Los niños construyen la capital de sus sueños con piscinas, chocolates y princesas

Estudiantes participan en un juego de edificación en el que realizan urbes con piezas de madera y metal

"He construido un cine porque en Schamann no hay", dice Cloe, una de las alumnas de primero de primaria del colegio Pepe Dámaso. El grupo de escolares asistió al juego constructivo, inaugurado este jueves, de La cità infinita organizado en el nuevo Espacio Cultural Jesús Arencibia. La iniciativa pretende que los escolares construyan la ciudad de sus sueños con piezas de madera y metal recicladas de fábricas españolas que las ceden al proyecto. El objetivo es que los niños saquen a la luz su creatividad, ya sea con campos de fútbol, ríos, piscinas, chocolates o princesas. Todo es posible con unos cuantos palos de madera y un mundo para la imaginación.

El proyecto viene de Italia de la mano de Roberta Genova y su primera incursión fue en Cataluña aunque también han pasado por Madrid, País Vasco o Palma de Mallorca. "Transformamos lugares y personas porque cuando entran en el proyecto los usuarios intentan conectar con su lado creativo y lo mejor que tenemos dentro porque construimos belleza", asegura Genova.

La actividad también está abierta para adultos que quieran explorar su creatividad

"También nos gusta que la infancia diga lo que le parece importante en sus barrios, tienen una mirada ética y no piensan solo en construir mansiones". Fue el caso de Vaiana que edificó un hotel para animales con "mucha comida" y una piscina para que se diviertan o Alba que pensó en la cultura y construyó una biblioteca junto a su casa con una fuente y unas preciosas estatuas.

Los niños escogen las piezas que van a utilizar.

Los niños escogen las piezas que van a utilizar. / ANDRES CRUZ

China a pesar de estar a cientos de kilómetros de Tamaraceite se transportó al barrio para lucir la Gran Muralla. "Es un país muy grande en el que cada vez se van a hacer más cosas", explica Pablo las razones para incluir el monumento asiático cerca de su hogar. Antes de que los niños se pongan manos a la obra les dan solo unas cuantas orientaciones: construir, primero que nada, su propia casa con siete piezas y luego realizar edificios públicos además de, si lo desean, poder conectar a través de puentes, carreteras y calles sus ciudades con las de sus compañeros para favorecer la comunidad y el trabajo en equipo.

Las construcciones que realizan los niños no se recogerán hasta el final del proyecto cuando se expone la obra artística y arquitectónica que han formado todos los grupos. Por lo tanto, cada estudiante aportará su granito de arena en la creación de esta nueva urbe. "Siempre va cambiando no tiene un papel definido porque los niños sacan su imaginario interior, es una iniciativa que permite liberar emociones, por lo que no hay nunca una ciudad igual a la otra", comenta Genova.

Los niños explican sus ciudades con las instalaciones que les parecen más importantes como un campo de fútbol, el cual fue reconstruido en varias ocasiones porque a su arquitecto no le terminaba de convencer sin el césped, eso sí, la pelota no podía faltar y su casa a unos pasos para llegar sin esfuerzos. Las piscinas han sido un éxito en la nueva capital de Las Palmas de Gran Canaria, casi no había arquitecto que perdiera la oportunidad de disfrutar de su construcción con un chapuzón, hasta los parques acuáticos tenían su espacio en la nueva ciudad.

La construcción del campo de fútbol.

La construcción del campo de fútbol. / ANDRES CRUZ

No todas las urbes fueron realistas, algunos niños se dejaron llevar por la imaginación y crearon una capital con torres de palitos de chocolate para que "coma todo el mundo" y algodones de azúcar en un pueblo que parecía sacado del cuento de Hansel & Gretel, además de un gran árbol de Navidad. Edgar y Yamelei diseñaron un esbelto hotel para princesas con torre incluida, jacuzzi, una gran mesa para comer y un garaje, todo pensado para que la realeza se sienta como en casa.

La ciudad terminada por los alumnos del colegio Pepe Dámaso.

La ciudad terminada por los alumnos del colegio Pepe Dámaso. / ANDRES CRUZ

Aunque varios colegios visitarán la actividad, el juego también está abierto para los adultos de lunes a viernes a las 17:00 horas y de 11:00 a 17:00 horas los fines de semana. "Decimos que es a partir de los cuatro años hasta los 99 porque pueden redescubrir el juego sencillo, ya que trabajas con piezas muy sencillas que de primera mirada no tienen la imagen de que puedan ser un edificio", destaca la impulsora del proyecto.

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