In memoriam

La enfermedad nunca fue excusa

La comunidad salesiana de Las Palmas de Gran Canaria despide al fallecido sacerdote Damián Ramón Moragues con un funeral en la parroquia de Santa Catalina

Damián Ramón Moragues.

Damián Ramón Moragues.

Amado Moreno

Amado Moreno

Sufrió mucho y llevó siempre su sufrimiento de modo que el que estaba hablando con él, creía que se encontraba mejor de lo que en realidad estaba. Con estas y otras palabras de afecto definió anoche José Carmelo Pulido Morales, director del Colegio Salesiano de la capital grancanaria, al fallecido compañero Damián Ramón Moragues Ordínez, durante el funeral que ofició por éste en la parroquia de Santa Catalina, que dirige la misma congregación religiosa. «¡Muy salesiano!», agregó el orador antes de traer a colación un pensamiento de Cicerón en De Senectute: «El breve tiempo de la vida es suficientemente largo para vivir bien y honestamente».

José Carmelo Pulido desgranó distintos rasgos que sobresalían en el sacerdote desaparecido: «La oración, presente en su vida. Rezaba mucho. La enfermedad nunca fue excusa para faltar a la oración». Aludió a que participaba en los Laudes y en las vísperas, a la guitarra con él, para optimizar el rezo. Afirmó también que Damián fue un sacerdote que vivió con fe su vocación, estuvo años en casas de formación, siendo un educador y animador entregado. «Yo le he visto participar en tres campamentos seguidos (en verano). Gran nadador, En la playa siempre lo poníamos de boya. Era el último espacio donde podía acercarse un chico en la misma playa», precisó.

Destacó también otra faceta suya: «La de músico, siempre. Nos deja un gran legado. Algunas canciones muy conocidas, otras no tanto. Tenía gran gusto litúrgico. Muchos conservan sus dos últimas composiciones que interpretó aquí en esta misma Iglesia», declaró el superior salesiano.

Reflexionó igualmente sobre el desconcierto que provoca la muerte por sus paradojas y contradicciones, pues, siendo lo más natural y obvio –puntualizó-, no puede dejar de ser, al mismo tiempo, incomprensible. Siempre un misterio.

«La muerte nos aterra y amenaza, llega a destiempo para interrumpir nuestros proyectos de vida, como una visita a la que nadie ha invitado y que ni se espera que aparezca», añadió, para reconocer después que Damián Ramón Moragues había mostrado una gran vitalidad para vivir y huir de ella, aunque no ignoraba que la muerte es la evidencia de las evidencias, la que, en último término, siempre acabamos siendo vencidos. Una consideración que adornó con Ernst Bloch, autor de El principio Esperanza, donde concluye que «no hay certeza en esta vida tan incierta que pueda compararse con la certeza de la muerte».

Reiteró que Damián fue una persona creyente y cristiana que «ha vivido con fe en Jesús y con amor a Dios. La fe ha sido su mayor tesoro» falleciendo precisamente en este año 2023 en que su Casa Salesiana de Las Palmas cumple el centenario. A pesar de su fragilidad y enfermedad, se esforzó al máximo en su labor educadora y religiosa, juicio que comparten muchos de los que le trataron. Y todo ello, en un vaivén de idas y venidas al hospital Doctor Negrín. «De hecho, pidió que le cambiaran una cita que tenía el mismo día del pregón de María Auxiliadora, cuya festividad sucedió el miércoles. Le dijo a la oncóloga que él tenía que estar en el pregón, contaba José Carmelo Pulido anoche a los asistentes al funeral. «No dejó de luchar por vivir», remarcó.

41 años de sacerdote

Damián Ramón Moragues Ordínez falleció recientemente en la residencia salesiana Don Pedro Ricaldone de Sevilla, a la que había sido trasladado desde Gran Canaria tras el agravamiento de su enfermedad. Tenía 72 años. De ellos 52 como salesiano (41 como sacerdote). Había nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz), el 21 de febrero de 1951. Fue ordenado sacerdote por el cardenal Bueno Monreal en Sevilla, julio de 1981. En el año 1989 se licenció de Teología Espiritual en Roma. Sería destinado al centro de Las Palmas en 1919, tras un amplio recorrido de ejercicio docente por los colegios que los salesianos mantienen en las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva.