Crónica

El extraño viaje

Un diálogo revela las misteriosas razones detrás de la visita de Néstor Álamo a Mauritania y Mali en plena tensión política

Néstor junto a Fernando María Castiella. En medio, al fondo, Matías Vega Guerra (1957).

Néstor junto a Fernando María Castiella. En medio, al fondo, Matías Vega Guerra (1957). / La Provincia

A finales de 1966, un empresario grancanario, dedicado al negocio de la pesca, se topó casualmente con un paisano periodista en un cafetín moruno, ubicado cerca del puerto de Nuadibú. Mientras el aroma del café impregnaba el ambiente y la música de los Beatles sonaba en un pequeño transistor, ambos se sumergieron en una animada conversación.

-Ni en un millón de años adivinarías con quién me he cruzado esta mañana vestido a la mauritana –dijo el comerciante.

-¿Con Néstor Álamo? –respondió el periodista sin titubear.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó el comerciante, asombrado.

-Porque yo también acabo de verlo hace unas horas. Viene de La Güera, según él, invitado por el cónsul, Miguel Ángel Sedaño, para realizar un viaje etnográfico por Mauritania y Mali.

-¿Piensas que no es cierto?

-¡Vamos hombre! ¿Qué diplomático en su sano juicio invitaría a un sexagenario, a un país al borde de una guerra civil como este, para a continuación enviarlo a uno que acaba de salir de otra? Es tan absurdo como mandar a un anciano primero a Vietnam del Sur y luego a Yemen del Norte.

-Ahora que lo dices, es evidente que no ha elegido el momento más oportuno para venir a Mauritania.

-Exacto. Este país atraviesa una profunda crisis debido a la política de arabización, ampliamente rechazada por la población negra, y Mali permanece bajo ley marcial tras haber aplastado una rebelión tuareg a sangre y fuego. Circunstancias por las que cualquier diplomático con un mínimo de sensatez desaconsejaría a sus compatriotas visitar ambos países.

-¿Entonces qué crees que está haciendo aquí?

-¿No te lo imaginas? Néstor no ha venido por gusto, eso te lo aseguro. Lo conozco lo bastante bien como para saber que no es, ni de lejos, ningún Lawrence de Arabia. Me juego lo que quieras a que su presencia tiene algo que ver con otros asuntos de más calado –dijo llevándose un dedo a los labios como si guardara un secreto.

-¿Quieres decir... espionaje?

-Así es –respondió bajando la voz–. No es raro que los diplomáticos actúen como espías encubiertos. Mientras desempeñan sus funciones, recopilan información estratégica. Y nuestro cónsul tiene toda la pinta de ser uno de ellos. Apostaría a que trajo a Néstor con el propósito de recabar datos sobre Mauritania y Mali.

-Pero eso no tiene sentido. La única información que Néstor podría recopilar es de carácter histórico.

-Precisamente, esa es su coartada. Por ello, intelectuales con su perfil suelen ser invitados a África por los cuerpos diplomáticos de sus respectivos países bajo el pretexto de realizar investigaciones culturales o etnográficas, cuando en realidad operan como observadores encubiertos, recopilando información política, social e incluso militar para sus gobiernos sin levantar sospechas. ¿Recuerdas a Julio Caro Baroja? ¿Aquel antropólogo que, hace poco más de una década, realizó un estudio etnográfico del Sahara español?

-Sí, creo que se llama Estudios saharianos.

-Pues esa obra, aparentemente inocua, se ha convertido en un auténtico vademécum para la inteligencia militar.

En 1966, Néstor Álamo fue visto en Nuadibú, despertando el asombro de la comunidad canaria

-¿Entonces, cuál es la verdadera intención de Néstor?

-Proteger los intereses de España en el Sáhara español identificando posibles movimientos independentistas y monitoreando las injerencias de Mauritania y Francia.

-¿Qué tipo de amenaza pueden representar esos dos países para nuestra quincuagésima tercera provincia?

-Una mucho más grave de lo que podrías imaginar. Mauritania reclama parte del Sáhara español y para ello cuenta con el apoyo de Charles de Gaulle, quien mantiene una importante presencia militar aquí para garantizar sus intereses.

-¿Y su paso por La Güera también forma parte de esta misión?

