Día de La Isleta

Un aeropuerto en El Confital y otras ocurrencias frustradas en La Isleta

Los colectivos vecinales celebran que muchos proyectos hayan fracasado por los posibles daños a la idiosincrasia del barrio y a sus valores medioambientales

Vista de la explanada de la bahía de El Confital, con la ciudad y el puerto de La Luz al fondo

Vista de la explanada de la bahía de El Confital, con la ciudad y el puerto de La Luz al fondo / José Carlos Guerra

La Real Sociedad Económica de Amigos del País consideró en octubre de 1927 que la bahía de El Confital era el sitio idóneo para construir el aeropuerto de Gran Canaria y así se lo propuso a las autoridades de la Isla y de Nación en un informe de 13 páginas que recogía las ventajas e inconvenientes respecto al Puerto de La Luz y la rada de Gando, los otros dos lugares que se barajaban para ubicar el primer aeródromo comercial de las Islas Canarias.

Antes y después de esa propuesta, los terrenos de La Isleta ha sido elegidos para numerosos proyectos que hoy se considerarían disparatados o simplemente irrealizables por suponer un atentado contra el medio ambiente y contra el sentido común. Todos han quedado en el olvido, «afortunadamente» según los colectivos ciudadanos del barrio. 

Sin llegar a la osadía del ciudadano que hace unos meses reformó un búnker y lo ha convertido en su vivienda fija, en El Confital se han sucedido las propuestas que chocan frontalmente con las normas de protección de ese espacio natural, uno de los pulmones de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria

Además de aquel aeropuerto, en El Confital se han impulsado proyectos como un parque marítimo de César Manrique a imitación del Lago Martíanez del Puerto de la Cruz, una urbanización de miles de viviendas, un gran hotel o la instalación de la Facultad de Ciencias del Mar.  

La evidencia de que se quiere preservar para las generaciones futuras una gran parte de su superficie y de que más de 462 hectáreas de la península formen parte del Paisaje Protegido de La Isleta no ha evitado que cada cierto tiempo aparezcan nuevos proyectos, como el teleférico desde el muelle Sanapú hasta lo alto del volcán El Vigía. 

En el año 1927 se propuso ubicar en el barrio el aeródromo de la isla porque Gando estaba lejos

O la desconcertante idea de ampliar el histórico edificio del Faro de La Isleta con el objetivo de adosarle «una sala de juntas» acristalada para celebrar las reuniones de la Autoridad Portuaria de Las Palmas con vistas privilegiadas a toda la ciudad. 

De las propuestas polémicas tampoco se ha librado la zona de La Puntilla, donde se pretendió ubicar al principio el Auditorio Alfredo Kraus. De hecho, se llegaron a iniciar los movimientos de tierra, pero las protestas vecinales y las disputas políticas en el Ayuntamiento obligaron a trasladar el edificio diseñado por Óscar Tusquets al otro extremo de la Playa de Las Canteras, donde había mucho más espacio libre para el edificio, los aparcamientos y los jardines.

Hoy pone los pelos de punta pensar en los problemas de tráfico y de movilidad que sufriría la zona de La Puntilla si finalmente se hubiese levantado allí el Auditorio. Por lo general, los residentes que defienden la idiosincrasia del barrio y los grupos ecologistas tiemblan cada vez que se anuncian nuevos proyectos y más de una vez han salido a la calle para mostrar su rechazo. 

Algunos fueron proyectos bien intencionados y loables, pero otros quedaron como simples ocurrencias, ideas imposibles de realizar y condenadas al fracaso de antemano, pues se saltaban a la torera el planeamiento urbanístico y las normas de protección medioambiental. Y los pocos que intentaron sortear al Ayuntamiento o al Cabildo de Gran Canaria se toparon de frente con la negativa del Ministerio de Defensa, que ocupa la mayor parte de reserva natural.  

Igual suerte corrieron proyectos urbanísticos en las zonas limítrofes, como la construcción de la Gran Marina en el istmo que separa La Isleta del resto de la ciudad. O la construcción de carreteras desde los muelles del Puerto de la Luz hasta San Telmo o San Cristóbal para aligerar el tráfico por El Sebadal y la Avenida Marítima. 

Aeropuerto

Sin duda, el proyecto que hubiese  cambiado de forma radical el barrio de La Isleta fue el de la ubicación del aeropuerto de Gran Canaria en el Puerto de La Luz o en El Confital. Aunque ahora resulte disparatado, las autoridades de la época propusieron que el campo de vuelo estuviera en alguno de esos dos lugares porque la rada de Gando, donde ya existía un aeródromo militar, estaba muy lejos de la capital y sometida a fuertes vientos. 

Hay que tener en cuenta que a principios del siglo XX se utilizaban principalmente los hidroaviones y que los aparatos de tierra no necesitaban largas pistas de despegue y aterrizaje. Y también que la ciudad de Las Palmas era lo que hoy conocemos como Vegueta y Triana, por lo que La Isleta se consideraba como el extrarradio. De hecho, hasta la década de 1940     continuaron los intentos de colocar el aeropuerto más cerca de la capital, concretamente en el actual barrio de Escaleritas

Según se recoge en el documento de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, el 18 de julio de 1927 se emitió un Real Decreto-Ley por el que se dispuso la creación de un «aeropuerto de interés general en las Islas Canarias, sin localizar precisamente el lugar de su emplazamiento». 

