La curiosa historia de la réplica de 'La Niña III' destrozada por las llamas

El marino Carlos Etayo creó la reproducción del ‘Niña III’ en 1992 con el fin de hacer la misma ruta que Colón sin ningún tipo de tecnología

Un bombero apaga las llamas del barco del capitán Etayo en Santa Catalina.

Un bombero apaga las llamas del barco del capitán Etayo en Santa Catalina. / LP/DLP

«No quiero cobardes ni temerarios; quiero hombre valientes que vayan en gracia de Dios», dijo Carlos Etayo en 1992 antes de iniciar su intrépida empresa. El capitán pretendía replicar 'La Niña III’ y llegar a América en las mismas condiciones de navegación que Colón en 1492, es decir, sin ninguna clase de tecnología, aunque con la única diferencia de que en esa ocasión no había pérdida posible ni grato descubrimiento. 

Como a Colón, le costó que le dieran el visto bueno a su viaje por problemas de seguridad, pero finalmente, cedió a la hora de llevar consigo una radio y dos lanchas hinchables para que le permitieran entrar a los puertos. La radio, sin embargo, de nada le sirvió porque nada más salir de Canarias sufrió una avería.

El barco carecía de refrigeración, los alimentos se conservaban en toneles de madera o ánforas de cerámica y los instrumentos para navegar eran exclusivamente el compás y el sextante. «La velocidad de la carabela se medía tirando al agua cualquier objeto flotante a la proa, con el fin de contar en segundos, a ojo, el tiempo que tardaba en recorrer la eslora del barco», detalla José de Armas Díaz de la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme en su estudio, ‘La Niña III y el capitán Etayo’. Y, por su puesto, la nave no estaba impulsada por motores sino por velas.

De Armas destaca el largo proceso de investigación para conseguir que fuera una reconstrucción exacta. La réplica de la ‘Carabela Niña III’ fue construida en los Astilleros Castro en Galicia, Pontevedra y fue realizada escrupulosamente con las técnicas navales del siglo XV. En 1992 fue trasladada a Palos de La Frontera, en Huelva desde donde navegó a la capital grancanaria. En Las Palmas de Gran Canaria se dirigió rumbo a República Dominicana. 

El cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet, resalta que el navío cuenta con la importancia de ser un monumento científico al ser fruto de un estudio exhaustivo en colaboración con ingenieros navales e historiadores. Y también de ser un monumento histórico porque «representa ese momento de la historia en la que las Islas pasaron a ser punto tricontinental y encrucijada Atlántica». Laforet hace hincapié que ese hecho es el que ha aportado «la importancia enorme del Puerto de La Luz». 

Laforet explica que el barco estuvo fondeado en el muelle deportivo desde el año 2000 hasta que partió rumbo a Portugal para una exposición. A su vuelta, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria decidió sacarlo del agua para exponerlo en tierra a la vista de todos. Así fue como desembarcó en el Castillo de La Luz y, finalmente, en su ubicación actual, en la trasera del Parque Santa Catalina, donde ayer fue parcialmente calcinado por las llamas. 

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