El Museo Elder alberga la exposición ‘Modelismo Naval: una mirada personal’, donde el autor, Vicente Manuel González, ofrece 20 maquetas que representan escenas del ámbito náutico
Los detalles marcan la diferencia. La exposición Modelismo Naval una mirada personal es un claro ejemplo de esta afirmación. La muestra, que permanecerá en el Museo Elder hasta el próximo mes de enero, tiene como autor a Vicente Manuel González y cuenta con el comisariado de Fernando del Castillo Morales.
La veintena de obras que componen la exhibición son un paseo por la imaginación de su autor, que ha dedicado 20 años en la elaboración de todas las piezas.
González es una de esas personas con inquietudes que reparte su tiempo entre sus ocupaciones como director financiero y asesor fiscal. La afición por el modelismo surgió en la infancia, cuando tras haber aprobado su madre le daba «algo de dinero e iba una tienda cerca de casa y compraba las maquetas que luego hacía».
Con el paso del tiempo, llegan las primeras responsabilidades y «se tiene más dinero, pero menos tiempo», por lo que tuvo que dejarlo aparcado temporalmente. «Es una afición que siempre he tenido ahí, lo llamo ocio recreativo. Hay gente que hace deporte o se dedica a la música, yo he encontrado en el modelismo una forma de evadirme al final del día, porque me relaja mucho», comenta.
Aunque en sus inicio, Vicente Manuel González elaboró maquetas sobre aviones y tanques, progresivamente ha ido desplazándose hacia el ámbito naval, aunque no cuenta con una vinculación directa con este sector más allá «de la especial relación que tienen los canarios con la mar».
Los visitantes pueden encontrar en el espacio expositivo una veintena escenas que van desde un barquillo pesquero de los que se encontraban antiguamente en la playa de Las Canteras, hasta el Correíllo La Palma -una de las embarcaciones que se dedicaba al transporte interinsular-, así como el Titanic o el portaaviones Príncipe de Asturias, entre otros.
La gran diferencia con las tradicionales muestras de modelismo naval es que González compone una escenografía completa alrededor de la propia embarcación, de tal forma que la mirada del espectador no sólo se recree con la belleza artística del conjunto, sino que también se deje envolver por los detalles del contexto.
Cada buque o portaaviones cuenta con una proyección del ambiente y actividades que nacen de la propia imaginación de Vicente González. Se puede ver el trajín de carga de mercancías y aprovisionamiento de un submarino, así como el aterrizaje y despegue de los cazas en el portaaviones Enterprise, por ejemplo.
«Mi objetivo no era hacer unas réplicas exactas, sino generar una visión global, en la que el espectador durante los treinta segundos que presta atención, aprecie una labor que ha llevado miles de horas y disfrute. Esa es mi recompensa», manifestó el maquetista.
Creaciones artesanales
Otra de las características principales es que las maquetas son el resultado de un trabajo creativo artesanal -basado en una ardua labor de documentación-, en la que Vicente Manuel González aprovecha materiales del día a día para reciclarlos y convertirlos en piezas dentro de sus obras.
En la búsqueda de los diferentes elementos, el proceso es bidireccional «puede que necesite una chimenea y vea un tubo de cartón del papel de cocina que sirva, o a la inversa, que un barril de iluminación de un mechero, se convierta en un cañón para un buque». Por lo tanto , González se nutre de los pequeños elementos de la realidad diaria dando valor añadido a sus obras, por la atención y cuidado que requiere la búsqueda de materiales. En este sentido, un dato: 3.500 cabezas de alfiler fueron las que necesitó para replicar los tres millones de remaches que tenía el Titanic en su casco.
Esta actividad de ocio recreativo -que linda los límites de la pasión- tiene un coste que no se puede traducir en términos económicos: el tiempo de dedicación. «Con frecuencia soy el amigo que llega tarde a alguna reunión, porque estoy enredado con alguno de las maquetas», bromeó González.
Como le pasa a los padres con sus hijos, a Vicente Manuel González le es complicado elegir cuál de sus obras es su favorita, pero reconoció que hay uno al que le tiene especial cariño: el portaaviones Príncipe de Asturias, porque «es uno de los que más se ajustan a la realidad» y reúne un compendio de todo lo que busca el autor de la exposición ya que «la actividad que se representa tiene mucha vida, el colorido y es un portaaviones español que ya no existe».
Sin embargo, otros barcos también los valora bastante, como el Titanic o el bombardero Bismarck, porque «tienen mucha solera y son históricos». En opinión de González, el estado de la Armada de un país es un reflejo del peso del mismo internacionalmente. «Cuando España fue primera potencia mundial, contaba con la flota militar, civil y mercantil más importante del mundo», reseñó.
Prueba de la relevancia en este aspecto, Vicente Manuel González subrayó que la exposición ha sido visitada por el almirante director del Museo Naval de Madrid, Enrique Torres Piñeiro; el almirante comandante del Mando Naval de Canarias, José Lago Ochoa, y el capitán de navío-jefe de coordinación de Museos Filiales, Luis Gómez de Olea.
En la actualidad, González está encontrando problemas para el almacenamiento de las obras. «Sería ideal que algún colectivo, entidad o asociación se ofreciera a exponerlas en un espacio donde se puedan mantener», dijo.
Por último, apuntó que sus próximos retos serán el portaaviones Delawere y el crucero Canarias que fue «el barco insignia que más ha durado en la historia naval».