Carriles bici y zonas de bajas emisiones para consolidar la movilidad sostenible

La capital grancanaria reduce un 20% la dependencia del coche en ocho años y busca nuevas fórmulas en esta materia

La expansión de la red de carriles bici y la implantación de zonas de bajas emisiones en diferentes barrios de Las Palmas de Gran Canaria son elementos clave para avanzar en materia de movilidad sostenible. Esta es una de las principales conclusiones de la jornada de Hablemos de: La ciudad que no deja a nadie atrás, organizada por Guaguas Municipales y LA PROVINCIA/DLP. El encuentro, que tuvo lugar en el hotel Santa Catalina ayer, contó con la participación de tres expertos de renombre, José María Ezquiaga, arquitecto y sociólogo; Mercedes Vidal, ambientóloga; y Josep Maria Olivé, técnico en planificación de transporte público; además de la intervención del concejal de Movilidad, José Eduardo Ramírez.

La jornada, que estuvo moderada por la periodista Flora Marimón y contó con la presentación de Antonio Cacereño, director de LA PROVINCIA/DLP, sirvió a modo de balance de los ocho años de Ramírez al frente de la concejalía de Movilidad. Además de las pautas a seguir para poder ahondar «en el necesario cambio de paradigma», es decir, un nuevo modelo de ciudad en el que el coche «ya no puede ser la prioridad». El encuentro finalizó con una mesa redonda en la que participaron los tres ponentes junto a Miguel Ángel Rodríguez, director general de Guaguas Municipales.

La ciudad en ocho años ha reducido un 20% la dependencia del coche, según datos que resaltó Ramírez en base a una encuesta de Guaguas realizada a finales de 2020. Con respecto a 2011, el uso de la bicicleta se ha triplicado, los desplazamientos a pie han pasado del 15 al 31% y frente al 70% de ciudadanos que se movían en vehículo privado, «hemos conseguido invertir la pirámide y hoy el 51% de los vecinos se mueve de manera sostenible».

El modelo de coche privado propicia «un estilo de vida vinculado con ciertas enfermedades»

La futura expansión de la red de carriles bici hacia Ciudad Alta -cuyos dos primeros tramos están en licitación- y la implantación de zonas de bajas emisiones en Alcaravaneras primero, y previstas en Guanarteme, La Isleta, Arenales, Schamann y Vegueta-Triana, serán claves en este proceso de «revertir» el modelo de usos a la hora de realizar desplazamientos dentro de la ciudad. A estos se unirá la implantación de la Sítyneta -el sistema público de patinetas-, el crecimiento de Sítycleta o el proyecto de la Gran Vía peatonal a través de la ciudad baja.

Ramiréz también resaltó los proyectos que serán financiados con fondos Next Generation por 12 millones de euros, vinculados a la mejora del transporte público y su digitalización. El edil resaltó que cuando comenzaron a apostar por la movilidad sostenible hace ocho años «nos encontramos con la resistencia de muchos»; en cambio, «ahora son los propios ciudadanos los que nos piden ir más allá. Ser más rápidos en la transformación».

Una ciudad más humana

El arquitecto José María Ezquiaga, con una amplia trayectoria en planes urbanísticos desde mitad de los 80, resaltó la necesidad de buscar una ciudad «más humana, más inclusiva y a la vez menos contaminante y con menos coches». En este sentido, apuntó que los cambios sociales que están produciéndose son rápidos, de tal manera que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015) hacen alusión a la igualdad de oportunidades y el cambio climático, «términos» que no se contemplaban en los objetivos de desarrollo del milenio fijados en el 2000. 

Ezquiaga invitó a hacer un «replanteamiento de la arquitectura moderna». Según este, «las enfermedades infecciosas disminuyeron antes de la llegada de los antibióticos», en base a la implementación de mejoras en el urbanismo. Ahora, estos problemas de salud han sido sustituidos por otros: cardiovasculares, mentales o alimenticios, «relacionados con un estilo de vida sedentario» que se basa en el coche privado.

«La emergencia climática no nos deja alternativa, lo que no sea avanzar rápido será perder tiempo»

Ezquiaga, con el objetivo de favorecer la descarbonización de las urbes, defendió un modelo de ciudad «compacto de tipo mediterráneo», frente a los típicos suburbios americanos, replicados en Europa y donde prima el uso del coche al estar los usos dispersos. «Hay que poner a las personas primero», precisó, y comenzar a hablar de «una vejez activa» ante el rápido envejecimiento de la población española.

La ambientóloga Mercedes Vidal, quien fue concejala de Movilidad en Barcelona de 2015 a 2019, apuntó que «la emergencia climática no nos deja ninguna alternativa, todo lo que no sea avanzar a la máxima velocidad será perder tiempo». Además, subrayó que «todo territorio que no tenga una gran infraestructura pública para mover a personas y mercancías va a quedar fuera de juego, porque la movilidad privada va a dejar de ser una opción».

Apuntó la necesidad de formar «ciudades más habitables» y resaltó la importancia de buscar un urbanismo feminista, la ciudad de los 15 minutos -donde predomina la cercanía de los servicios- y la ciudad 8/80, «que es aquella que es buena para menores de 8 años y mayores de 80». Puso de ejemplos a seguir ciudades como Nueva York, París o Valencia, donde han transformado lugares como autovías o plazas llenas de coches en parques o zonas de ocio.

El técnico en planificación de transporte público Josep Maria Olivé, quien participó en el rediseño de la red de Guaguas Municipales en 2013, resaltó que la movilidad es «otra pata del estado del bienestar» junto a la educación o la sanidad, «por ser necesaria para todo tipo de personas». En este sentido, indicó la necesidad de fomentar un transporte público «en igualdad de condiciones que el tráfico privado, una persona debe poder acceder a cualquier actividad que podrían ir en coche».

Tras describir los tres hándicaps que a su juicio tiene la capital grancanaria, subrayó la necesidad de «trabajar en la calidad del transporte público y su competitividad frente a otros modelos» para «atraer a perfiles de usuarios que no lo usan y en su lugar utilizan el coche privado».

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El técnico en planificación de transporte público Josep Maria Oivé expuso tres motivos por los que Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad «peculiar». Así, entre todas las ciudades españolas con más de 300.000 habitantes, es la única que carece de tren de cercanías, tranvía o metro, «esto no ocurre en ninguna ciudad de Europa similar». Por otro lado, la capital tiene dos centros neurálgicos, Triana y el Puerto, que hacen duplicar las líneas desde los barrios. Por último, su orografía de hoyas, lomos y barrancos, lo que lleva a tener una «alta densidad» de líneas en comparación con urbes parecidas -la capital tiene 50, frente a las 10 de Murcia-. | A. V.

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