Entrevista | Asier Abaunza Robles Concejal de Obras Públicas y Planificación Urbana de Bilbao

«Cada barrio requiere un traje a medida para que tenga futuro»

El edil de Planificación Urbana de Bilbao, Asier Abaunza Robles, participa en el I Congreso ‘Política para los Barrios’ y cree que cada urbe debe buscar sus propias soluciones a los problemas urbanísticos

Asier Abaunza Robles, concejal por EAJ/PNV en el Ayuntamiento de Bilbao. | | LP/DLP

Asier Abaunza Robles, concejal por EAJ/PNV en el Ayuntamiento de Bilbao. | | LP/DLP / Lourdes S. Villacastín

El edil de Planificación Urbana de Bilbao Asier Abaunza Robles participa en el I Congreso ‘Política para los Barrios’, organizado por CC el 1 y 2 de febrero en el hotel Iberia. Cree que cada urbe debe buscar sus propias soluciones a los problemas urbanísticos, aunque es bueno aprender de lo que funciona.

Ha pilotado el Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao. ¿Cuáles son los ejes en los que debe basarse una ciudad del siglo XXI para que no quede estancada en pocas décadas?

Son varios. El primero y más importante, y en el que se ha basado la transformación de Bilbao en los últimos 30 años, es que los nuevos desarrollos deben de hacerse hacia adentro. Es decir, no ocupar más suelo que el existente. Reutilizando el que había servido para otros usos portuarios, ferroviarios, industriales, y que ahora están en desuso. O bien realizando actuaciones aisladas, derribando infraestructuras o edificios y reconstruyendo. El segundo eje es consolidar el anillo verde y azul que no es otro que las montañas y la ría porque la sostenibilidad es ya una prioridad en cualquier ciudad europea. Reforestando, comprando terreno y desclasificándolo en algunas ocasiones para que no sea urbanizable, y recuperando todo el entorno de la ría y haciendo de él un espacio atractivo para los ciudadanos. El tercero es la vivienda. Cubrir las necesidades de la gente, mantener las existentes y no hacer que la ciudad crezca por la mera construcción, sino porque se atrae gente. El cuarto sería mejorar la vida de los barrios, fortaleciendo lo que nosotros llamamos los corazones, donde está el comercio y los servicios. No dejando que los bajos de los inmuebles se conviertan en trasteros o garajes, sino que sigan siendo locales para que pueda haber comercio en un futuro, y flexibilizando donde no es el corazón del barrio. Por supuesto, hay otros ejes importantes como la actividad económica, la peatonalización y la reurbanización de la ciudad para que sea más amable, principalmente para los mayores y los niños.

¿Qué papel ocupan los barrios en esa planificación?

Creo que son una parte primordial. Una ciudad equilibrada y con muy buena calidad de vida solo se consigue con independencia del barrio en el que se viva. Conseguirlo requiere de un gran esfuerzo porque cada barrio necesita de actuaciones concretas y para trabajar en ello es necesario que haya mucha participación ciudadana.

«Apostar por una arquitectura de vanguardia está bien pero no debe ser el fin de la planificación»

¿Hay que debatir mucho con los vecinos para lograr los cambios que requiere una ciudad? A veces estos se resisten.

Hay que ajustar los planteamientos municipales a las demandas de los vecinos. En el barrio de El Peñascal, por ejemplo, que había crecido con la autoconstrucción durante la dictadura y cuyas viviendas tenían graves problemas de humedad y accesibilidad se ha optado por derruir 220 viviendas y construirlas nuevas para que no haya un desalojo completo del barrio, que tiene una población bastante mayor. Esa renovación se ha podido llevar a cabo con la ayuda del gobierno vasco porque la inversión era muy grande y solo no podíamos. En el barrio de Betolaza, por ejemplo, que también era de autoconstrucción pero de casitas bajas, la gente quería mantener su barrio tal como era por lo que la rehabilitación se ha llevado a cabo de otra manera. En todos los casos hay que respetar a los vecinos. Las soluciones no son siempre las mismas. Hay barrios que priorizan unas cosas y otros, otras, por lo que hay que hacerles un traje casi a medida para que cada barrio tenga presente y futuro. Y para eso se necesitan amplios consensos. Con los vecinos pero también entre los políticos para que las medidas sean aprobadas en el pleno.

¿Qué otras acciones, aparte de mejorar la vivienda y fortalecer el corazón de los barrios, quedan pendientes para que exista una ciudad cohesionada?

