Los vientos alisios que recordarán los marineros

Las condiciones meteorológicas durante la travesía de Cádiz a Tenerife han permitido al buque–escuela navegar a vela y alcanzar todos los objetivos de ambientación marinera y la adaptación idónea que necesitan los tripulantes para el trabajo en el mar

El buque Juan Sebastián Elcano atracando en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife

El buque Juan Sebastián Elcano atracando en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife / Andrés Gutiérrez

Lucía Mora

Lucía Mora

El buque Juan Sebastián Elcano partió de Cádiz hace seis días para atracar en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Se trata de un barco de la Armada Española que ha dado la vuelta al mundo en 11 ocasiones –la última en 2021– y ha servido de crucero de instrucción desde que salió al mar el 19 de abril de 1927.

Cuenta con una eslora de 113 metros y 20 velas de 48,7 metros de altura. Es el principal motor natural del barco para transportar sus 3.770 toneladas pese a contar con un motor diesel que le permite alcanzar una velocidad de hasta 6,5 nudos, lo que se traduce en algo más 12 kilómetros por hora. También tienen otra eléctrica de 90 kilovatios con tres generadores diesel.

El comandante del buque, Luis Carreras-Presas do Campo, destacó las buenas condiciones meteorológicas que han imperado durante la travesía. «Hemos podido navegar a vela prácticamente todo el tiempo», señaló en declaraciones a los medios de comunicación. Esto fue posible gracias a los vientos alisios «los mismos que también acompañaron a Cristóbal Colón en su hazaña en 1492» y que predominan en las Islas. Una ayuda que, según el comandante, ha permitido «alcanzar todos los objetivos de ambientación marinera y de adaptación a la vida a bordo» por parte de los guardamarinas y los alumnos del buque.

No es lo único positivo que tiene Canarias para las 240 personas que van a bordo. El comandante agradeció «el cariño» que reciben cada vez que atracan en puerto canario y la «carga emocional» que tiene cada visita. «Recargamos energía, ánimo y la fuerza necesaria», comentó, «para continuar la travesía».

Asimismo, resaltó la posición geográfica de las Islas «antes de dar el salto oceánico hacia América» y «ser un punto estratégico» desde hace siglos para todos los navegantes españoles.

Uno de los 76 guardamarinas, Jaime Montaner, explicó cómo es un día a día en el buque. El día comienza a las siete de la mañana con clases y maniobras a bordo. Al caer la tarde tienen «un rato» de tiempo libre para hacer ejercicio, leer o charlar con sus compañeros.

Este joven ingeniero confesó que le ha sorprendido la travesía dado que «navegar a vela es completamente distinto e impresionante» y, aclaró, que «es muy distinta a la de otros tipos de buques».

Otro alumno de primero, Gonzalo Sánchez, fue el encargado de mostrar el puente del barco –donde está el timón y el radar– y desde donde se controla el rumbo del buque. Puso el valor la responsabilidad que supone estar al frente al tener que estar pendiente de «si se lleva el rumbo deseado, que las velas estén bien colocadas y por dónde sopla el viento». En este primer año, accede a la zona dos horas durante el día y cuatro durante la noche. A su juicio, «es indiferente» si hay sol o no porque «se debe estar preparado para cualquier situación».

Al ser preguntados cómo es la convivencia con la Princesa Leonor, heredera de la Corona Española, todos coinciden en que «es una más». «Dentro del buque no se hace distinción», aseguran, «porque todos somos iguales y desempeñamos las mismas labores para poder aprender».

Estarán juntos seis meses y adelantan que, aunque ha pasado apenas una semana, «se conocen a los compañeros y se rompen estigmas» porque «las horas aquí dentro dan para mucho» y garantizan que el compañerismo es necesario «si se quiere crecer como persona, marinero y español».

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