Comercio

El menú anticrisis que alivia el bolsillo en Las Palmas de Gran Canaria

El bar Pío Pío prepara primero, segundo y postre por tan solo 3,50 euros todos los días | Su secreto es la colaboración con los puestos del Mercado de Vegueta

La inflación ha dejado por las nubes la lista de la compra y los restaurantes que sirven menú se han visto obligados a subir los precios. Justo lo contrario han hecho Montserrat Benítez y Echeday Sánchez, propietario del bar Pío Pío en el Mercado de Vegueta. Por 3,50 euros sus clientes comen un primer plato, segundo y postre. Y por 5,50 sirven lo mismo para llevar a casa.

En la concurrida calle muchos viandantes se paran para contemplar con asombro e incredulidad el precio anunciado en una pequeña pizarra. “Decidimos hacerlo porque las cosas están muy mal y qué menos que la gente coma bien al menos una vez al día”, explica Benítez mientras prepara las raciones. 

En un principio suscita muchas dudas a los primeros clientes que no confían en la calidad de los platos o piensan que hay gato encerrado. “Al principio la gente pensaba que eran platos de postre, pero no como ves están bien servidos”, comenta la dueña.

“Especulan que la calidad no es buena, que usamos comida reciclada o que blanqueamos dinero”, añade Sánchez que asegura que son comentarios que reciben diariamente en sus redes sociales y en persona. “Si blanqueara dinero no estaría aquí desde las seis de la mañana”, responde Benítez con una risa sarcástica. 

Una cadena de ayuda

Su secreto está en la colaboración con los puestos del Mercado, fundamentalmente con la Carnicería Ramírez, donde compran toda la carne diaria. El trabajador de la carnicería Israel Ramírez, explica que intenta primero sacarle el beneficio de margen para su negocio y después le ajusta el precio al margen mundial y baja el porcentaje del precio al mínimo posible sin perder ganancias. “Ellos ganan y yo gano porque me hacen rotar la mercancía, siempre es bueno que salgan las primeras piezas para tener siempre género fresco”, comenta. Ramírez confiesa que al ayudar con el objetivo del bar también está colaborando en que todos puedan comer a un precio asequible. 

Los dueños del bar aseguran que desde hace cuatro meses que empezaron con el menú anticrisis las cuentas le salen y tienen un margen de beneficio. La comida es 100% casera y se prepara el mismo día y cada día algo diferente. Aunque parezca un reto cada tarde después del cierre se sientan y planean el menú del siguiente día. “Lo que es un reto es cocinar en esta cocina tan pequeña”, asegura Sánchez. 

De izquierda a derecha, el empleado Eliot Fernández; el dueño Echeday Sánchez; la empleada, Carmen Umpierrez y la dueña, Montserrat Benítez.

De izquierda a derecha, el empleado Eliot Fernández; el dueño Echeday Sánchez; la empleada, Carmen Umpierrez y la dueña, Montserrat Benítez. / josé carlos guerra

El local se les ha quedado pequeño, cuentan con tan solo cuatro mesas, la barra y una pequeña cocina donde todos se mueven sin chocarse milagrosamente. También cuentan con el local contiguo que sirve como freidora donde el empleado Eliot Fernández fríe las papas, las croquetas y todos los fritos que hagan falta. Cuando se acaban Benítez le pide más guarniciones a través de un walkie-talkie. Los dueños están en buscando otro local para expandirse y seguir ofreciendo la misma carta y, por supuesto, el menú que triunfa. Desde diciembre de 2021 inauguraron el Pío Pío a causa de la pandemia. La llegada del virus destruyó muchos empleos y como les costaba encontrar trabajo, la pareja decidió abrir su propio negocio.  

A pesar del impactante precio, al principio, no era tan conocido y hacían alrededor de 25 menús al día, ya que tenían clientes fijos, pero que no iban por el menú. En la actualidad preparan 80 después de que también salieran en la televisión. 

Durante estos meses Benítez ha notado que gente que lo estaban pasando mal va a almorzar con más tranquilidad porque puede asumir el precio. “Me está gustando mucho y voy a pagar de más porque yo también les quiero ayudar”, comenta Francisco Alemán mientras se termina la sopa a la jardinera.

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