Fiestas
La marea 'kpoper' llega a las fiestas de Schamann
Las fiestas de Los Dolores atraen a un nuevo público con una jornada de bailes, juegos tradiciones y talleres pensada para los fanáticos de la cultura surcoreana

La Provincia

Por las fiestas de Los Dolores de Schamann, en Las Palmas de Gran Canaria, nunca habían pasado tantos fanáticos de la música surcoreana como este sábado. El k-pop es un fenómeno de masas que triunfa entre una nueva generación de jóvenes, y no tan jóvenes, que encuentran en sus bailes y en sus ritmos un espacio donde expresarse y crear comunidad. Es habitual verlos en grupo ensayando coreografías por las calles de la ciudad, pero, pese a que es una corriente que acumula millones de seguidores en todo el mundo, hasta ahora no había encontrado su espacio en los festejos populares.
A algunos vecinos del barrio que pasaron por el parque de Don Benito para ver si había misa ese sábado les extrañó encontrarse de repente con una multitud de personas ataviadas con ropa coreana, maquilladas como sus idols (las celebridades del k-pop que entrenan durante años para debutar en la música bajo una agencia de entretenimiento) o practicando con soltura rápidas coreografías encima de un escenario. Desde las diez de la mañana hasta las siete y media de la tarde, cientos de kpopers disfrutaron de clases magistrales, competiciones de baile, juegos tradicionales, talleres, tiendas de merchandising y actuaciones de drag queens.

Festival de K-Pop en Schamann / Andrés Cruz
Entre la multitud se encontraban Moira Rico y Xenia Niño, dos de las siete componentes del grupo femenino Invidia. Poco antes de subir al escenario para participar en el concurso de coreografía grupal, explicaron que este tipo de eventos les sirve de excusa para "estar un poco más de tiempo juntas", pasarlo bien y demostrar en público qué es lo que hacen. "También nos gusta que hay mucha juventud, muchas personas pequeñas que están entrando en este mundo y, como nosotras ya llevamos un tiempo, intentamos que sientan que es un sitio guay, seguro y procurar que estén todos cómodos en la comunidad que se está formando", explicó Niño.
Nuevos adeptos
Rico tiene 21 años, pero desde pequeña empezó a practicar hip-hop y baile urbano hasta que a los 13 encontró su lugar en el mundo del k-pop. Para Niño fue este tipo de música lo que la atrajo desde un primer momento y la lanzó a la pista de baile para recrear lo que hacían sus celebridades. A partir de ahí, ambas continuaron su formación en academias de baile y formaron un grupo de amigas con las que comparten su afición. Rico asegura que, "como la comunidad ahora mismo es tan grande, el hecho de que estos eventos se incluyan en fiestas populares incentiva mucho a que luego participemos en otras actividades que hagan y conozcamos distintos lugares y espacios".
Marianela Yang no dudó en grabar algunos vídeos de las coreografías que enseñaba Cristian, uno de los componentes del grupo madrileño Ponysquad, en su masterclass de baile. Para ella, la afición al pop coreano le llegó con 50 años, cuando empezó a escuchar un nuevo género musical durante los primeros meses de la pandemia. "La culpa fue del confinamiento. Estando en casa, me salió un día Kai, del grupo EXO, y a mí que me encanta bailar me metí enseguida en ese mundo", aclara. Pronto ese interés se trasladó a toda la cultura coreana, hasta el punto de que empezó a aprender el idioma.
Los asistentes encuentran en esta música y en sus 'idols' un espacio para crear comunidad
"Esto es genial porque aquí no hay diferencia de edad y yo ya estoy acostumbrada a que entre gente jovencita de 15 a 17 años y personas de 50 nos guste lo mismo. Es un mundo sano y lo veo muy bien para socializar", explica la asistente al festival. Por otra parte, sí que echa en falta más lugares de encuentro para los fanáticos de la cultura coreana en las Islas y, sobre todo, que se difunda más para que los interesados puedan asistir. Cree que el hecho de que se abran estos actos a un público más global "ayuda a normalizarlo" y le gustaría llegar a verlo en los gimnasios, al igual que se imparten clases de zumba.
Otro de los grupos que se subió al escenario para participar en el concurso de coreografía grupal fue Haiku. Dos de sus componentes, Kiara Mendoza y Carla Cabrera, explican que llevan mucho tiempo bailando juntas en la banda y disfrutan del momento de salir a competir y entretenerse haciendo lo que más les gusta. A Mendoza la música coreana no la convencía en un principio, cuando se la mostró una amiga, pero poco a poco empezó a montar coreografías y la sorprendió bailando la música de sus idols. En el caso de Cabrera, fue un paso más allá en su afición a la danza, con pasos más rápidos y rítmicos.
"A mí me alegra mucho que haya más concursos de este tipo, y que ya de paso lo tengan más normalizado, que no es como si esto fuese algo rarito. Poco a poco se va anotando en España que estamos aquí", aseguró Mendoza. Sin embargo, su amiga Cabrera explica que "hay casos todavía en los que lo hemos pasado mal, por parte de gente que no acepta esta música".
"Intentamos que los más jóvenes sientan que es un sitio guay y seguro para que estén cómodos"
Tamara Guerra, una de las organizadoras del evento y dueña de la tienda The quest arte fantástico, explica que todo el movimiento del k-pop se inspira en las boy bands de los 90, como los Back Street Boys, y lo primero que les recomiendan a los clientes para empezar a familiarizarse con este género es escuchar a estas bandas, que son una parte "muy importante para la formación" de los idols. Ya cuando empiezan a adentrarse en las canciones coreanas, lo que más escuchan estos seguidores son los temas de las bandas más conocidas como BTS, Stray Kids o Black Pink.
Guerra asegura que es normal que asistieran cientos de personas al evento porque "el movimiento k-pop siempre atrae gente y suele tener bastante influencia", especialmente en los concursos más fuertes de baile. "Al incluirse dentro de una fiesta atraemos a un cierto público que a lo mejor en un evento más cerrado no vendría. Es una cultura que empieza desde pequeñito y los que comienzan suelen tener diez o doce años", añade.
Juegos típicos
Los asistentes tuvieron la oportunidad de familiarizarse con los juegos tradicionales coreanos, como el yut, que es una especie de parchís en el que, en lugar de dados, tiran al suelo unos palos de 30 centímetros. Estos tienen una parte plana y otra redonda con X. Cuando al jugador le sale la parte plana, le toca mover una casilla y, cuando le salen dos, mueve dos. Si todas las piezas caen en la parte redonda, puede mover cinco casillas y repetir tirada. Después hay un punto de suerte y, en función de cuántas casillas mueva, puede tener un camino más largo o más corto.
En otro de los juegos tienen una pelota con un taponcito y el reto es darle la mayor cantidad de golpes posible. También pudieron probar una especie de trompo que atas y tiras, pero con el reto de que cuando esté girando hay que darle un latigazo con la cuerda para que siga rodando. Aunque la mayoría desconocen en qué consisten estos juegos, hay algunos que vienen con todo aprendido por los directos que hacen sus artistas favoritos mostrando cómo funcionan.
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