In Memoriam

Hasta siempre, papá

La viuda, hijas y nietas de Suso Castellano se despiden del antiguo empleado de Prensa Canaria

Suso Castellano observa un ejemplar del ‘Diario de Las Palmas’.

Suso Castellano observa un ejemplar del ‘Diario de Las Palmas’. / La Provincia

Fefa Cruz Betancor

Papá, tus mujeres estamos aquí para darte las gracias por todo lo que has hecho por nosotras, y realmente por todos los que han tenido la suerte de conocerte, que no son pocos. ¡Quien tiene un amigo, tiene un tesoro! ¿Verdad?

Papá, gracias por elegir a la mejor representante de la mujer. La mejor madre, esposa y abuela. Hay que ver, papá, qué amor más puro, más correspondido. ¡Qué ejemplo nos has dado!.

Tu enfermedad nunca te arrebató, curiosamente, el recuerdo de la que amaste y te amó incondicionalmente ¡Qué cosas! No la olvidaste. Tu última palabra para ella, tu última mirada consciente para ella. ¡Qué bien elegiste! Esa dedicación, ese cuidado, ese mimo, toda su vida para ti en cuanto tu enfermedad la reclamó. ¡Qué alto has dejado el listón! Imposible un amor como el de ustedes.

Como padre, ¡qué maravilla! Siempre comprensivo, cómplice, divertido, el poco tiempo que tenías para tus mujeres.

Ay, papá, qué abrazos tan inmensos, qué protegidas nos sentíamos. Qué buena herencia nos has dejado con tus valores. Ojalá hayamos heredado tu corazón, tu bondad, tu sentido de la justicia.

Como abuelo no hay palabras. Ya enfermo y solo con oír a tus nietas ya se te iluminaba la cara y les dedicabas una sonrisa que no cabía en tu cara. Les repartías besos y más besos, puro amor.

Papá, hasta en tu enfermedad fuiste como en tu vida; bueno, tranquilo y, fíjate, siempre agradecido. Siempre dabas las gracias cuando te dábamos de comer, te tapábamos. Por todo. ¡Eres maravilloso!

No quiero pensar en tu recibimiento en el cielo ¡Cómo estará tu hermano Ángel de contento! Lo más parecido a Jesús en esta época eres tú. De hecho te llamas como él, Jesús, e hiciste siempre el bien. Te fuiste a la misma hora que él y el cielo ennegreció también. Tan generoso como él, porque quisiste hacernos ver en tus últimos días que era hora de partir, y así lo hiciste, tu último suspiro, con tus mujeres.

Gracias papá por tu generosidad, por compartir tu vida con nosotras y por todo lo que nos diste. Estaremos siempre a tu vera, siempre a la verita tuya. Hasta siempre papá Suso. Nos volveremos a ver. Te queremos.