La obra para el Mercadona del Mercado Central comienza con los ventanales

La plaza de abastos inicia la reforma de la planta alta para dejar hueco a la cadena alimentaria, que prevé empezar la instalación en este primer trimestre

Obras de rehabilitación en el Mercado Central

Obras de rehabilitación en el Mercado Central / Juan Castro

T. G. S. /J. C.

El Mercado Central acaba de iniciar los trabajos de reforma de la planta alta del edificio, que constituyen el primer paso para la instalación de un supermercado de Mercadona en la plaza de abastos, que fue proyectada a mediados del siglo pasado por Joan Margarit i Serradell, padre del también arquitecto y poeta que lleva el mismo nombre.

Las obras han comenzado precisamente con la recuperación de la fachada original y sus característicos ventanales, que estaban tapados , así como las celosías de piedra artificial. Mientras los responsables de la plaza de abastos afrontan la primera fase de la rehabilitación del inmueble, la cadena de alimentación valenciana prepara el inicio de las obras de instalación a lo largo de este primer trimestre de 2023.

Por el momento se han rescatado los colores blancos y grises que tenía la fachada en el proyecto inicial y se han comenzado los trabajos en la planta segunda y la cubierta.

La intervención arranca más de un año después de que la empresa concesionaria del Mercado Central adjudicara la gestión de un supermercado a Mercadona a finales de 2021, tras realizar un proceso de concurrencia pública, por exigencia del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. En dicho concurso, en el que también participó Dinosol Supermercados, la cadena alimentaria obtuvo la mayor puntuación global par instalarse en la planta alta, con una superficie de 1.600 metros cuadrados, que se encuentra vacía desde hace varios años. El ayuntamiento dio luz verde en 2019 a la instalación de la unidad alimentaria.

La compañía valenciana, que contaba inicialmente con abrir sus puertas a finales del año pasado, pretende comenzar los trabajos «a la mayor brevedad posible». Los comerciantes del Mercado Central esperan, por su parte, que el nuevo supermercado ejerza de atractor de clientes e impulse las ventas de los puestos.

Algunos puestos de venta, como el de Nasamar, se están reconvirtiendo, con la idea de conjugar la venta de pescado fresco con un centro de degustación.

Además de modificar parte del puesto tradicional, con la instalación de una pequeña barra, el negocio se expandirá a otro puesto vecino, que se encuentra en la actualidad en plena reforma. Ya se ha iniciado también la reforma del techo de la galería comercial situado en el entresuelo.

También han comenzado los trabajos en la cubierta y en la galería comercial

La rehabilitación del edificio, que está catalogado, permitirá mejorar la eficiencia energética de la instalación. De hecho, una de las actuaciones que contempla el proyecto básico es la instalación de placas fotovoltaicas en la cubierta del edificio. También se corregirán las deficiencias de la instalación eléctrica.

La actuación no prevé modificar ni la volumetría general de las fachadas y la cubierta del inmueble y respetará la estructura y las instalaciones en general, salvo en aquellos casos en los que sea necesario «adecuar el mercado a la normativa actual», pero «sin modificar ninguno de los elementos caracterizadores del propio edificio que le dotan de personalidad y singularidad».

Obra de Margarit

La inauguración del Mercado de Alcaravaneras el 18 de julio de 1957 constituyó un acontecimiento en la ciudad y vino a dar respuesta a las necesidades de la población en una zona que estaba entonces en plena expansión.

Impulsado por el entonces alcalde José Ramírez Bethencourt, nació con la vocación de convertirse en uno de los centros de distribución del municipio.

Entrada principal del Mercado Central a comienzos de los setenta.

Entrada principal del Mercado Central a comienzos de los setenta. / Archivo La Provincia

Aunque el proyecto original lo realizó el arquitecto municipal Antonio Cardona, fue modificado por Joan Margarit, que entonces también trabajaba para el ayuntamiento.

El creador catalán concibió en realidad dos mercados a la vez: uno de abastos y otro de venta al detalle. La volumetría y los alzados que singularizan el inmueble tienen la firma de Margarit, quien proporcionó al mercado una imagen más moderna. En 1985, fue restaurado y se añadieron los aparcamientos subterráneos, que volvieron a ser ampliados en 1994.

Son los pilares trapezoidales invertidos de las fachadas lo que distinguen al edificio, así como las celosías de piedra artificial, los paños de piedra natural careada y los grandes ventanales, elementos que ahora vuelven a destacar tras la recuperación de los colores más claros para la fachada. Según destaca el arquitecto Jorge Marrero González en la ficha etnográfica del inmueble, «las fachadas denotan también una cierta semejanza con la arquitectura italiana de los años 40 y 50», especialmente con la marquesina del proyecto que ganó el concurso de la estación Termini de Roma, que retoma Margarit para la entrada del mercado.

La rehabilitación respetará la volumetría del inmueble, obra de Joan Margarit

«Son muchos los buenos detalles que delatan un cuidado especial por el aspecto final del mercado: las rampas de entrada, los murales- hoy desaparecidos-, la luminosidad, espacialidad interior o la pequeña folie -homenaje a la arquitectura racionalista- del quiebro del muro curvo en el hueco del antiguo estanque de los patos» con una palmera.

En palabras de Marrero, se trata de «uno de los edificios más importantes de la arquitectura canaria y peninsular de los años 50» y «supone un ejercicio de modernidad y ruptura con la anquilosada arquitectura» de aquellos años.

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La recuperación de los murales que pintó Pepe Dámaso a ambos lados de la entrada del Mercado Central siguen a la espera, aunque cuentan con una subvención de 64.200 euros del Cabildo de Gran Canaria.

El concejal de Desarrollo Local y Mercados, Pedro Quevedo, explicó hace unas semanas que la liberación de la subvención por parte del Cabildo está pendiente de que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria justifique el gasto de otras ayudas insulares.

La creación de los murales fue una idea del arquitecto Joan Margarit y fue el entonces alcalde José Ramírez Bethencourt el que encargó a Dámaso la obra, de claro aire indigenista. Los grafitis fueron tapados en los años 70.

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