Uno de los tres polizones que fueron localizados sobre la pala del timón de un petrolero que había fondeado el lunes en el Puerto de Las Palmas permanece ingresado en el hospital D. Negrín de Gran Canaria, mientras sus otros dos compañeros de travesía de once días y medio desde Lagos, en Nigeria, se encuentran ya bajo vigilancia dentro del Althini II, que atracó ayer en el muelle de Santa Catalina a la espera de la evolución médica de esta persona.

Cerca de 2.700 millas náuticas sin escalas, en unas condiciones extremas de supervivencia, con gran escasez de alimentos y de agua, mojados por las olas, y con la incertidumbre en todo momento sobre el futuro de sus vidas. Esta es la travesía que han tenido que superar desde que partieron estas tres personas desde Nigeria y fueran localizadas en la bahía de La Luz, cuando el petrolero había fondeado entrediques en el puerto de Las Palmas, para avituallarse de combustible y recibir una inspección.

Los polizones tienen origen subsahariano, barajándose que sean nigerianos, aunque este dato está por confirmar. Se trata de jóvenes dispuestos a esta ‘aventura’ extrema en el océano, aunque no son menores, porque si no se hubieran acogido a la Ley del Menor.

Uno de ellos permanece hospitalizado, después de presentar un estado de deshidratación y un mal estado de salud general tras la dura travesía.

Mientras, los otros dos permanecen bajo vigilancia dentro del barco, después de ser dados de alta en el hospital Insular, donde había sido ingresados el lunes. Hay que tener en cuenta, según fuentes portuarias, que el armador es el responsable único de ellos, ya que no son considerados migrantes y no tiene que intervenir la policía. Pero, en el caso de que se escapen estando en la Isla, se enfrenta a multas que pueden alcanzar los 60.000 euros, ya que podría ser acusados de tráfico de personas.

Por lo general, y una vez de vuelta a la navegación, los polizones tendrán una mayor libertad de movimientos en el interior, porque quedan rodeados de mar.

El destino del petrolero era la ciudad holandesa de Rotterdam, aunque en estas circunstancias actuales esperará a ver si se recuperan pronto esta persona hospitalizada. Y, a partir de ahí, el armador puede optar por hacerse cargo de la repatriación por vía aérea al puerto de origen, en este caso Lagos, o puede continuar con ellos a bordo en su singladura, siempre que los devuelvan al punto de partida en Nigeria, en un periodo de tiempo prudencial. De momento se desconoce cuál de las opciones tomará el dueño del barco de 183 metros de eslora, de bandera de Malta y que fue construido en 2008.

Los polizones rescatados en un petrolero procedente de Nigeria sobrevivieron a once días de travesía «de riesgo máximo», refugiados en el pequeño espacio que queda libre bajo la popa allí donde el timón se encaja en el casco, un hueco que puede inundarse solo con que el buque cabecee entre el oleaje.

«Es un sitio que no está habilitado para albergar a una persona, con unas condiciones ambientales de mar abierto y riesgo de morir por deshidratación, porque caigas al agua por un golpe de mar, por hipotermia.... riesgo máximo. Y el habitáculo se puede inundar, es muy posible, además, que pase eso», relata para Efe Sofía Hernández, la jefa del Centro de Coordinación Salvamento Marítimo de Las Palmas, que dirigió el rescate de estas tres personas.

Se descarta de momento que algún compañero hubiera perecido en la singladura, según sus primeras manifestaciones.