URBANISMO

En busca de una ciudad para todas

La Guía de Urbanismo en Igualdad de Geursa fija los criterios para transformar la capital en una urbe inclusiva | El objetivo es recuperar la calle como espacio público

Plaza de España.

Plaza de España. / Andrés Cruz

Las Palmas de Gran Canaria está lejos de ser una ciudad feminista, una ciudad inclusiva y democrática que sitúe la vida cotidiana en el centro y tenga en cuenta las necesidades de las mujeres y los otros colectivos invisibles y no únicamente el trabajo productivo. Las arquitectas de Geursa han dado el primer paso en busca de una ciudad para todas las personas con la elaboración de la Guía de Urbanismo en Igualdad.

Una ciudad más igualitaria, cuyo diseño urbanístico esté pensado para las mujeres y no solo para los hombres y el coche; que  tenga en cuenta, además de las labores asociadas a la llamada economía productiva, los roles tradicionalmente asignados a la mujer -que aún siguen de forma mayoritaria a cargo del cuidado de los demás- y también el de aquellos grupos también olvidados a la hora de diseñar las ciudades, entre ellos las niñas y niños, las personas mayores y las que tienen algún tipo de discapacidad. Ese es el principal propósito que se ha marcado la Guía de Urbanismo en Igualdad, que fue elaborada hace dos años por las arquitectas de la empresa pública Geursa.

Desde entonces, las directrices de esta guía se han ido aplicando al diseño de los planes de rehabilitación de los riscos de San Nicolás, San José, San Juan y San Roque, así como al casco de Tamaraceite, y también a la ordenación del nuevo barrio de Las Rehoyas-Arapiles. 

Las minimanzanas de Alcaravaneras y la Gran Vía Peatonal, que siguen pendientes de ejecutar, así como el ensanche de aceras de Guanarteme, actualmente en marcha, seguirán también la directriz de crear espacios para el paseo y el descanso, con múltiples y diversos usos para diferentes colectivos. Islotes conectados que salpiquen la ciudad, donde los niños puedan jugar y el resto de las personas desarrollar su vida cotidiana.

 Es más fácil, explica la jefa de Planificación Urbanística de Geursa, Ruth Navarro Delgado, diseñar los nuevos espacios con esta nueva mirada que corregir lo que ya está hecho. No obstante, la guía también contempla la elaboración de un Mapa de la Ciudad Prohibida, en la que se establezcan los puntos negros que hay que erradicar o transformar, un proceso que pasa necesariamente por la participación vecinal.

Hay actuaciones que cuestan dinero, pero otros puntos negros, como las aceras y plazas tomadas por los coches, sólo requieren de voluntad política para aplicar de forma efectiva el código de circulación.

El nuevo barrio de Las Rehoyas está pensado para las mujeres y los colectivos invisibles

 En todos los nuevos planes, explica Navarro, su diseño se ha basado en la creación de espacios que garanticen el desarrollo cotidiano de todas las personas.

 Según esta guía, una ciudad igualitaria es aquella en la que sus habitantes se sienten seguros, cómodos, que carece de barreras y en la que la proximidad de los servicios y dotaciones es fundamental. Ello exige recorridos peatonales, parques y zonas libres al servicio de la gente, zonas sin laberintos o escondidas y que estén bien iluminadas de noche.

Navarro subraya que aunque se trata de un urbanismo que se denomina feminista o con perspectiva de género, contempla la creación de una ciudad en la que se sientan incluidas todas las personas.

Y es que la introducción de la perspectiva de género, aclara, «nos permite tener una visión más global de la ciudad, más allá de todo lo que hasta ahora se ha considerado meramente productivo, algo que se asocia con el mundo del trabajo, un mundo al servicio del vehículo privado, que constituye lo que es el modelo actual, que ya viene de viejo y que a día de hoy no cumple con los requisitos de sostenibilidad, que tienen que ver con la proximidad de los servicios y los recorridos peatonales».

Ruth Navarro: «Si la ciudad es segura y confortable nos sentiremos mejor y la usaremos más»

En palabras de Navarro, «la perspectiva de género introducida en el urbanismo nos va a educar la mirada y nos va a permitir ver todas las cualidades que le faltan al entorno urbano para que sea sostenible socialmente”. Para la búsqueda de esa ciudad óptima, añade, se han establecido siete requisito de sostenibilidad que debe tener el entorno urbano: legibilidad, visibilidad, habitabilidad, seguridad, confort (visual, auditivo, mental y físico), comunidad y proximidad.

La idea, resalta, «es recuperar la calle como espacio público y social. Antes en los barrios se vivía en la calle, una relación que se perdió en ese proceso de urbanismo más patriarcal al que ahora se intenta darle la vuelta. Y además cumplimos al mismo tiempo con las medidas» para luchar contra el cambio climático e introducir la sostenibilidad ambiental».

Recuperar la calle

«Si la ciudad es segura y confortable», explica, «nos da una sensación de bienestar que hará que la usemos y el usarla acrecienta el carácter de pertenencia e identidad necesario para formar una comunidad». Es lo que Navarro llama el modelo de «desarrollo cíclico de la ciudad óptima».

El concejal de Urbanismo Javier Doreste asegura que los nuevos planes de San Juan, San José, San Nicolás, San Roque y Tamaraceite se han «realizado pensando en la necesidad de crear espacios libres y puntos de encuentro entre los vecinos».

Navarro resalta al respecto que el nuevo barrio de Las Rehoyas «tiene una aplicación directa de la guía. En Las Rehoyas sucede lo que pocas veces podemos hacer, es decir, diseñar una nueva urbanización que cumpla con los criterios» de la guía.

Así, describe, se introdujo la perspectiva de género «con cada una de las cualidades. Cada una de las partes cuenta con esta prioridad. Por ejemplo, se ha huido de la fila de edificios todos iguales, como Siete Palmas, y se ha optado por fachadas diferentes que facilitan la «legilibidad urbana», es decir, que permiten a la gente, especialmente los mayores, orientarse mejor».

«En Las Rehoyas se busca que las fachadas no sean excesivamente largas, que se fracturen con espacios libres y permitan recorridos peatonales entre ellos y conectados con las dotaciones. Otro objetivo es que el acceso a los edificios sea reconocible», añade. La visibilidad es otro elemento que se ha buscado, evitando los espacios subterráneos y los muros ciegos en las plantas bajas.Para darle vitalidad al espacio se ha introducido «mobiliario urbano de descanso cada 200 metros. El espacio libre se concibe como prolongación del parque de Las Rehoyas y como centro del barrio. 

Navarro espera que la guía tenga una aplicación práctica y que sea una herramienta de transformación social. 

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