gran ayuda para mantener un contacto más personal con los clientes. Sin embargo, también crítica que en Canarias es muy complicado vender a través de Internet debido a las aduanas para enviar los paquetes fuera de las Islas. «Por esa razón tengo la web solo para que las clientes vean las fotos de los productos que tenemos», explica.

Desde hace 20 años Pino Fernández gestiona la tienda desde que su padre pasó el testigo a sus hijos. Después de dos décadas al frente del negocio, Fernández sigue enamorada del mundo de las pieles: «Respeto a los veganos pero cómo se curte el material es un arte, cuanto más aprendo de las pieles más me enamoro», asegura la dueña sentada en uno de los bancos de su local rodeada de los zapatos que recorrerán mucho mundo a través del camino de sus clientas.

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