Puerto

Un juego para mejorar los puertos

Directivos de Ghana, Camerún, Tanzania, Camboya, Maldivas y Nigeria se imponen

a la Autoridad Portuaria de Las Palmas en una disputada partida al Port Endeavor

Uno de los equipos en plena partida al juego Port Endeaover durante el curso de formación celebrado en el Puerto de Las Palmas. | | LP/DLP

Uno de los equipos en plena partida al juego Port Endeaover durante el curso de formación celebrado en el Puerto de Las Palmas. | | LP/DLP / M. Reyes

No es el Risk ni el Monopoli, sino el Port Endeavor Game, un juego promovido por Naciones Unidas (ONU) para enseñar a los directivos a gestionar los puertos con una mayor conciencia medioambiental. Equipos de África, Asia y Europa resuelven sobre el tablero diez situaciones críticas, desde inversiones millonarias en la zona Puerto-Ciudad hasta el bloqueo de la actividad en los muelles por los ecologistas.

El curso impartido por Naciones Unidas (ONU) en el Puerto de Las Palmas para mejor la gestión portuaria en África, Asia y Europa acabó la pasada semana con una prueba sorpresa. Los diferentes equipos de directivos portuarios se enfrentaron en el Port Endeavor Game, un juego de roles ideado por la organización internacional para gestionar situaciones de crisis y emergencias en los puertos desde la perspectiva del desarrollo sostenible, con la finalidad de generar conciencia en la consecución de los 17 objetivos fijados por la ONU para 2030, todos relacionados con la prosperidad y la protección del medio ambiente.

La Autoridad Portuaria de Las Palmas (APLP), que lideró uno de esos equipos, quedó segunda en el juego, solo superada por una formación plurinacional integrada por representantes de Camboya, Camerún, Ghana, Maldivas, Nigeria y Tanzania. En total participaron medio centenar de directivos portuarios y de organizaciones internacionales del sector, entre ellos Francisco Trujillo y Guillermo Holm, director del Puerto de Las Palmas y jefe de Medio Ambiente, respectivamente.

Cuenta Holm que la experiencia ha sido «útil» y «sorprendente», sobre todo para comprender cómo afectan las decisiones en los puertos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), además de profundizar en la coordinación y la toma de decisiones entre directivos de un mismo puerto o instituciones con intereses en el sector.

Guillermo Holm y Francisco Trujillo, tercero y cuarto por la izquierda. | | LP/DLP

Guillermo Holm y Francisco Trujillo, tercero y cuarto por la izquierda. | | LP/DLP / M. Reyes

Los participantes tenían que abordar situaciones críticas, como un incendio en el recinto portuario o en su área de influencia, un vertido cercano a áreas sensibles, el accidente en una terminal de contenedores, la asistencia a un barco con mercancías peligrosas, la regeneración de una zona externa deprimida, el bloqueo de las instalaciones por un grupo de ecologistas o actuaciones en el ámbito Puerto-Ciudad.

Los equipos gestionaban un puerto ficticio sobre un gran mapa al estilo del mítico juego del Risk, pero sin importar la geografía ni mucho menos la conquista de países para asegurarse el control estratégico del mundo. Lo relevante era conseguir puntos y valores para avanzar hasta lograr los objetivos medioambientales.

Cada decisión tenía un coste económico que se descontaba del presupuesto inicial asignado a cada equipo. Siempre, ante cada emergencia o incidente, había que elegir entre cuatro posibilidades, de las cuales todas eran correctas. De ahí la dificultad del juego, que premiaba siempre la mejor solución desde el punto de vista de la sostenibilidad.

La clave, por tanto, era desarrollar una política portuaria medioambiental que contemplase los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU en la toma de decisiones. Cuanto más riesgo se asumía en ese sentido, mejores puntuaciones.

Algunas de las decisiones mejor valoradas fueron reducir los costos del tránsito para vender alimentos en el mercado local o subvencionar la comida de los trabajadores en el puerto (objetivo hambre 0); mejorar la infraestructura para reducir los accidentes con semáforos y carriles separados para el tráfico, incluso montar máquinas para hacer gimnasia (objetivo buena salud o bienestar); almacenar agua de lluvia y reciclarla para limpieza y mantenimiento de barcos (objetivo agua limpia y saneamiento), o implementar motores híbridos, utilizar energía solar para iluminación y fomentar la bicicleta en los desplazamientos portuarios (objetivo acción por el clima).

Más complicadas resultaban las decisiones sometidas a fuertes intereses, como las intervenciones Puerto-Ciudad en las llamadas millas de oro, donde la opción más sostenible es crear zonas verdes y eso choca con el valor urbanístico y la especulación.

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