Hay una gran variedad; como ya dije la vivienda es muy importante. En nuestro caso, seguir recuperando los frentes de agua. Bilbao le ha dado siempre la espalda a la ría y la ciudadanía quiere ahora pasear y disfrutar de ese frente. Y eso hay que ponerlo en valor. Recuperar también los suelos degradados industriales y portuarios que todavía hay, dotarlos de equipamientos, zonas verdes, así como ofrecer mejores soluciones para integrar las infraestructuras de movilidad. En nuestro caso, la vía ferroviaria dividía a algunos barrios y lo que hemos hecho han sido varios soterramientos; lo mismo ha ocurrido con la llegada del Ave al centro de la ciudad. En algunos ámbitos es necesaria la colaboración de todas las administraciones públicas Gobiernos, diputaciones, porque los ayuntamientos no podemos solos ante grandes inversiones.

«Los desarrollos urbanos deben hacerse hacia adentro; no ocupar más suelo del existente»

Las Palmas de Gran Canaria guarda mucha similitud con Bilbao, son ciudades portuarias, una orografía parecida... ¿qué podemos aprender de ustedes?

Cada ciudad tiene que buscar una solución a sus problemas. Se puede aprender de las buenas prácticas; nosotros tenemos el radar puesto en las capitales europeas del norte como las danesas. Siempre es bueno aprender de lo que está funcionando pero también aprender de los errores.

Bilbao es un ejemplo de movilidad vertical, ¿cómo lo han conseguido?

Planificando bien las rutas y los itinerarios peatonales. Principalmente en ascensores para que todas las personas que tienen movilidad reducida o van en silla de ruedas puedan desplazarse. Y donde no es posible hemos instalado escaleras mecánicas y rampas, que aunque no nos garantizan un acceso universal, no cabía otra solución. Tenemos una gran experiencia en materia de accesibilidad por el reto del envejecimiento a que esta ciudad se enfrenta. Llevamos quince años trabajando en ello y tenemos ya más de 60 ascensores en la ciudad. Hemos conectado los corazones de los barrios con cada rincón de los mismos y de este modo, acercar a los vecinos a los principales nudos de conexión de transporte público como el autobús y el metro. Hemos instalado los ascensores en los mejores emplazamientos, conectados a través de fibra óptica a un centro de control por lo que están operativos y gratis las 24 horas del día los 365 días al año.

¿Es muy caro mantenerlos?

La inversión que hay que hacer es potente, aunque depende de la longitud de cada ascensor. Como promedio estándar, los más largos -de 12 metros- han costado un millón de euros, mientras que los de tramo más corto suelen costar medio millón. Ahora saldrá a licitación el más largo, que es más un funicular que un ascensor y que sortea 90 metros de altura. Cuesta unos 5 millones pero es un caso excepcional.

«Los ascensores han acercado a los vecinos al transporte público y a los barrios»

¿Tienen problemas de vandalismo?

No especialmente. Cada interior de la cabina está bajo videovigilancia, así como los accesos desde un centro de control. Eso creo que retrae a la gente para cometer actos vandálicos.

Bilbao es también un referente en el carril bici. ¿Cómo sortearon la polémica con los vecinos?

Cuando empezamos con los carriles bici hubo polémica porque la ciudadanía hacía poco uso de la bicicleta y, en algunos barrios, se perdían aparcamientos. Pero desde que se incrementó su uso y aparecieron las bicis eléctricas, que han supuesto una revolución para subir a algunos barrios, ha dejado de ser un problema. Hemos conseguido que en siete años todas las bicis municipales sean eléctricas y eso ha incrementado también el uso de la bicicleta.

La regeneración de la ría de Bilbao fue una gran transformación para la ciudad pero de no haber instalado un icono como el Museo Guggenheim, ¿Bilbao sería lo que es hoy?

Apostar por una arquitectura de calidad y de vanguardia es importante para cualquier ciudad. No tiene que ser como el Museo Guggenheim, sino que cualquier urbanización que se promueva dé un servicio a la ciudadanía. Hay que diseñar con calidad independientemente del barrio porque eso es bueno para el conjunto de la ciudad. No tiene que convertirse en el único fin de la planificación urbanística. Los que han copiado a Bilbao han errado porque cuando tu promueves un equipamiento cultural de primer orden tienes que tener alrededor otros como son hoteles, vías de comunicación, comercios, servicios. Como digo a las delegaciones que visitan Bilbao, el Guggenheim es la guinda de la tarta pero no la tarta. Y no hubiera funcionado sin todo lo que se creó alrededor como es el soterramiento de la vías ferroviarias, la regeneración del frente de agua de la ría, cuya inversión fue mayor que el propio Guggenheim. El museo, que recibió mucha oposición ciudadana en su momento, nos ha servido para colocar la ciudad a nivel internacional después de perder las industrias del acero y la banca, que es lo que nos posicionaba en el mundo. El museo nos ayudó a reposicionarnos. Habla de lo que somos y de lo que ofrecemos. Y ha funcionado.

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