El Puente del Rincón, un hito de la ingeniería con 30 años

El puente del Rincón supuso todo un reto en la construcción de carreteras en Canarias a comienzos de los 90, eso sí, no exento de polémicas por su ubicación

Más de 3.000 toneladas de hormigón, otras 400 toneladas de acero, 210 metros de longitud y otros 43 metros de alto. Las dimensiones del puente del Rincón, en Las Palmas de Gran Canaria, son abrumadoras. No obstante, en su tiempo fue el más grande del mundo de su tipo. Y es que el icónico arco que corona la desembocadura del barranco de Tamaraceite -o de Guanarteme-, es una estructura mixta formada por cajones de acero rellenados de hormigón, al revés de lo que venía siendo habitual. Obra del destacado ingeniero José Antonio Torroja, fue inaugurado hará ahora 30 años, el 12 de septiembre de 1994.

Durante años, la carretera del Norte de Gran Canaria dio problemas a los automovilistas. Los desprendimientos eran el pan de cada día, especialmente con lluvias intensas y con viento de norte, al ir la vía pegada a la montaña. De hecho, los técnicos de Obras Públicas llegaron a detectar grieta en la pared fosilizada de El Rincón con hasta 270 metros de longitud, lo que hacía presagiar un posible derrumbe. Además, el parque automovilístico llevaba décadas multiplicándose -la previsión en 1994 era que la nueva autovía superara los 30.000 vehículos diarios- cuando la vía tenía apenas un solo carril para cada sentido.

Por otro lado, quienes venían de la capital, obligatoriamente tenían que cruzar el barrio de Guanarteme y, por ejemplo, el tráfico pesado que iba del Puerto hacia el Norte tenía que atravesar Mesa y López. Obras Públicas finalmente optó por una variante que alejara la carretera de la ladera y una nueva vía de penetración a la ciudad. En este caso, se trataría de un túnel bajo la montaña de La Minilla que conectara Alcaravaneras con la plaza de América -el futuro túnel de Julio Luengo- y, a continuación, un viaducto para salvar el tajo del barranco de Tamaraceite.

¿Cuánto costó la autovía?

El túnel y el viaducto prácticamente se ejecutaron a la vez, con un presupuesto que superaba los 6.600 millones de pesetas -casi 40 millones de euros-. Para el viaducto sobre barranco de Tamaraceite no se escogió una opción cualquiera. El ingeniero José Antonio Torroja -padre de la cantante Ana Torroja- fue el encargado de diseñar un proyecto que marcaría todo un hito arquitectónico, ya no solo en Canarias, si no a nivel español y global. La estructura estaría conformada por un arco de 162 metros de longitud entre un lado y otro, elemento que a su vez sostendría mediante tensores dos calzadas a cada lado.

La construcción de este mastodonte no quedó exenta de polémica. Los primeros en poner el grito en el cielo fueron quienes impulsaban el proyecto del arquitecto José Miguel Fernández-Aceytuno para convertir la desembocadura del barranco en el parque de la Música. La Asociación de la Música Actual de Gran Canaria (AMA) señaló en una carta que escribieron al Diputado del Común -publicada en este periódico en abril de 1991- que el proyecto tenía dos grandes inconvenientes: uno era el puente, el otro, «la manifiesta ausenda de ética entre la clase política para rectificar».

Los músicos y el propio arquitecto expresaron su total rechazo. Según estos, el puente iba a devaluar «la calidad ambiental del complejo». Se mostraron incrédulos ante las indicaciones de los técnicos municipales, quienes les dijeron que «el tráfico no se oirá» y hasta tacharon el puente de José Antonio Torroja como «un puente-autopista de mediocre diseño». Un calificativo chocante, teniendo en cuenta que el autor presidía entonces el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos a nivel estatal, con una carrera brillante y hoy considerado como «un pilar de la ingeniería española».

'Ponte al mar, oponte al puente'

Con el lema Ponte al mar, oponte al puente, la plataforma puso alternativas; como una vía a modo de trinchera, que discurriera de manera deprimida con respecto al parque y lo partiera en dos, por lo que gran parte de la calzada iría techada para darle continuidad al área de esparcimiento. Esta no fue la única propuesta que hubo sobre la mesa, también se barajó hacer un puente, pero sin el arco, un viaducto «normal» que causara un menor impacto paisajístico. Esta última idea era de José Manuel Fernández Ordóñez, hermano del entonces ministro de Asuntos Exteriores y que fue contratado por Política Territorial.

Vista área en Google Maps de la desembocadura del barranco de Tamaraceite donde debía de ubicarse el Parque de la Música.

