El mojo conquista a la Princesa Leonor

David Esteban, el dueño de la tasca La Montería de Santa Cruz de Tenerife, había preparado una de las mesas sin más expectativa que la de cualquier otra reserva. Pasadas las 14:00 horas del pasado viernes, de repente aparecieron unos jóvenes vestidos con el uniforme de los guardamarinas del Juan Sebastián de Elcano, el buque escuela de la armada española. Le dijeron que eran los que habían reservado la mesa para ocho. «Cuando vi a los marineros, comenté en broma que a ver si venía la Princesa Leonor. Y efectivamente al momento vino. No me lo podía creer», recuerda.

No se lo creían ni él ni el resto de comensales que almorzaban en el pequeño restaurante del pasaje del Callejón del Combate, en pleno centro de la capital tinerfeña. «La tasca estaba llena y la gente empezó a mirar a aquel grupo para cerciorarse de que era la Princesa Leonor», asegura. Algunos intentaron sacarse una foto con la hija de los Reyes cuando accedió al interior del local pero los escoltas, que mantuvieron en todo momento la mayor discreción posible, les pidieron que no lo hicieran. «Ella entró sola, detrás del grupo. Se sentaron y se pusieron a comer», matiza David.

La Princesa Leonor había llegado el mismo viernes, a primera hora de la mañana, al Puerto de Santa Cruz de Tenerife a bordo del Juan Sebastián de Elcano para hacer su viaje de instrucción en medio de un gran despliegue de autoridades y medios. Era la primera parada del barco que había partido de Cádiz el sábado día 11. Esa primera jornada en la Isla fue muy ajetreada para Leonor. La heredera de la Corona acudió al Museo Militar de Almeyda, a la principal sede del Ejército en las Islas –Capitanía General de Canarias– y tuvo tiempo de darse una vuelta por el centro de Santa Cruz con otras guardamarinas.

Llegaron con el tiempo justo a la tasca La Montería, un restaurante sencillo y pequeño, con un comedor con capacidad para una veintena de personas. La Princesa y los ocho guardamarinas que la acompañaban pidieron papas arrugadas con mojo verde y queso asado, dos clásicos de la gastronomía tradicional canaria, así como unos chipirones encebollados, rabo de toro y un plato de pasta –fetuccini con gambas–. De beber eligieron unas cañas y refrescos. Iban con tan poco tiempo que no hubo postre ni café.

El grupo en el que iba la Princesa Leonor eligió el método del picoteo. En total, la cuenta se acercó a los 150 euros. Pagó una de las guardamarinas con tarjeta y luego el resto le envió un bizum con su parte. Fue al final del almuerzo cuando los escoltas comentaron a los encargados del restaurante si querían hacerse una foto con la Princesa. «Solo dio tiempo para una foto, para darle dos besos –pedí permiso y me dijeron que sí sin problema– y para que ella nos comentara que estaba todo muy bueno y que había pasado un rato muy agradable. Luego, permitió que otros clientes también se fotografiaran con ella», detalla David.

«Cuando vi a los marineros dije en broma que a ver si venía la Princesa. Y efectivamente vino»

En la foto aparecen el propio dueño de la tasca, un madrileño que lleva 27 años en Tenerife, y la cocinera, la gomera Mercedes Medina, que lleva trabajando con David Esteban desde hace 20 años, prácticamente el tiempo que lleva abierto el local. Ese mismo día colgaron la imagen en el perfil de Instagram de La Montería. Mientras el resto de fotos no superan los 50 megustas, anoche la de Leonor ya se acercaba a los 2.000.

Y es que esta visita casual –y real– ha supuesto un espaldarazo para este restaurante del Callejón del Combate, que salió este fin de semana en todas las televisiones del país. «Ha sido increíble. No he parado de dar entrevistas. Y eso que nuestra tasca es un sitio sencillo, humilde, de platos caseros, sin pretensiones», asegura el propietario, que aprovechó que cerraba ayer domingo para descansar tras dos días de «auténtica locura».

El Juan Sebastián de El Cano partirá esta tarde del Puerto de Santa Cruz de Tenerife con destino al de La Luz de Las Palmas de Gran Canaria, en la que será la última parada antes del salto oceánico hacia Salvador de Bahía, en Brasil, una travesía que durará 22 días. En su paso por Tenerife, la Princesa deja la mayor expectación que jamás tuvo una escala de Elcano en la Isla, una agenda privada más propia de cualquier guardamarina que de una heredera al trono y el descubrimiento de lo ricas que están las papas arrugadas y el mojo verde.