Medioambiente | Iballa Naranjo Naranjo Técnica paisajista
Iballa Naranjo: «Donde hay una esquina o acera amplia se debe plantar un árbol»
Iballa Naranjo, técnica paisajista y miembro de Adapa (asociación para la defensa del árbol y del paisaje), defiende la implantación de elementos vegetales en cada rincón

Iballa Naranjo, técnica paisajista. / LP/DLP
Es arquitecta paisajista. ¿En qué consiste concretamente esta técnica?
El paisajismo es una atención y un cuidado a los espacios naturales y urbanos, desde unos valores en los que se aprecian los elementos estéticos que nos acompañan. En el evento de constitución de la mesa del arbolado del otro día en el Gabinete Literario, nos concentramos en el árbol y en el papel que tienen en el espacio urbano.
¿Qué papel juegan los árboles en la construcción del paisaje?
En general, cuando se piensa un paisaje, se piensa con componentes verdes, para algunos teóricos del paisaje no tiene que ser necesariamente así. Para cierta corriente científica, el paisaje urbano es simplemente una perspectiva que ha de ser atractiva, estéticamente, y que tenga un valor, por ejemplo, armonioso y que las personas lo sientan agradable. A veces no tiene por qué haber necesariamente verde, pero desde luego lo verde con sus características acompaña y armoniza y da mayor valor estético a los espacios.
¿Qué problemas hay en Canarias con respecto a la construcción del paisaje y la importancia que se le da a los árboles?
Como en todos sitios, siempre se podrían hacer mejor las cosas. Dicho esto, desde mi experiencia en Francia, que es donde he pasado 16 años trabajando, en Canarias siento que hay mucho por hacer. En Francia hay una mayor conciencia tanto del ciudadano de a pie como de la administración. ¿Qué podemos hacer en Canarias para incrementar lo verde en el paisaje urbano? Mucho. Para empezar, que la administración conciba desde el planeamiento y las intervenciones una mayor presencia de lo verde. En Francia existen los espacios arbolados clasificados, que es uno de los puntos que se trajo a debate en la pasada jornada del árbol en el Gabinete Literario. Se trata de unas bolsas de suelo en espacio público y privado donde se reconoce la presencia de árboles y ahí no puedes construir. El edificio nuevo tiene que bordear el espacio protegido de arbolado; que ya existía previamente.
¿Qué ideas se pueden tomar en la capital para mejorar el paisaje a través de los árboles?
Un ejemplo directo es Ciudad Jardín, que está perdiendo su apelativo. Sigue siendo una urbanización de baja densidad, pero siento que esa presencia de lo vegetal se está perdiendo a favor de lo mineral [materiales de construcción]. Para empezar, el propio espacio público podría tener en las esquinas de los cruces de calle, donde se ensanchen las aceras, árboles y/o pequeños arbustos. Además, en el espacio privado, muchos chalés se están renovando y están mineralizando el suelo, cuando la presencia de lo vegetal tendría que ser mayor para poder llamarlo Ciudad Jardín. Hay una necesidad de reglamentar, desde la planificación, y después de controlar tanto el espacio público como el privado; y, en caso necesario, aplicar las sanciones correspondientes.
¿Hay una falta de control?
A veces las administraciones son las que pregonan mejoras y no las hacen o no son lo suficientemente ambiciosas. Esto suele pasar por no haber conciencia de la importancia de lo verde. La falta de control de aplicación de las normas urbanas, que tiene que ser precedida de una buena reglamentación, es un factor clave en la transformación de la ciudad.
¿No existe la reglamentación adecuada?
Hay campo de mejora, en la ordenación del territorio, pero sobretodo en el control.

Ciudad Jardín, en Las Palmas de Gran Canaria. / Juan Castro
¿Qué ocurre con los barrios de nueva creación?
En Siete Palmas, por ejemplo, la presencia es óptima, pero podría mejorarse aún más; sobre todo en las alineaciones de árboles y en los parques. Ya sin hablar de este barrio en concreto, hay veces que los árboles crean conflictos, por ejemplo, tapan los letreros de los comercios y puede haber presión de los dueños para que no se planten árboles allí. O de los propietarios de viviendas en calles arboladas que alegan que les traen insectos a sus viviendas. Ahí la administración pública tiene que defender el interés general por encima del interés comercial, plantando árboles de copa estrecha, un poco más altos o más alejados de la fachada y llevar luego un buen mantenimiento.
¿Qué ocurre con los barrios consolidades de la ciudad con falta de vegetación?
Para empezar, se podría ver qué huecos del espacio público pueden ser receptores de vegetación y transformarlos y disminuir la fuerte mineralización urbana. Por ejemplo en Las Canteras, que es una zona desangelada vegetalmente hablando, mediante la planificación se debería incrementar lo verde y aprovechar en la medida de lo posible ensanche de aceras, retranqueos, cruces de calle, cuando se pueda con zonas de descanso. Lo verde nos ayuda a bajar la temperatura, aporta sombra, contribuye a la calidad de vida y no hace más amables.
¿Las instituciones tendrían que hacer más pedagogía en este sentido?
La apreciación de la calidad de lo verde tiene que darse a distintas escalas y en distintos sectores, también desde la ciudadanía. Hay que hacerla desde los colegios para que cuando crezcan tengan integrada su importnacia; también a los trabajadores que estén tanto en el ámbito público como en el privado y que tengan capacidad de transformar la ciudad. La ciudadanía debe ser capaz de apreciar el espacio verde para defenderlo, mantenerlo y respetarlo.
El clima de Canarias difiere mucho de la Francia atlántica donde ha trabajado. ¿Qué alternativas hay a nuestra falta de lluvia?
Una posibilidad sería mejorar la evacuación de aguas pluviales, separándolas siempre de las usadas; esto permitiría tener un sistema más directo de reciclaje de agua. Otra opción sería llevar las aguas depuradas a un último ciclo y que sean óptimas para el riego.
¿Para ustedes los paisajistas es más complejo transformar una ciudad como esta?
Sí, por la falta de lluvia, el árbol en general no se ha tenido tanto en consideración por la escasez de agua que tenemos. Antiguamente se pensaba que era malgastarla para un árbol que no te aportaba nada. Antes de la llegada de las desalinizadoras, había que aprovechar el agua al máximo para la agricultura y la pequeña industria. Ese pensamiento hoy no cabe.
El problema es que la ciudad ya está construida bajo esa premisa.
Pero debe haber un cambio de paradigma en ese sentido, donde hay un ensanchamiento de aceras, donde hay unas esquinas amplias, cabe la posibilidad de plantar más. Sé que está habiendo una mayor concienscia por parte de las administraciones y de los ciudadanos. Falta mayor voluntad y ambición para verdear la ciudad. Cabría proponerle al Ayuntamiento un plan de mejora teniendo en cuanta la ley sobre arbolado urbano y el manual de buenas prácticas del arbolado urbano para Gran Canaria, ambos en tramitación.
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