La princesa Leonor cierra la visita 60 de ‘Elcano’ a Las Palmas de Gran Canaria
La heredera al trono comienza la etapa más «intensa» de su formación naval con una travesía atlántica después de tres días en la ciudad

Laura de Pablo
La tripulación del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano se despedía ayer del Puerto de Las Palmas para continuar con el crucero de instrucción número 97 de la histórica embarcación de la Armada española. En la que ha sido la visita número 60 a Las Palmas de Gran Canaria, ha viajado la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, junto a 75 guardiamarinas más, que ha marcado esta travesía de una manera especial: más expectación ante su presencia, más seguridad para acceder al navío, pero menos actos públicos por parte de la heredera al trono, a diferencia de cuando su padre, el entonces príncipe Felipe de Borbón los tuvo hace 38 años.
Una travesía ‘real’
El buque ‘Elcano’ es un barco que ha estado vinculado a la familia real «desde sus orígenes», relata el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet. El histórico navío se ha convertido siempre en una imagen «querida, esperada y bien acogida» en el Puerto de la Luz porque representa el punto de «encrucijadas marinas» que ha sido el Puerto de la ciudad lo largo de la historia. Ese «camino natural» del que habló el Capitán de navío y comandante del buque Luis Carreras-Presa do Campo el primer día de escala en la Base Naval.

Salida del Buque-escuela Juan Sebastián Elcano de Las Palmas de Gran Canaria / Juan Carlos Castro
Para Laforet, esta visita número 60 a Las Palmas de Gran Canaria, en la que una tercera generación de herederos de la Corona española ha recalado en el puerto de la ciudad, tiene un impacto «aún mayor» en ella porque «la presencia ‘real’ llama la atención». Una visita de este tipo genera «una gran difusión a nivel nacional e internacional, de que se trata de un puerto dinámico y con mucha proyección», subraya.
El cronista de la ciudad recuerda que el abuelo de la princesa Leonor, el rey emérito Juan Carlos I, llegó embarcado en ‘Elcano’ cuando todavía no era «ni príncipe ni heredero». Laforet detalla que visitó entonces en el Hospital Militar a los heridos de la guerra de Ifni, en el año 1958. Pero también tuvo ocasión de disfrutar del ocio nocturno «cuando acudió, junto al resto de guardiamarinas, a un baile en el Gabinete Literario en honor a todos ellos», añade.
En 1987, fue Felipe de Borbón, también como príncipe de Asturias, quien visitó Las Palmas de Gran Canaria a bordo del emblemático buque. A diferencia de su hija, a él sí se le vio en varias ocasiones pasear por la ciudad sin reparo, y hasta visitar el pub Gas, de moda en aquella época. No solo un local de música, sino también hay constancias de que disfrutó de la gastronomía canaria, ya que comió un potaje con gofio en las medianías de la Isla. «En esta ocasión, creo que la Casa Real ha querido, no solo que a la princesa de Asturias se le tratara como una guardiamarina más, sino también , que no tuviera tanto protagonismo», opina Laforet, quien además aporta otra curiosidad. «De hecho, en la recepción estuvo presente durante la bienvenida hasta el brindis, y acto seguido vinieron a buscarla porque entraba de guardia esa noche».
Los tiempos cambian, y los protocolos parece que también. Lo cierto es que no tuvo una agenda de actos oficiales, ni dentro, ni fuera del buque. Las actividades que pudo tener fueron más bien discretas. Según fuentes consultadas, la heredera, de 19 años, prefirió pasar la jornada de su día libre, el pasado miércoles, con sus compañeros más allegados y habría declinado hacer una visita cultural por Vegueta.
Garoé adelantó la despedida
‘Elcano’ dejaba ayer el Puerto de La Luz diez minutos antes de las 17:00 horas. A esa hora, el navío inició la maniobra para salir del muelle de la Base Naval y finalizar, de ese modo, su escala de tres días en la ciudad.

