Asocelpa: cien años de unión portuaria
El historiador Francisco Quintana Navarro afirma que "los consignatarios se articularon como un sector estratégico de la actividad productiva de Gran Canaria"
La patronal celebra este año el centenario de su creación para afrontar juntos las dificultades y los retos

Francisco Quintana Navarro, profesor de Historia Contemporánea de la ULPGC, ofrece la charla 'Los orígenes de ASOCELPA: El Puerto de la Luz y los negocios portuarios hasta la creación de la Asociación Patronal de Consignatarios, 1883-1925 / Andrés Cruz
La unidad hace la fuerza y eso lo saben bien los consignatarios y estibadores que hace ya cien años fueron capaces de salir reforzados de la crisis agrupándose en una patronal, la Asociación de Consignatarios y Estibadores de Buques de Las Palmas, Asocelpa, el 20 de enero de 1925, convirtiéndose en un «sector estratégico de la actividad productiva de Gran Canaria». Así lo recordó este jueves el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Francisco Quintana Navarro durante una conferencia en la sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País con motivo de la celebración del centenario de esta asociación.
Quintana explicó que la actividad consignataria y de estiba comenzó con el inicio de las obras del Puerto de La Luz en 1883, donde «tan solo cuatro años después se había superado en tráfico marítimo a todos los puertos competidores de esta área del Atlántico Medio» gracias al crecimiento del comercio marítimo «bajo los impulsos de la segunda revolución industrial y de la modernización tecnológica que conoce Europa a final del siglo XIX».
En aquel momento, recordó el historiador, Canarias se encontraba en «área de influencia de Gran Bretaña, que entonces era la dominadora de los mares y era una talasocracia mundial» y en medio de la rivalidad de las potencias industriales y los grandes imperios coloniales europeos, La Luz emergía «en el cruce de grandes rutas marítimas y supo aprovechar ese momento de la primera globalización» ofreciendo las ventajas de un puerto abrigado y «con un fondo arenoso con un suave declive hacia el mar, lo que permitía que las faenas marítimas se pudieran hacer con rapidez y comodidad».
Atender las necesidades de los buques
El desarrollo de la navegación a vapor y la creciente llegada de barcos al puerto grancanario favoreció el fortalecimiento de un tejido empresarial. «Los buques requerían tener estaciones de aprovisionamiento intermedias entre los puntos de salida y de llegada, porque si llevaban todo el carbón que necesitaban a bordo no podían llevar la carga. Entonces, necesitaban puertos que les abastecieran de carbón, de agua y de víveres, que le hicieran algunas reparaciones que podían surgir durante la travesía y demás. Y en eso se especializó el Puerto de La Luz en su primera etapa», precisó Francisco Quintana.
Ante esta necesidad, fueron las propias navieras extranjeras quienes crearon las primeras empresas para atender a los barcos arribados al Puerto de La Luz y «que son las dominadoras todavía», como la Elder Dempster, la Casa Miller, «que ya estaba establecida y se modernizó y se convirtió en una gran compañía», la Blandy Brothers, Wilson Sons, Cory o la Compañía Carbonera de Las Palmas.
De esta manera, las navieras garantizaban la consignación y la realización de trámites para sus líneas regulares desde Europa a África o América del Sur o las que bordeaban el cabo de Buena Esperanza, desde su llegada hasta su salida del puerto, incluido el abastecimiento de carbón, agua y víveres, y la estiba y desestiba de mercancías.

Francisco Quintana Navarro / Andrés Cruz
Apoyo de las instituciones
En esta implantación fue decisivo el apoyo gubernamental. «Los poderes de Gran Canaria, con el apoyo de Fernando León y Castillo, otorgaron bastantes facilidades al establecimiento de los negocios portuarios», además de las ventajas que ofrecía el régimen de Puerto Franco. Estas compañías, agrega el profesor universitario de Historia Contemporánea, «no se quedaron solo en el puerto, sino que se expandieron al resto de los sectores puntuales de la economía insular, a la agricultura, la exportación, los servicios de seguros, la banca, las telecomunicaciones y también al turismo».
Poco a poco, se fueron incorporando empresas canarias «primero en fase de aprendizaje», como los «pioneros Miguel Curbelo, Salvador Cuyás, Tomás Bosch y una serie de comerciantes que van a establecerse poco a poco en toda la actividad portuaria y que constituyen parte de los fundadores de la actual Asocelpa». Allí estaban también los hermanos De La Torre, Martinón, Sintes, Juan Rodríguez González, Ignacio Cantero Molé o Ildefonso Medina Santana, entre otros.
Consecuencias de la guerra
Francisco Quintana relató durante su conferencia que el empuje del Puerto entre 1883 y 1913 «se paralizó por completo durante la gran guerra» y cuando esta finalizó, tuvo que hacer frente a grandes retos. Para empezar, se había quedado pequeño, por lo que había que construir el Muelle Grande, que estuvo activo a partir de los años 30. Además, tuvo que adaptarse para reconvertir el suministro de carbón por el de fuel progresivamente y afrontar el «anquilosamiento» del imperio británico y la crisis de sus empresas. «Y un factor también decisivo en la constitución de Asocelpa fue la emergencia de la cuestión social y el crecimiento de los sindicatos obreros, que en el puerto fueron importantes porque hasta entonces todas las operaciones de la carga negra, el carbón, y la carga blanca, la estiba y desestiba de mercancía, se hacían en un libre mercado, con una mano de obra caracterizada por su bajo salario y sus condiciones de vida y laborales dificultosas».
De esta manera, se convirtió en una de las primeras patronales de Canarias y «hoy es la única que puede presumir de ser centenaria y mantenerse con su seña de identidad, agrupando a consignatarios y estibadores».
De este entonces «los consignatarios se fueron articulando como un grupo de agentes productivos importantes, primero en las actividades portuarias y, por ende, al ser punto de llegada y de salida de personas y mercancías en la isla, como un sector estratégico de la actividad económica de Gran Canaria, ya que durante mucho tiempo, hasta la irrupción del turismo de masas en los años sesenta, los dos grandes motores de la actividad económica eran los puertos y la agricultura de exportación».
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