Carnaval Las Palmas de Gran Canaria

Los disfraces de Carnaval que arrasan en las tiendas de Las Palmas de Gran Canaria

Las telas coloridas al estilo de la discoteca ‘Studio54’ copan las ventas de los establecimientos | Los clientes, en su mayoría, respetan la temática de esta edición

Toñi García aún no sabe cuál será su disfraz para el Carnaval 2023, aún tiene que reunirse con su grupo de amigas para ponerse de acuerdo. Mientras, ojea la bisutería acorde a la temática de esta edición del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, ‘Studio 54’, en el bazar Mega Home. La opción, indica, será "muy discotequera" e incluirá los pendientes de disco de vinilo que ha comprado. "Estos zarcillos están preciosos, me los puedo poner hasta cuando acaben las fiestas", exclama entre risas mientras mira el resto de bisutería. 

Está claro que las calles de la capital de Gran Canaria se convertirán del 10 de febrero al 5 de marzo -fechas en las que se desarrollará el programa del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria 2023- en un aluvión de telas de colores, un viaje al pasado a la famosa discoteca neoyorquina, hasta el punto de que si Warhol -protagonista del cartel- estuviera para verlo no podría evitar cierta morriña por aquellas épocas pasadas. Pelucas afros, monos, gafas enormes, aros para las orejas o una bola de disco que es un también un vaso, son algunos de los accesorios que se lucirán en las calles.

Psicodelia

En El Kilo de San Bernardo, el responsable de Recursos Humanos, Rubén del Rosario, asegura que las telas estrellas de este año son muy coloridas, incluso psicodélicas, en concordancia con el tema disco de la edición

En el interior de la tienda, un maniquí luce una peluca afro y un vestido corto de colores llamativos con lentejuelas que se mueven al mínimo baile o contoneo. Otra tela que la gente está demandando y que también expusieron, es un degradado entre naranja y violeta adornada con un escote de pedrería brillante y una bufanda violeta. Los disfraces de este año serán de temática setentera, época marcada por los monos brillantes y las prendas a dos piezas de pantalones y top.

La clienta, Toñi García ojea algunos complementos en Mega Home.

La clienta, Toñi García ojea algunos complementos en Mega Home. / juan castro

Rubén asegura que los clientes están respetando la temática y se están decantando por telas muy vistosas, de colores extravagantes. A pesar de que ya se pueden observar ciertas tendencias no se puede conocer aún el disfraz estrella. "Por ejemplo, en 2020 fue Cruella y agotamos existencias de la tela de dálmatas y en 2019 fue Aquaman", rememora.

La Covid-19 hizo estragos en la celebración del Carnaval, primero al cancelarlo y al año siguiente con una organización diferente a la tradicional, por esta razón, Rubén tiene puesta toda la confianza en esta edición. "Este año se vuelve a vivir de la forma en que lo conocemos y volvemos a sentir lo que es realmente un Carnaval como antes de la pandemia, estamos muy ilusionados porque cada día vemos que viene más gente con fotos e ideas", indica.

Los clientes enseñan imágenes como referencia de los disfraces que quieren lucir y el personal de El Kilo les aconseja las mejores telas para darles forma. Normalmente cuando los clientes salen por la puerta los empleados no ven el resultado final de las creaciones. Sin embargo, Rubén, que se define como un "carnavalero", se encuentra por las calles a los clientes que se acercan para agradecer todos los consejos y mostrarle el resultado final. "Es un trabajo muy sacrificado porque son épocas de mucho curro, de horas de pie, una gran cantidad de clientes cada día. Además de que las telas pesan mucho, pero después es gratificante cuando ves que el resultado de tu trabajo está en la calle y el cliente te lo agradece", explica.

Imaginación

Aunque no siempre es fácil trasladar la imagen que traen los clientes a la realidad, en ocasiones, hay que echarle mucha imaginación. "La gente se piensan que hacemos magia pero no somos diseñadores ni nos dedicamos al mundo de la fantasía", comenta Rubén. "Por ejemplo, te traen la imagen de Simba y no se dan cuenta de que es un león que está hecho con un diseño gráfico, puedes dar una idea pero la gente te viene con las expectativas muy altas" aunque hace hincapié en que intentan ayudar lo máximo posible y aconsejar a los fiesteros en todo lo que puedan.

"Desde las nueve de la noche nos estamos preparando y nos maquillamos entre nosotras para salir a las doce", comenta Toñi García. Mantener el estilo es tan importante que incluso lleva consigo un kit de rescate para el resto de carnavaleros en el que tiene repuestos de pestañas, pegamento y otros accesorios, por si hay accidentes durante la fiesta mantenerse perfectos, casi como recién arreglados. "Sin el tiempo para preparar los disfraces no existiría el Carnaval", opina. 

Un empleado de El Kilo de San Bernardo escoge una tela para un disfraz.

Un empleado de El Kilo de San Bernardo escoge una tela para un disfraz. / juan castro

A pesar de ser una amante del Carnaval solo ha conseguido disfrazar a su marido en dos ocasiones, "después de eso se acabaron las fiestas para él". Aunque destaca que es "un santo" porque aguanta la entrada y salida de sus amigas a la casa y solo tiene una norma: su toalla no la tocan. Ya le pasó en otras ocasiones que al trabajar de funcionario se presentaba al día siguiente con el rostro lleno de purpurina y las bromas en la oficina eran inaguantables. "A pesar de que no tocamos la toalla siempre termina llena de brillos y no sabemos cómo", destaca Toñi que no puede evitar reírse. 

Así comienza el Carnaval en la ciudad, con unos pendientes de discotecas, unas telas perfectas para teletransportarse al pasado y las lentejuelas más vistosas para alegrar las noches. La fiesta se nota en el ambiente y dentro de unos días la toalla de Toñi volverá a llenarse de purpurina porque el Carnaval hace brillar todo lo que toca.

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La tienda de telas El Kilo de San Bernardo asegura que están comenzando a recuperar las cifras de venta prepandemia. El local de referencia para comprar el material para los disfraces de Carnaval vivió momentos complicados durante la Covid-19. El jefe de administración, Rubén del Rosario, recuerda cuando los clientes tenían que esperar en la puerta para acceder con un número por la limitación de aforos. Tras esos momentos de incertidumbre, Rubén no puede evitar emocionarse por la vuelta de las fiestas y la normalidad. "Estamos volviendo a retomar la ilusión por un febrero lleno de color, magia, grupos, comparsas, reinas, drags, estamos volviendo a tener el volumen de trabajo de antes de la pandemia", recalca. A pesar de ser una época estresante, Rubén destaca la resiliencia de la tienda: "Nos reinventamos con el tema de las mascarillas, trajimos tejidos para su fabricación, al final nos hemos ido adaptando a las épocas que vivimos" y es que la tienda lleva abierta desde 1963 en la plaza de San Bernardo y años después abrió la sucursal en General Vives.

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