Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

La repostería alemana en La Cafetera

La cafetería abierta en 1980 tiene raíces germánicas, aunque ahora es regentada por una familia canaria, las recetas y estética del espacio siguen siendo las mismas

En 1980 la alemana Ana María decidió abrir un local a unos pasos de Las Canteras con la estética de las cafeterías nórdicas, de esta forma nació La Cafetera en la calle Dr. Miguel Rosas. Para la cocina contrató a su peluquera Carmen Soberino, que diez años después se convertiría en socia y regentaría el negocio junto a su familia. Carmen desde entonces se ha dedicado a cocinar la repostería que aprendió de las recetas del padre de la primera dueña que era pastelero en su país natal.

Entrar al lugar es como volver al pasado en una máquina del tiempo. Desde su apertura, la estética no ha cambiado prácticamente, como mucho el color de las paredes y la tapicería pero el ambiente de cafetería donde leer un libro o mantener una conversación sosegada sigue intacto. Asimismo, la mayoría de los dulces se siguen realizando 30 años después, el primer menú era un cartón escrito a mano que mencionaba en español y en alemán los principales platos.

En la actualidad, el sobrino de Carmen, José María Arriaga Soberino, gestiona el local, sobre todo la parte administrativa. "De pequeño mi madre siempre me tenía por aquí, estoy delgado por la genética porque tuve una infancia muy dulce", asegura el joven que comenzó en el negocio familiar hace unos meses. José María estudió Turismo y decidió involucrarse en el negocio familiar al saber que su madre quería jubilarse y el local necesitaba un relevo generacional: "Entendí que si alguien no se dedicaba a la parte administrativa no iba a seguir existiendo La Cafetera", explica.

La repostera aprendió a través del padre de la primera dueña y luego viajó a Alemania para perfeccionarlas

"Mi tía y mi madre son personas que se criaron en una familia humilde y siempre tuvieron que hacer muchas tareas caseras, también vivieron en el campo con lo cual estuvieron mucho con los animales y aprendieron sobre la manipulación de los alimentos, por lo que aunque nunca estudiaron cocina tienen unos amplios conocimientos de gastronomía", indica José María sobre sus familiares que han sido las personas que han gestionado el local desde sus inicios cuando Ana María decidió comenzar en el proyecto hace 42 años.

"Cuando era más joven pensaba hacer un cambio más radical, ahora me he dado cuenta de que eso hubiera sido un error total porque La Cafetera tiene un clima distinto, es donde la gente viene a buscar una charla tranquila, sentarse con su libro a leer, a estudiar un poco y yo no quiero transformar eso", indica José María. Después de más de dos décadas el local cuenta con muchos clientes de toda la vida, personas mayores que venían con sus hijos y ahora traen a sus nietos, parejas que se conocieron en la cafetería e incluso clientes que le confiesan que empezaron a fumar en el local cuando aún se permitía en interiores.

Los clientes nórdicos se sienten como en casa: "Muchos extranjeros vienen porque les gusta este tipo de ambiente, el tipo de café que vendemos aquí que no tiene nada que ver con el típico de máquina que es común en España y que es más de estilo italiano, además, les gusta mucho el estilo de repostería porque no es excesivamente dulce", apunta José María.

Un local entre dos mundos

La Cafetera está entre dos mundos. "El café que trabajamos es el de filtro de una marca alemana, al público español no le entusiasma demasiado, es cierto que algunos lo prueban y salen bastante contentos pero siempre hay que explicarlo, sin embargo, a todo el público nórdico le encanta", asegura el joven.

"Algunas recetas son de la suegra de mi hermana que se casó con un alemán y las otras son del padre de Ana María porque tenían un hotel en Alemania", indica Carmen que es la persona que siempre ha estado al frente del negocio. La antigua dueña visita el lugar casi todos los sábados. "Hemos sido como una familia, nos llevamos muy bien porque han sido 42 años de conocernos y trabajar juntos", apunta.

Además de las tartas, el plato estrella de la cafetería son los crepes. "El estilo del crep que trabajamos es el francés tanto el dulce como el salado porque para cada uno se realizan con harinas diferentes", indica José María, que añade que se nota la diferencia con otras cafeterías porque respetan la receta tradicional.

"Los dulces están orientados a un público adulto porque vienen muchas veces a comer un crep de nutella y tenemos que explicar que elaboramos nuestra propia salsa de chocolate con cacao puro y le añadimos un poco de coñac, utilizamos productos que no tienen cabida en un público más joven", hace hincapié José María.

"Normalmente la clientela tiene un respeto mutuo y no viene aquí a hacer ruido, siempre hay un nivel de tranquilidad que en cualquier otro bar español no lo hay", señala el joven en la cafetería llena de cuadros de estilo antiguo y con mobiliario y paredes de madera que aportan un toque rústico al espacio. 

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