Jornadas de Participación y Diálogo 'La movilidad es nuestra' | Sara Ortiz Escalante Socióloga y socia fundadora de Col·lectiu Punt 6
Sara Ortiz Escalante: «En la mayoría de ciudades, la movilidad sostenible tiene rostro de mujer»
La socióloga Sara Ortiz Escalante participó esta semana en las jornadas de Diálogo y Participación 'La movilidad es nuestra', organizadas por Guaguas Municipales y LA PROVINCIA/DLP
Experta en urbanismo feminista y con perspectiva de género, en esta entrevista da pistas de por dónde debe ir la planificación urbana para tener en cuenta a toda la población

La socióloga Sara Ortiz Escalante, esta semana en el hotel Santa Catalina. / Juan Castro
¿Cómo influye la sociología en la planificación de las ciudades?
Históricamente se ha pensado que el urbanismo y la movilidad eran conocimientos científicos neutrales y se ha trabajado en las infraestructuras que nos transportan; pero no se ha tenido muy en cuenta quién se mueve. Para hacer espacios que respondan a las necesidades de las personas debemos ir más allá de esa dimensión física, que en el fondo no es neutral, y analizar desde una perspectiva social quiénes habitan y utilizan esos lugares.
Ahí entran los hábitos de vida, el comportamiento de las personas, por edad, por género...
Exacto. Las ciudades se han diseñado en torno a un sujeto normativo, que en el fondo se asocia a un hombre blanco de clase media, con trabajo y con todas sus capacidades. Pero cuando miras a la población, ese porcentaje de personas es una minoría. Es manera de planificar, que no ha tenido en cuenta la perspectiva social y de género, hemos olvidado a las mujeres y a muchas otras personas, gente mayor, infancias, jóvenes, personas con diversidad funcional, personas con diferentes niveles económicos, con diferentes orígenes. Cada uno tiene un uso diferenciado de los espacios.
¿Qué se está haciendo para adaptar las ciudades en esa vía? Con perspectiva de género.
Desde los 70 ha habido mujeres que desde la arquitectura, el urbanismo o la geografía han reivindicado que esta manera de hacer ciudad generaba formas machistas que no respondían a la vida cotidiana de todas las personas y en particular de las mujeres. A partir de los 90 empieza a materializarse en ejemplos de algunas ciudades del mundo. A nivel nacional hay legislación en este sentido, pero en la práctica no acaba de llegar porque históricamente el urbanismo y la movilidad han sido ámbitos muy masculinizados. Muchas veces ni en las universidades se enseña contenido vinculado a hacer análisis sociales. Además, es un tema político; cuando llegan la extrema derecha o partidos más conservadores, el género, los derechos del colectivo LGTBI o toda la lucha antirracista es atacada.
¿Por qué es necesaria esa adaptación de las ciudades?
Para responder a las necesidades de la vida cotidiana de todas las personas. Hemos puesto mucha importancia en el espacio que ocupan los coches. Hay estudios que demuestran que en la mayoría de las ciudades del mundo la movilidad sostenible tiene rostro de mujer, la mayoría nos movemos en transporte público, a pie. No se ha dado respuesta a esa realidad y eso nos ha penalizado. Por ejemplo; la falta de inversión pública en mayores frecuencias o en mejorar las infraestructuras de transporte público, a pie o en bicicleta, hace que invirtamos más tiempo en desplazarnos. Se ha invisibilizado la movilidad de los cuidados, que en las mujeres es la mayoritaria. Tenemos sistemas de movilidad con horas puntas de trabajo; en cambio, los cuidados pasan las 24 horas, entre medias de esas horas. Vivimos en una sociedad donde sigue habiendo una discriminación de las mujeres y de otros colectivos y eso se ha trasladado en unos tipos de violencias en el espacio público en formato de acoso. Si no incorporamos esta mirada, no abordamos estos problemas.

Jornadas de Diálogo y Participación 'La movilidad es nuestra', organizadas por Guaguas Municipales y LA PROVINCIA/DLP / Juan Carlos Castro
Usted hizo la tesis sobre el turno de noche de las mujeres. ¿Cómo pueden ser más seguras las ciudades españolas?
Ampliando la visión de la seguridad en los espacios. Muchas veces la seguridad se traduce en cámaras de seguridad para vigilar un tipo de hechos; delitos contra la propiedad privada realizados por una persona que es desconocida. Pero se han obviado las violencias machistas y otras violencias de odio y cómo impactan en la vida cotidiana de esas personas. Es importantísimo analizar cómo influyen en la percepción de miedo; las percepciones son diferenciadas por género, por edad, por origen. Las mujeres continuamos limitando nuestro derecho a la ciudad por miedo las violencias sexuales, mientras que los hombres tienen miedo a otros tipos de violencias o de situaciones. Por eso es importante que se hagan propuestas de manera participada con las protagonistas de la situación.
Entiendo que tienen en cuenta diferentes perfiles de edad, origen, tipo de barrio. No todas las mujeres tienen la misma realidad.
Exacto, uno de los elementos clave es la participación. En este proyecto de las trabajadoras nocturnas, las mujeres que trabajan de noche eran co-investigadoras; eran parte del análisis y de las propuestas. Las personas que utilizan un territorio son las que más lo conocen. Hacer esto es importante porque nos va a traer información, de cómo te afecta si tienes una situación migratoria irregular o si eres joven y eres del colectivo LGTBI. Las percepciones cambian. Eso el urbanismo tradicional no lo ha hecho; se ha limitado a valorar el conocimiento técnico del arquitecto y del ingeniero.

Sara Ortiz durante un momento de la entrevista. / Juan Castro
¿Qué características deben tener esas ciudades?
Se deben pensar de manera próxima y con usos mixtos, donde se priorice la movilidad a pie o en transporte público. Es importante sacar espacio al coche y permitir que haya zonas que podamos habitar a diferentes horas del día y de la noche, que eso proporcione un sentido de comunidad; que haya comercios locales en las plantas bajas, que se cuide la vida de barrio. Esto en muchas ciudades españolas siempre ha existido, pero con la influencia del neoliberalismo se ha intentado sacar a la gente de los centros de las ciudades. Al final es mantener ese origen, con usos próximos, donde la mayoría de actividades podamos hacerlas a 10, 15, 20 minutos caminando.
En todo esto la participación ciudadana es clave.
La participación ya es obligatoria en muchos planes urbanísticos; pero se ha hecho mucha pseudoparticipación. Muchas veces se limitan a abrir el periodo de alegaciones. Es muy importante que haya participación transformadora, donde las personas vecinas puedan involucrarse desde el inicio. Eso sería lo ideal, pero en la realidad eso no acostumbra a pasar.
¿Cómo se pueden trabajar las reticencias a ceder espacio que ahora ocupa el coche?
Hay que llegar a colectivos que históricamente no han participado. Si haces una reunión informativa acaban viniendo las mismas personas; gente jubilada, con intereses económicos o los presidentes de las asociaciones de vecinos. Por eso trabajamos en diversificar los grupos; con infancias, con adolescentes, con migrantes, con mujeres diversas. Es muy importante hacer un trabajo de comunicación, de explicar el objetivo del proyecto; al final esos miedos de los partidos políticos a, por ejemplo, quitar coches, se suavizan.
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