Entrevista | Lázaro Santana Poeta, ensayista y crítico

Lázaro Santana: "El éxito en poesía es relativo y, desde luego, nunca es económico"

El escritor palmense Lázaro Santana es distinguido con el título de Hijo Predilecto

Lázaro Santana en su despacho.

Lázaro Santana en su despacho. / Andrés Cruz

El palmense Lázaro Santana ha sido distinguido como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria por su trayectoria como poeta, ensayista y crítico. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna y cursó estudios de Arte en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus poemarios se encuentra ‘El hilo no tiene fin’, ‘Recordatorio USA’ o ‘Que gira entre las islas’.

¿Qué ha supuesto Las Palmas de Gran Canaria en su obra?

La ciudad está siempre presente en gran parte de las cosas que he hecho, sobre todo en los poemas, que es una visión que yo tengo de la ciudad no muy optimista la mayor parte de las veces, pero sí, subrayando la existencia de la ciudad y de la gente que vive en ella desde un punto de vista histórico. La ciudad siempre tiene dos caras, puede ser un infierno o un paraíso. Por lo general, siempre empieza siendo un cerco en que la gente se ve obligada a vivir por el lugar de nacimiento, entonces a veces esas condiciones no son las mejores y más cuando es una ciudad de tipo insular cuya conexión con otras partes del mundo es más complicada. Ya en pleno siglo XXI la comunicación con el resto del planeta es más fácil, pero en años anteriores, sobre todo cuando yo era muy joven esta comunicación no era tan fluida y la ciudad era como una especie de cerco. 

¿Cómo se extrapola esa idea a su creación?

Hay un poema mío que está basado en una nota de la Inquisición de Las Palmas de 1.600 y pico, donde se detiene a dos ciudadanos de los Países Bajos y son procesados. Sin embargo, no los meten en la cárcel, sino que les dicen que se queden aquí y que tengan a la ciudad por cárcel. De cierta manera, es una cosa que se puede propagar a lo largo de mucho tiempo. Por otra parte, luego, la ciudad como tal, puede ser una especie como de paraíso, de luz, de sol, de amistad, de proyectos que puedes hacer. 

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¿Cuál es el principal reto que afrontan los escritores canarios a día de hoy? 

Los escritores canarios, como cualquier autor en cualquier parte del mundo, el reto que afrontan es el de ser buenos escritores. Es decir, crear una obra que les interese a ellos, y que puede interesarle a lo demás. Ese rango de interés puede ser muy diferente. Hay escritores que llegan mucho a la gente y que no son gran cosa. Te pongo por caso, por ejemplo, Antonio Gala, que es un escritor como novelista, más bien mediocre, como autor teatral, un poco más que mediocre, y tiene un público amplísimo, que ha llegado a todo el mundo. Y luego hay escritores mucho más interesantes, como puede ser, Juan Benet, por ejemplo, que siendo reconocidos por el estatus de la crítica, no llegan al público. 

La Inteligencia Artificial podrá hacer las cosas que hace el hombre, pero para expresar sentimientos hace falta una conciencia humana

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Es el dilema de los best sellers...

Bueno, y hoy más que la literatura de consumo es una literatura fácil, de entretenimiento, es decir, que el libro que compras para ir a la playa y que no te haga pensar demasiado. Es el libro de consumo, el más que se vende y el más que la gente escribe, no sé si porque no lo pueden hacer mejor o porque ese es el tipo de libros que ellos quieren hacer, que les da dinero, les da fama y van a por ello, sin mayor preocupación. 

¿Su obra más vendida es de la que está más orgulloso? 

No, en poesía no hay posibilidad de obras más vendidas. La poesía es un género -voy a llamarla así- muy minoritario, que si haces de un libro tuyo 1.000 ejemplares y realmente se venden, ya es un éxito. Ningún poeta puede vivir de la poesía que escribe, eso por descontado, como sí puede hacerlo un novelista o un autor teatral. El éxito en poesía es relativo y desde luego nunca es económico.

¿Espera que en el futuro tenga lugar un resurgimiento de la poesía?

La poesía siempre, salvo en la época, yo diría casi prehistórica, ha sido un género minoritario. Excepto cuando era en la época medieval o incluso en la época antigua, cuando el poeta era un juglar que transmitía las historias de pueblo en pueblo. En ese sentido, la poesía tuvo, digamos, un auge mayoritario puesto que además era prácticamente el único género que existía, no existía en la novela y el teatro era una cosa todavía muy en embrión, salvo por supuesto en el teatro clásico griego. Difícilmente un libro de poemas puede ser un best seller.

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Y por otra parte, ¿agradece que no se conviertan en best sellers

Sí y no. Sería ideal que el libro que publicaras te compensara económicamente el tiempo que has empleado en escribirlo, en darle forma. Pero también el éxito a veces implica el que te veas forzado a hacer cosas que a la gente le gustan y que a ti no te gustan tanto. Yo creo que la poesía está bien como está, tiene su éxito relativo.

Usted ha dedicado parte de su trabajo a pintores, ¿cree que son dos artes que beben la una de la otra?

La pintura y la poesía están muy próximos, se pueden penetrar una en otra. Los pintores se ven bastante influenciados por la poesía y los poetas se ven también bastante influenciados por los pintores. Hay una especie como de vaso comunicante entre esos dos géneros, por llamarlo de alguna manera. Entre esas dos formas de expresión hay mucha proximidad. 

Y las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, ¿cree que en algún momento empezarán a hacer buenos poemas? 

Que la Inteligencia Artificial pueda hacer cosas que hace el hombre, seguramente, que las pueda hacer incluso mejor o al menos más perfectas, también. Todo está en si esa inteligencia está dotada de sentimientos, es decir, la inteligencia pura y dura está bien para los descubrimientos científicos, que quizás sea lo más que se acerca a ellos, pero para expresar sentimientos yo creo que hace falta una conciencia humana. 

¿Tiene entre manos algún poemario o trabajo? 

Está pendiente de publicarse Secuencias de un año de la peste, una especie de diario en verso de lo que me ocurrió a mí, de lo que sentí que ocurría a los demás durante el año que duró la pandemia.

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