-No me cabe la menor duda. Su extraña escala en esa pequeña localidad, con la excusa de visitar a Francisco Pérez, sólo tiene una explicación. Como bien sabes, la frontera que divide el Sáhara español y Mauritania no existe más que en los mapas, y por ello La Güera recibe diariamente la visita de toda clase de personas, que la cruzan sin ningún tipo de control, especialmente franceses de Cansado y mauritanos de esta región. Por lo tanto, si Néstor permaneció allí, fue con la clara intención de detectar la presencia de elementos agitadores de ambas nacionalidades, que pudieran estar instigando a los saharauis a rebelarse contra España.

-¿Y por qué se dispone a ir a Mali?

-Porque Modibo Keita, el dictador maliense, también tiene ambiciones expansionistas.

-¿Sobre qué país?

-Sobre este. Junto a Hasán II, que reivindica el Gran Marruecos, sueña con repartirse Mauritania una vez quede dividida en dos tras la inevitable guerra civil que, si las cosas siguen así, terminará estallando entre árabes y negros. Por eso, desde Bamako, está fomentando las protestas contra la arabización forzosa, pues sabe que una guerra interétnica justificaría la intervención de su ejército en defensa de los mauritanos negros. En respuesta, el gobierno de Nuakchot se vería obligado a pedir ayuda a Hasán II, quien, a su vez, aprovecharía la situación para ocupar el norte del país.

-¡Pero eso acabaría desatando un conflicto armado entre ambos países!

-Antes de que comenzaran las hostilidades, la ONU convocaría una reunión de emergencia en la que ambas partes expondrían ante la comunidad internacional que Mauritania es un estado fallido, desgarrado por el enfrentamiento entre dos comunidades irreconciliables. Lo cual justificaría, bajo argumentos humanitarios, su división en dos entidades étnicas que, con el tiempo, acabarían por anexionarse.

-¿Y qué consecuencias tendría eso para España?

-Romper el principio del derecho internacional que obliga a los estados recién independizados a respetar las fronteras heredadas de la época colonial abriría la puerta a cualquier escenario. Así que, tras repartirse Mauritania, Hasán II y Modibo Keita tendrían carta blanca para hacer lo mismo con el Sáhara español, pero esta vez con el respaldo de la URSS.

-¿Por qué iban a contar con su apoyo?

-Porque, en el contexto de la Guerra Fría, Brézhnev busca convertir el sueño panafricano en nuestra peor pesadilla, para que un día despertemos viendo que la presencia europea en toda África Occidental ha desaparecido de la noche a la mañana.

-¿Y sospechas que Néstor ha sido enviado a espiar esas intrigas?

-Me apuesto el cuello a que, si viaja hasta el corazón del país tuareg, no será para buscar semejanzas entre esa lengua y el guanche, sino para comprobar si el ejército maliense ha conseguido someter a los hombres azules.

-Pero ¿cómo lo han elegido precisamente a él para una tarea semejante?

-No olvides que su antiguo mentor, Matías Vega, dirige una embajada situada en otro punto caliente de la Guerra Fría, Venezuela, desde la que se espía a agentes comunistas, españoles o no.

-No veo qué relación puede tener lo que suceda en Mauritania con lo que pase en Venezuela.

-El hecho de que el Che Guevara se haya marchado a Bolivia tras fracasar en el Congo demuestra que la Guerra Fría se libra en cada rincón del planeta y que los conflictos locales están profundamente interconectados. Por eso, no me sorprendería que Matías Vega y su homólogo en Nuakchot hubieran planeado todo esto juntos. He sido testigo de sus cónclaves en el Hotel Santa Catalina.

-¿Piensas que, en uno de ellos, Matías pudo haber recomendado a Néstor?

-Es posible, pero Néstor conoce al ministro de exteriores, Fernando María Castiella, desde su visita a la Casa de Colón hace nueve años.

-¿Entonces cabe la posibilidad de que, dentro de unas décadas, ese ministerio desclasifique un informe suyo titulado: Consecuencias geopolíticas de los conflictos étnicos en el Sáhara?

-Francamente, lo dudo. Ese tipo de documentos rara vez salen a la luz. Sin embargo, estoy convencido de que, para alguien como él, este viaje supone la excusa perfecta para vivir una aventura única, explorar una realidad desconocida y, de paso, demostrar que incluso en el desierto suceden cosas que merecen ser contadas.n

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