La vuelta al mundo en el ‘Elcano’ sin salir del Arsenal de Las Palmas

Decenas de personas hacen cola con lluvia y frío para visitar el buque-escuela 'Juan Sebastián Elcano en Las Palmas de Gran Canaria'

Laura de Pablo

Ni la intensa lluvia, ni el frío, ni la larga espera echaron para atrás a los cientos de personas que ayer aguardaban, algunas hasta tres horas, en el exterior de la Base Naval de Las Palmas para visitar el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano en su escala 60 en Las Palmas de Gran Canaria. Los nubarrones sobre la ciudad advertían del aguacero que iba a caer. Minutos antes de que se permitiera el acceso a los ciudadanos en el único día de puertas abiertas, la borrasca Garoé empezaba a caer con fuerza. «¡Qué pena! Pero espero que no lo cancelen», decía Esther Expósito una de las primeras posicionadas en la larga fila, que se extendía ya varios metros fuera de las instalaciones. 

Bajo su paraguas, recordaba las veces que lo había visitado de joven. «Pero ahora quise venir porque tengo 75 años y no sé si lo vuelva a ver más». Hija y viuda de militar, tiene una vinculación sentimental con las Fuerzas Armadas. «Me gusta visitar cualquier tipo de barco, me emocionan mucho, hasta las juras de banderas a las que acudo». Este miércoles no se quiso perder la oportunidad. La presencia de la princesa de Asturias en el buque añadía expectación a la cita. «¡Pero el protagonista es el barco! De todas formas, no creo que la veamos, pero si es que sí, mejor», añadía. Los miembros de seguridad de la Base Naval adelantaron la apertura para evitar. 

Filtros de seguridad

A los pies de ‘Elcano’, las medidas de seguridad ralentizaban el acceso. «Van a ir pasando en grupos de 20, y van a tener que dejar sus bolsos aquí abajo», informaban los miembros de la Policía Naval mientras los visitantes pasaban por el detector de metales, abrían sus bolsos y mochilas y las dejaban en una consigna improvisada en el exterior del barco. «¿Podemos pasar con el móvil?», preguntaban algunos. «Sí, pero no se pueden sacar fotos ni vídeos a los guardiamarinas», respondían. 

Loreto Uribe aguarda paciente su turno mientras se suscita un pequeño encontronazo entre algunas personas que aseguraban ser «las primeras». Calmados los ánimos, esta joven chilena, residente en la ciudad desde hace dos meses, no ha querido perderse la oportunidad de visitar un buque que ha sido «tan importante para España». Su padre, miembro de la Armada chilena, le ha hablado mucho de él. «Y cuando atraque allá, toda mi familia también irá a conocerlo». 

Un velero en miniatura

Pero si hay alguien que llama la atención entre tantas personas es el pequeño Saúl Castillo. Enfundado en su chubasquero, no se desprende de su juguete preferido: un barco de Playmobil. Con nerviosismo, sube al Juan Sebastián de Elcano con su madre Yanira Castellano. Impresionado por lo que ve, se confiesa un gran conocedor del mundo naval. Y lo demuestra. «Conozco el Lusitania, el Carpathia, y he investigado sobre el Titanic de arriba a abajo». Tanto él como su madre disfrutan de la experiencia a bordo y de las atenciones de los guardiamarinas. «Te resuelven todas las dudas, son muy amables». El pequeño Saúl se acerca a todo lo que ve a su paso. «Es que se pueden ver los motores. ¡Mira, ahí están», le dice a su madre. Cualquiera pensaría que de mayor le gustaría ser marinero, pero su respuesta apunta más al medio donde se construyen: «Quiero ser astillero, para crear los barcos». De un lado a otro, su madre le sigue en la curiosidad propia de un niño. Se acercan a la base de uno de los mástiles y tocan las cuerdas. «¡Estas deben pesar un montón!», le dice. 

Unidos bajo el paraguas

Elena Ojea, Carlos Alonso y Carmen Vallejo visitan juntos el navío centenario. No son familia, pero las tres horas de espera les ha unido casi como si lo fueran. «Eso, y la lluvia. Porque nos cobijamos bajo bajo su paraguas», añaden a modo de broma Carlos y Elena, una pareja de turistas gallega, de vacaciones en la Isla, sobre el ‘salvavidas’ de Carmen para salir del paso ayer de los efectos de la borrasca Garoé. La cobijadora es gaditana, pero lleva «toda la vida» en Gran Canaria. Lo ha visitado en varias ocasiones, «pero cada vez es como si lo viera por primera vez». En esta ocasión, Carmen destaca «lo bien conservado que está para tener tiene 100 años». Y recuerda que la ciudad donde se construyó fue su ciudad natal. «Fue en la Base de La Carraca, donde además mi padre estuvo destinado».

Juntos, los tres, admiran lo impresionante de su construcción. Elena mira hacia arriba. «Me impresionan los mástiles, y todos los cabos que hay. No nos podemos imaginar lo arriesgado que debe ser subir a ellos en plena mar». Su pareja le añade que «tampoco Elcano se imaginó dar la vuelta al mundo». Procedentes de Vigo, otra ciudad portuaria donde también ha estado el buque-escuela, solo habían tenido ocasión de verlo «desde fuera». La pareja apura su último día de actividades en la Isla, y esta supone ser el broche de oro. «Nos ha gustado mucho. Hubiese sido simpático el detalle de ver a la Princesa, pero no vinimos a eso, nuestra razón fue ver el barco». Una vez el buque ‘Elcano’ zarpe hoy del Puerto de Las Palmas, los visitantes presuponen el inicio de la parte más difícil para la tripulación: «Surcar el Atlántico. Ahí comenzará lo bueno». 

Así es ‘Elcano’

El buque -escuela Juan Sebastián de Elcano es un bergantín goleta con cuatro zonas principales: alcázar, castillo, combés y toldilla. El palo mayor popel, de nombre ‘Asturias’ se encuentra en el alcázar. En total apareja 20 velas con una superficie de 3.151 metros cuadrados. A diferencia de la mayoría de las unidades de la Armada, no dispone de misiles, ni torpedos ni ningún sistema de armas para el combate; pero sí cuenta con armamento ligero para la defensa propia. La dotación del buque está compuesta por 188 marinos. 

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