Setenta marineros, profesores y estudiantes de distintas nacionalidades desembarcan en la capital grancanaria para tomarse un descanso antes de completar nueve meses alrededor del mundo a bordo del ‘Sorlandet’, un velero con 97 años de historia que casi naufraga en la Segunda Guerra Mundial.
¿Se imaginan mandar a los hijos a estudiar secundaria en uno de los veleros más antiguos del mundo? La experiencia, que ronda los 60.000 euros por curso escolar, no está al alcance de todos los bolsillos, pero en estos tiempos líquidos de emociones y experiencias todo parece posible.
Solo hay que acercarse al muelle de Santa Catalina para comprobar que esa educación romántica y alternativa existe a bordo del Sorlandet. Se trata de un velero noruego tipo fragata construido en 1927 que tiene el honor de figurar, además, entre los más antiguos del mundo en activo, al menos de los barcos que navegan a vela y conservan todos sus elementos originales de construcción.
Crisol de culturas
El Sorlandet, que está representado por la consignataria Kuehne & Nagel en el Puerto de Las Palmas, ha arribado este fin de semana al muelle de Santa Catalina con 74 aventureros a bordo entre estudiantes, profesores, médicos y la tripulación, explican desde la consignataria local.
El grueso del personal lo integran los alumnos, unos sesenta, que proceden de diferentes partes del mundo, aunque abundan los de nacionalidad noruega.
La compañía organizadora, en ese sentido, es norteamericana y está radicada en Suiza, desde donde coordina toda la logística del proyecto, pero el cuartel general de A+ World Academy está en Noruega. Partieron desde Kristiansand el pasado mes de agosto, y conocerán en nueve meses cuatro continentes, catorce países y veinte ciudades, todo combinado con la instrucción en cubierta, profesores nativos y la experiencia única de dar la vuelta al mundo en un velero exclusivo, cuya historia hunde sus raíces en la Segunda Guerra Mundial.
Entre los objetivos de este internado flotante, quizá el único conocido a este lado del mundo, figura la excelencia. Los estudiantes de A+ World Academy no se limitan a sentarse en sus escritorios y realizar los exámenes, sino que «aprenden el valor del trabajo duro, la determinación, la perseverancia y la resilencia», señala la compañía en su web corporativa.
Enseñar a los alumnos los entresijos de la navegación es clave en un país como Noruega, con una sólida tradición y cultura marinera a sus espaldas. Por el momento han pasado por Francia, Portugal y España, donde han recalado en Cartagena y ahora en Las Palmas de Gran Canaria.
Están, por tanto, en el ecuador de la expedición, a las puertas de dar el gran salto al otro lado del Atlántico para completar la experiencia. La escala en Las Palmas es importante para la organización porque constituye el primer puerto principal al que llegan. Hasta Gran Canaria vendrán los familiares de los alumnos para recibirlos y pasar 15 días de vacaciones con ellos. Luego volverán al velero para completar la formación.
Durante esas dos semanas, la tripulación aprovechará para poner el buque a punto y afrontar la navegación hasta el Caribe con garantías. Pasarán por Granada, Guadalupe, Puerto Rico y Bermudas, casi como los regatistas de la ARC, que hoy zarpan desde el Muelle Deportivo rumbo a Santa Lucía.
Luego, de regreso a Europa, harán escala en Las Azores, donde repondrán fuerzas hasta subir a los Países Bajos. Allí, en Holanda, les espera una intensa vida cultural, con visitas a la casa de Ana Frank, el castillo de Hamlet, la célebre obra de Shakespeare, o a varios museos para conocer las pinturas de Rembrandt y Van Gogh o los grafitis del artista urbano Banksy. También navegarán por los numerosos canales holandeses para conocer sus secretos y limpiarlos de plásticos.
La vuelta al puerto de Kristiansand, en Noruega, está prevista para junio, pero antes hará una parada sorpresa que no ha sido desvelada por la organización.
El Sorlandet, que significa país del sur, fue construido en los astilleros de Kristiansand. Por eso lo bautizaron con ese nombre, en homenaje a los muelles más al sur del país que lo vio nacer. Tiene 64,15 metros de eslora, incluyendo el bauprés. Sus tres palos, con 35 metros de altura el mayor, disponen de capacidad para soportar 1.240 metros cuadrados de velas.
En su viaje inaugural a Oslo fue recibido por el rey Haakon y el príncipe heredero Olav. Luego navegó a Chicago en 1933 para participar en la Feria Mundial, convirtiéndose en la primera nave noruega en cruzar el Atlántico, según diferentes medios especializados.
De su historia destaca también que sirvió de alojamiento a los tripulantes de los submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de estar a punto de hundirse tras sufrir graves destrozos en una batalla naval. Contribuyó a la formación marítima de las mujeres durante la década de los ochenta y ha participado en varias regatas.
Desde el 2014 está al servicio de los jóvenes para enseñarlos a navegar por el mundo.