La ermita del Pueblo Canario abrirá a finales de este año con su pavimento original

El descubrimiento del pavimento antiguo retrasó la obra

Los trabajos se centran en la recuperación de la madera de tea original y la accesibilidad

Las Palmas de Gran Canaria

La apertura de la ermita del Pueblo Canario está prevista para finales de este año. El descubrimiento del antiguo suelo del templo, datado de finales del siglo XIX o principios del XX, retrasó los trabajos de restauración del templo catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). A lo largo de estos meses se han conseguido adelantar ciertos aspectos cruciales como la accesibilidad y la nivelación del suelo. La alcaldesa, Carolina Darias, ha confirmado que seguirá utilizándose para las bodas civiles tras la reapertura. «Me gustaría celebrar el primer matrimonio y lo voy a intentar», afirmó la regidora ayer durante la visita al edificio en compañía del concejal de Urbanismo, Mauricio Roque.

Se estima que la ermita de Santa Catalina fue construida a lo largo del siglo XIV alrededor de 1356, por frailes mallorquines. Pero no fue hasta los años 50 que el arquitecto Miguel Fernández de la Torre la restauró para enmarcarla en el proyecto del Pueblo Canario ideado por su hermano Néstor de la Torre. El templo fue remodelado con la intención de albergar las obras del propio artista Néstor de la Torre, sin embargo, el obispado se negó a esa transformación, y finalmente se usó para la celebración de enlaces matrimoniales. 

El templo original sufrió el asalto de Van der Does en 1599, siendo posteriormente reconstruido. No se sabe con certeza si, después de quedar en ruinas, el inmueble fue trasladado, ya que en los planos de Torriani de 1588 y de Casola de 1595, su ubicación aparece más hacia el norte. A partir de 1742, el teniente coronel ingeniero Antonio Riviere sitúa la ermita donde hoy en día se encuentra el Pueblo Canario.

Una obra laboriosa

Está conformada por tres naves rectangulares, una central principal y dos laterales, con una superficie total construida de 225 metros cuadrados y una superficie total útil de 165 metros cuadrados. Durante la reforma de Fernández de la Torre, las naves fueron elevadas por lo menos en 30 centímetros, por lo que los técnicos tuvieron que nivelar la edificación tras encontrar el antiguo suelo. Las losetas ocupan una superficie de 36 metros cuadrados de un total de 68 de superficie que tiene la nave central. 

«Es una obra tremendamente laboriosa, con algunos factores sorpresas como es el haber descubierto este pavimento 30 centímetros por debajo de la nave central, esto ha requerido que tuviéramos que hacer un modificado de la obra», apuntó Darias. El presupuesto también ha tenido que ser modificado como consecuencia del descubrimiento, finalmente el coste total asciende a 437.950 euros

La accesibilidad ha sido un pilar de la obra, se ha incorporado una rampa a la entrada y se ha nivelado el suelo entre las salas para permitir que todos los usuarios accedan sin impedimentos, además de la incorporación de un baño adaptado. Asimismo, se contemplan otras mejoras como la instalación de saneamiento, electricidad, telecomunicaciones y aire acondicionado.

Una cirugía para la madera

Al bajar la nivelación las puertas de madera han tenido que ser reformadas. El ebanista de la obra ha pasado gran parte del tiempo agrandando esas puertas, así como reparando las ventanas y vigas elaboradas con madera de tea. «Ha sido un trabajo manual porque no hay máquinas que hagan eso», expresó. El techo también ha sido intervenido, se realizó prácticamente una cirugía al incorporar algunas vigas nuevas para reforzar la estructura. «Es una obra en la que están interviniendo los técnicos municipales y los equipos con mucho cuidado y con mucho mimo», señaló la alcaldesa. Esta restauración ha permitido recuperar la gran mayoría de las vigas del tejado, así como las ventanas, los marcos y las puertas, a pesar de su mal estado inicial después del deterioro sufrido por el tiempo. Y es que hay recordar que la ermita lleva cerrada desde 2018 y fue la humedad una de las principales causas de su desgaste. La carcoma y los hongos afectaron profundamente en su estructura.

En su interior se encuentran los murales expresionistas del artista nacido en Tamaraceite Jesús Arencibia, que cubren las paredes de la nave principal y están inspirados en la iconografía de Santa Catalina de Alejandría. Las obras, que fueron realizadas entre 1957 y 1958, están protegidas de las obras por paneles de madera ignífuga e hidrófuga y sellamiento de juntas y posibles entradas de aire o polvo, según las directrices de la restauradora Amparo Caballero.

La ermita de Santa Catalina ya tiene fecha para su reapertura, aunque no se puede decir lo mismo del Museo Néstor. Este año la Comisión de Patrimonio Histórico del Cabildo dio el visto bueno parcial al proyecto, por lo que desde el Consistorio están en proceso finalizar el documento para publicar su licitación. «Tuvimos distintos informes negativos, en su caso de la Comisión de Patrimonio Insular, afortunadamente por un trabajo conjunto de los servicios municipales e insulares se consiguió un consenso que lo ha desbloqueado y lo que queremos ahora es poder empezar. Somos conscientes de que las obras tienen su aquel, pero vamos a seguir con la tenacidad y con el impulso para que sigan avanzando», detalló la alcaldesa.

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