Chaparrón y arcoíris para despedir a 'Elcano' en la bahía de Las Palmas de Gran Canaria. / Esther Medina
La guardiamarina Borbón Ortiz se formaba, al igual que el resto de sus compañeros a bordo, de cara a los asistentes para despedirse. Tercera por la izquierda, Leonor decía adiós mientras sonaban los acordes de la banda y los nubarrones sobre sus cabezas avisaban de que los coletazos de la borrasca Garoé harían acto de presencia en muy poco tiempo. Lluvia que, milimétricamente calculada, caía minutos después de que el buque se alejara del muelle -y de los objetivos de las cámaras-. En su estela dejaba un bien definido arco iris para la foto.
Caridad Marín despidió a su pareja, Bruno Ríos, cabo primero del buque. Residentes en Cádiz, esta ocasión fue especial para ellos, y no porque estuviera precisamente la heredera a la Corona. De hecho, le resta importancia a la presencia de la princesa a bordo. «Es igual que el resto. Ella pertenece a la tripulación como una más». Si es especial este viaje es porque será «la última» para su pareja, después de 19 travesías. Asegura que cada viaje se vive de forma diferente, y este para ellos lo es. Se prejubila, y una vez de vuelta, dejará el barco. No le quita ojo a Bruno antes de que el navío se aleje. Lo último que se dijeron fue: «Cuídate mucho». Un mensaje que seguramente se repitió entre todos los familiares.
A su lado están Soledad Lesmes y Juan Benito, padres de Sole Benito, una de las responsables de realizar las maniobras para la salida del buque. «Es ‘pañolera’», dice orgulloso su padre. «De las que se sube hasta lo alto del mástil para echar las velas». Atrevida, la definen sus progenitores, «le gusta el riesgo desde pequeña». Es su tercera travesía, «y si Dios quiere, la última», añaden. ‘Elcano’ se aleja. La amenaza de lluvia fuerza que los pocos familiares presentes se empiecen a dispersar con la ilusión puesta de nuevo en el regreso.
Una presencia discreta
El buque -escuela Juan Sebastián de Elcano atracó en Las Palmas de Gran Canaria el martes 21 de enero, tras haber estado antes en Santa Cruz de Tenerife. El navío se había echado a la mar el pasado 11 de enero desde Cádiz, puerto donde tiene su base, para realizar el Crucero de instrucción número 97. A su llegada al Arsenal de Las Palmas, el primer día los mandos del buque recibieron al cronista oficial de la ciudad, Juan José Laforet, y a seis miembros de la comisión que impulsa la Coronación canónica de la virgen del Carmen de La Isleta.
Aunque en esa primera recepción no estuvo presente la princesa de Asturias, hubo intercambio de regalos. «Les entregaron un cuadro de la imagen de La Isleta para que les acompañe en la travesía, estampitas y llaveros para toda la tripulación», compartió con LA PROVINCIA, Juan José Laforet, cronista oficial de la ciudad.
Pasado el mediodía, la tripulación recibió al Delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, y a la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Carolina Darias. Después, un grupo de guardiamarinas acudieron al Real Club Náutico de Gran Canaria, donde disfrutaron de un rato de tiempo libre. Pero ahí tampoco estuvo la princesa. Según fuentes consultadas, habría comido con un amigo de su padre, el rey Felipe VI, residente en la Isla. Al caer la noche, hubo una segunda recepción en el buque a la que acudieron unos 150 invitados, entre autoridades civiles, militares y personalidades. Entre ellos, la subdelegada del Gobierno, Teresa Mayans, y la delegada del Cuerpo Consular de Las Palmas, Elsa Agromonte, que además es cónsul de Cuba.

Una representación de la Policía Nacional visitó esta mañana el buque. / Policía Nacional
El miércoles tuvo lugar el único día de puertas abiertas para que los ciudadanos pudieran visitar el navío. Una visita, algo pasada por agua por la llegada de la borrasca Garoé que no ahuyentó los ánimos de quienes esperaban pasear por sus instalaciones. Durante la mañana de ayer, continuaron las visitas, pero en esta ocasión solo de asociaciones de veteranos, de miembros del Real Club Náutico de Gran Canaria, del Real Club Victoria, de la Guardia Civil, la Armada, Policía Nacional y Policía Local. Tres días de escala, que concluyeron ayer, pero que abren la etapa más «intensa» para su tripulación: la del salto oceánico.
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