Vista área en Google Maps de la desembocadura del barranco de Tamaraceite donde debía de ubicarse el Parque de la Música. / LP/DLP

El que fuera autor de la remodelación de la Isla de la Cartuja de Sevilla para la Expo 92 fue contratado para redactar el plan especial de El Rincón, una zona de la capital sumamente degradada por aquel entonces. Tras varior tiras y aflojas, el entonces concejal de Urbanismo, Claudio Ojeda, zanjó que el asunto estaba ya «suficientemente» debatido y que «cualquier nueva situación es una pérdida de tiempo y gastar más dinero». Es más, acusó a Fernández Ordóñez de «afán de protagonismo» y a la consejería autonómica de Política Territorial de tener «intereses políticos».

Y es que el proyecto del hermano del ministro pretendía colocar pilotes por todo el barranco para soportar la calzada, en lugar de los dos que se hicieron finalmente a cada extremo del cauce. No obstante, el debate ya era estéril, puesto que las obras del puente colgante comenzaron meses antes, en septiembre de 1991, por lo que habría supuesto reformular el proyecto ya empezado.

El remate de El Rincón

Los trabajos comenzaron con el acondicionamiento de los terraplenes que permitirían conectar el puente con la autovía del futuro túnel deJulio Luengo, también en construcción por aquel entonces. Los capitalinos empezaron a ver entonces cómo empezaba a levantarse sobre el barranco gran arco de hasta 43 metros de alto que prometía ya con convertirse en un icono. La obra sería el remate de la remodelación de El Rincón, en conjunto con el Auditorio el final del paseo de Las Canteras

Momento de la colocación de la última pieza del arco de acero.

Momento de la colocación de la última pieza del arco de acero. / Quesada

Habría que esperar hasta febrero de 1993 para ver la colocación de la última de las 13 piezas de acero del arco. Estas fueron fabricadas en Sevilla, al igual que las piezas de la pasarela Onda Atlántica del Itsmo. Una vez culminada la estructura básica, esta sería rellenada con hasta 3.500 toneladas de hormigón. Se trata de una técnica original, aunque hoy el puente del Rincón se ha visto sobrepasado por otros nuevos viaductos -el actual récord del mundo lo ostente el puente de Bosideng, sobre el río Yangtze, en China, y un vano de 530 metros-.

A continuación, tocaría completar la calzada -con tres carriles de circulación en cada sentido-, que tan solo contaría con dos apoyos en ambas laderas del barranco. Este estaría sujeto a la estructura arqueada a través de 24 péndolas -cuerdas de acero de unos 25 centímetros de diámetro-. Con una longitud de 162 metros entre un extremo y otro del arco, el tablero sería montado desde el suelo, a 20 metros sobre el lecho del cauce. Al mismo tiempo se fue rellenando el arco de acero con hormigón, para que pudiera soportar el peso de la futura carretera.

La inauguración

Retrasos mediantes, a principios del verano de 1994 la calzada ya contaba con la primera capa de asfalto. Se realizaron numerosas pruebas de carga con el objetivo de comprobar la efectividad del puente y de los tensores que sostendrían el puente colgante. El arco costó 400 millones de pesetas y la obra en su totalidad se cifró en unos 1.200 millones; en euros, unos 2,4 y 7,2 millones, respectivamente. El proyecto de ingeniería optó a ganar el Premio Internacional Puente de Alcántara.

La inauguración llegaría el 12 de septiembre de 1994. El entonces presidente del Gobierno canario, Manuel Hermoso y el alcalde de la capital, Emilio Mayoral, entre otros, fueron los encargados de cortar la cinta. Además, se produjo un gran atasco al quedar reducida la calzada a un solo carril en sentido Norte al pasar el puente. Aquel día también abrieron los ramales de las calles Quintana y Pío XIIa Julio Luengo, túnel que comenzó a andar en diciembre de 1993, con unos atascos que, según prometieron las autoridades, serían puntuales; hoy día, esta vía sigue siendo el mayor punto negro de la ciudad, tanto en Torre Las Palmas como en Plaza de América.

El puente fue rebautizado en 2015 como viaducto Julio Molo Zabaleta. Fallecido en 2012, fue jefe del Servicio de Carreteras de la Comunidad Autónoma cuando se construyó la autovía. No obstante, en el imaginario popular sigue siendo el puente del Rincón. Y es que, tres décadas después, se ha convertido en todo un icono. Eso sí, tras años de inacción, el parque de la Música que puso en peligro su construcción nunca llegó a materializarse y hoy hay bajo la estructura un aparcamiento.

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