Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

Bar Texas, un museo de copas y recuerdos en Las Palmas de Gran Canaria

El local lleva medio siglo en funcionamiento como punto de encuentro entre extranjeros

Casi no existe resquicio en las paredes del bar Texas sin algún recuerdo u objeto extraño que adorne el pub inglés. Fotografías de clientes, placas de coches, bufandas de equipos de fútbol, billetes y monedas internacionales, todo tipo de objetos han ido acompañando el paso de los años en este local de la calle Sgto Llagas, en Las Canteras. Medio siglo en el que los extranjeros han tenido su espacio de ocio para sentirse como en casa.

Bienvenido Araña Reyes es el fundador del negocio, abierto desde 1973, aunque se le conoce como Antonio del Texas porque después de tantos años es imposible no relacionarle con su trabajo tras la barra. Hace poco cumplió los 80 años y sigue disfrutando de su trabajo como el primer día. "Cuando me falle el motor no me quedara otro remedio, pero mientras pueda seguiré", afirma con gran vitalidad. Se presupone que no será pronto porque para él trabajar es la mejor cura para todos los males: "Hace un par de días me encontraba fatal con la garganta y el estómago, pero yo no sé lo que pasa que me meto aquí, empiezo a hacer las cosas y parece que estoy mejor".

El fundador, que acaba de cumplir los 80 años empezó a trabajar a los once años y desde entonces no ha parado

Empezó a trabajar a los once años y desde entonces no ha parado. Primero comenzó vendiendo dulces en un puesto ambulante para los espectadores de un cine de Triana y luego en la cafetería del lugar. Después, trabajó en dos pubs ingleses porque se ganaba más y los extranjeros dejaban propina.

Interior del local.

Interior del local. / ANDRES CRUZ

Esta experiencia fue la que le inspiró a abrir un negocio de la misma temática. "Desde muy pequeño quería tener mi propio trabajo porque yo pensaba que cuando tuviera 40 años no me iba a querer contratar nadie y quería hacer algo por mí mismo para sentirme seguro", cuenta.

Los estadounidense eran sus principales clientes nada más abrir el local. En esa época las plataformas de petróleo estaban instaladas cerca de las islas, por lo que Gran Canaria era un puente. "Antes aquí había una base en la que traían americanos y se iban a trabajar a África, estaban dos semanas fuera y otras dos se quedaban aquí", recuerda. La mayoría de esos operarios eran texanos y de ahí el nombre del bar.

Unos diez años después, las plataformas cambiaron de sitio y las compañías emigraron a otros lugares. El golpe se notó en las cuentas del negocio, que tuvo que hacer ciertos recortes y Araña se vio obligado a prescindir de uno de sus empleados.

Pero el hueco que habían dejado los estadounidense lo llenaron los turistas; escandinavos, ingleses, holandeses y de varias nacionalidades más. Es un espacio internacional de charla donde muchos amigos vienen a reencontrarse y a sentirse como en casa durante su estancia en Gran Canaria. "Conozco a personas que tienen 70 años y los conocí cuando tenían 25 o 30 y han seguido viniendo", recalca Araña que para él muchos clientes son como amigos. Es tal que en las paredes se pueden ver collages con fotos de los más fieles, el primero y más viajo de estos diseños tiene unos 45 años.

Bienvenido Araña muestra las fotos de los clientes fieles colgadas en la pared.

Bienvenido Araña muestra las fotos de los clientes fieles colgadas en la pared. / ANDRES CRUZ

Antes de ser un bar, el local era una tienda de antigüedades, y Araña recuerda haber hecho el traspase con las paredes limpias porque no tenía dinero para gastar en decoración. Conforme los años iban pasando los clientes regalaban objetos que han ido convirtiéndolo en un museo. Uno de los pocos que compró el propio dueño y, que aún hoy mantiene, es una antiquísima escopeta de ciento y pico de años que obtuvo en el anterior anticuario porque pensó que si el bar se llamaría Texas, al menos tenía que estar acorde con la temática.

Después de tantos años, el dueño recuerda muchas historias que han tenido lugar tras sus puertas.  En 1979 el yate Algoma llegaba a la Isla con el mayor alijo de hachís jamás visto a nivel nacional en aquellos momentos. Cuatro de los cinco detenidos se fugaron y uno de ellos, John T. Fisher, un actor norteamericano, se tomó unos tragos en el Bar Texas después de haberse escapado. Araña se enteró de la identidad del cliente al día siguiente cuando leyó el incidente en los periódicos.

Aquella fue una historia de película de acción, pero para los amantes de las cintas románticas, el bar Texas también tiene mucho que contar. Un 29 de febrero una pareja noruega se presentó como era habitual, pero si ya el día era inusual para la fecha, más lo fue cuando la mujer se arrodilló para pedir matrimonio. Tras el sí del hombre la botella de champan no pudo faltar, como aparece en una fotografía colgada en el lugar que recuerda el momento junto a la de la ceremonia en Playa Chica. "Aún siguen juntos", apunta la mujer de Araña, Sandra Burdstt, que suele ayudar en el bar. Burdstt también recuerda durante la época de las plataformas estadounidense como las esposas de los trabajadores despedían a sus maridos en el Puerto y se presentaban en el bar con su amante canario.

Araña muestra las fotos de la pedida de mano de la pareja noruega y su casamiento en playa Chica.

Araña muestra las fotos de la pedida de mano de la pareja noruega y su casamiento en playa Chica. / ANDRES CRUZ

Sin duda, el peculiar bar tiene historias de película, aunque para su dueño es la rutina diaria. Un día a día que lo es todo para él: "Me olvido de todo y solo pienso en hacer esto lo mejor posible y listo, me encanta hacerlo, cuando hay días que viene poca gente me influye de verdad".

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