Con el pleito insular entre Gran Canaria y Tenerife en uno de sus momentos más críticos, pues la división provincial se produjo ese mismo año, el 22 de julio, solo cuatro días después de que en Madrid se decidiera crear el aeropuerto del Archipiélago, la Sociedad de Amigos del País acordó designar una comisión para estudiar los lugares de la isla que «pudieran ser aptos» para su instalación. 

El 21 de octubre, esa comisión entregó su informe para que se enviara al Consejo de Ministros «a los fines de ofrecer una solución más, y acaso la más perfecta, al problema de elección» de un lugar para el aeródromo.  

Puesto que las opciones del Puerto de La Luz y de Gando ya eran «sobradamente conocidas», la comisión se concentró «casi exclusivamente en el examen de la bahía de El Confital, poniendo de relieve sus magníficas condiciones naturales, las posibilidades de aprovechamiento y las obras que habría que realizar». 

En el estudio, según el documento rescatado de los archivos de la Real Sociedad, colaboraron  varios jefes militares, que se citan como Ferrer Jimeno, Barranco, Cañizares, Suárez Fiol, González Medina y Ley Gracia. 

El edificio histórico del Faro se intentó acristalar para poner la sala de juntas de la Autoridad Portuaria

Tras realizar una descripción de la bahía y de su playa (que en aquella época también incluía Las Canteras), analizar las condiciones generales que debe reunir una base de hidroaviones y evaluar la situación de El Confital «en relación a una buena protección defensiva», el informe detalla las obras a ejecutar. 

«El macizo de La Isleta -resaltaron los redactores en 1927- se levanta por la parte de El Confital gradualmente del mar, formando una meseta baja que se extiende a más de 200 metros de la orilla. En esta zona, que tiene una longitud de más de 500 metros al abrigo de tres cuadrantes, puede limitarse perfectamente un espacio de más de 100 metros de anchura y de muy suave pendiente, donde se dispongan todas las instalaciones necesarias, cualquiera que sea el carácter del aeropuerto que se proyecte».

Comercial y militar

Los servicios esenciales, «invariables» ya fuera el aeródromo militar o comercial, requerían obras en tierra para instalar hangares, talleres, almacenes, depósitos y caminos de servicio, que ocuparían una superficie de 6.000 metros cuadrados. A ello habría que añadir otros 1.500 metros cuadrados para la estación comercial (pabellones, oficinas, enfermería, calles) y 700 metros para la zona militar (pabellón para la tropa, polvorín y gabinete fotográfico). 

En total, 8.000 metros cuadrados de los 50.000 disponibles en El Confital. Y como complemento a las obras en tierra, rampas, varaderos y un muelle pequeño que sirviera de embarcadero.      

  Como conclusión, el informe resaltaba las «excelentes condiciones de El Confital para la instalación de una base de hidros». La recomendación se fundamentó, entre otras razones, en que «es la bahía más amplia y abrigada de todo el Archipiélago canario» y «está emplazada junto al mismo Puerto de La Luz de la ciudad de Las Palmas, capital de la provincia de su nombre y la más populosa e importante del Archipiélago, y donde se disponen de toda suerte de instalaciones industriales y urbanas (talleres, varaderos, fundiciones, energía eléctrica, agua potable, y servicios de correos, telégrafos y hospitales)». 

El informe destacaba que «la Playa de El Confital tiene extensión más que sobrada para la erección de toda suerte de instalaciones, tanto de carácter comercial, como militar y naval». Asimismo, se insistía en el documento, «está enclavada en terrenos propiedad del Ramo de Guerra, y en ella y sus inmediaciones existen, en gran abundancia, cuantos materiales pétreos puedan apetecerse para las construcciones».

En referencia a la seguridad, teniendo en cuenta que se estaba en la etapa de entreguerras, el estudio precisaba que «por su situación, rodeada de alturas fortificadas, y al pie de La Isleta, llave estratégica indiscutible del Archipiélago, ofrece óptimas condiciones para una excelente defensa militar». 

«Por las razones antedichas, y realizando obras de abrigo al Noroeste, no solamente sería un aeropuerto perfecto, sino que se podría utilizar como base naval de primer orden», afirmaba. 

En el Día de la Isleta, que se celebra hoy domingo, los colectivos del barrio han querido visibilizar este proyecto aeroportuario en El Confital y otros ejemplos de propuestas fracasadas, como el teleférico, los hoteles emblemáticos o la sala de juntas acristalada del Faro, para reivindicar la protección de los valores medioambientales, culturales y etnográficos. Otros proyectos, como la extracción de áridos en Roque Ceniciento, sí han salido adelante y son un argumento para mantener la presión. 

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En el Día de la Isleta, que se festeja este domingo,  no hay que remontarse hasta el año 1927 para encontrar proyectos extravagantes que han puesto en guardia a los vecinos. El más reciente y polémico, un teleférico para sobrevolar el barrio y el Paisaje Protegido de los volcanes de La Isleta, es del año 2016, casi anteayer, con el factor agravante de que fue respaldado por el actual alcalde de la ciudad, Augusto Hidalgo, y por el presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra. Después del rechazo administrativo y ciudadano a su propuesta de construir un teleférico en el Roque Nublo, el ingeniero Rafael Cabrera lo intentó de nuevo en La Isleta, con unas cabinas que recorrerían casi 2.300 metros desde los muelles hasta el pico de El Vigía, donde proponía un museo para la interpretación geológica del campo de volcanes y un «parque histórico artillero», este último para lograr el permiso de los militares. Tampoco coló esta vez y tanto el Cabildo de Gran Canaria, con un informe demoledor, como el Ministerio de Defensa, denegaron la autorización. 

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