42 años del divorcio de Lolita Pluma: "A ella le resbalaba lo que dijeran los demás"

El abogado que la ayudó a separarse de su marido recuerda el revuelo que generó la noticia en una época en la que había que acreditar infidelidad, malos tratos o abandono para poner fin a las uniones matrimoniales

El abogado jubilado Manuel Alemán, que llevó el divorcio de Lolita Pluma.

El abogado jubilado Manuel Alemán, que llevó el divorcio de Lolita Pluma. / Juan Castro

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Las Palmas de Gran Canaria

El divorcio de Dolores Rivero Hernández, más conocida como Lolita Pluma, supuso un gran revuelo hace 42 años para los vecinos de Las Palmas de Gran Canaria. Manuel Alemán, el abogado que la acompañó en el embrollo de trámites administrativos que tuvo que seguir para poner fin a su unión matrimonial, recuerda que la noticia llegó apenas dos años después de que se aprobara la ley del divorcio. Por aquel entonces, las parejas tenían que acreditar que se había producido una infidelidad, una situación de malos tratos o un abandono del hogar para poder continuar con sus vidas por separado.

El de la mujer más popular del parque de Santa Catalina fue uno de los primeros casos en saltar a la opinión pública. Su marido Santiago Alemán, que por aquel entonces tenía 82 años, presentó la demanda el 13 de septiembre de 1983, aunque en realidad llevaban separados de hecho desde la guerra civil española. Pasaron más de 40 años casados a efectos legales, pero sin reanudar la convivencia ni tener hijos en común.

"Este es un caso que precisamente me llegó por una familia de Primero de Mayo que tenía una señora en el servicio doméstico, la cual convivía con el marido de Lolita Pluma desde los años 40", recordó el letrado ya jubilado. Querían ayudarla a regular su situación porque su marido tenía una edad avanzada y estaba enfermo, así que temían que en caso de que se muriera ella se quedara sin pensión ni ningún tipo de sustento económico. 

Ella no quería saber nada

Un guardia municipal fue al parque para avisarle de que tenía que ir a los juzgados a declarar, pero ella solo decía que no quería saber nada. Finalmente, fue declarada en rebeldía por no comparecer pese a los dos requerimientos del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Familia, por lo que se disolvió la situación. "Lo más curioso es que muere esa señora y su marido siguió vivo. Se inició el proceso para ayudarla a ella y el que se iba a morir continuó", indicó Alemán. 

La decisión judicial dio a conocer que Dolores Rivero, que escondía su edad y no tenía un domicilio conocido, permaneció casi 58 años casada con Santiago Alemán, con quien contrajo matrimonio canónico en Arucas el 30 de diciembre de 1925. El letrado detalló que "ella tenía 17 años cuando se casó e hizo su vida con un trabajador del campo con el que convivía en una casita y en unos terrenillos que tenía".

Cuando se reveló su divorcio, todo el mundo empezó a comentar el asunto. "A ella le resbalaba lo que dijeran los demás, le daba igual porque estaba centrada en su vida", rememoró Alemán. Incluso llegó a rumorearse que Lolita Pluma venía de una familia pudiente, algo que desmiente el abogado que llevó el caso.

El matrimonio estuvo separado desde la guerra civil, pero solo pudo divorciarse 40 años más tarde

"Recuerdo verla por el parque, iba con el chicle y te lo dejaba, tú le dabas un dinero y no molestaba, seguía ahí con sus animalitos", indicó el letrado. Para él, Lolita era una de las figuras más importantes de la ciudad junto a Andrés el Ratón y Pepe Caña Dulce. El primero dormía en el puente de piedra del barranco de Guiniguada, debajo de dónde se encuentra la plaza de las Ranas, y siempre iba lleno de medallas. El segundo iba con una bocina y un tambor de fiesta en fiesta, viviendo de la ayuda de la gente y sin molestar a nadie. 

Manuel Alemán empezó a trabajar en la antigua Magistratura del Trabajo, hizo oposiciones y se convirtió en funcionario. "Yo trabajaba 16 horas diarias; ahí por la mañana y por la noche era facturista en Pinitos del Oro hasta las tres y media de la mañana", contó. Entró a la carrera de derecho a los 29 años. 

En medio de todo esto hizo el servicio de sanidad militar, donde ayudó como enfermero según le iban enseñando: "Ponía 50 inyecciones diarias". Estuvo 20 meses y ahí aprendió a coger disciplina y a formarse. Cuando empezó a ganar más como abogado que como funcionario, ya pudo pedir la excedencia y centrarse en el ámbito civil y en los asuntos de familia.

Primeros divorcios en Canarias

Fue así como empezó a asumir los primeros divorcios del Archipiélago, comenzando por el turno de oficio. "Después ya me fue tan desagradable el asunto que terminé por dejarlo", afirmó. Y es que, en aquel momento, romper una ruptura matrimonial implicaba tener que presentar denuncias ante la policía. "Algunos chicos me decían ‘es que mi mujer es buena, ¿cómo voy a denunciarla?’. Pero si no lo hacías no te podías divorciar", señaló el letrado. 

Los procedimientos entonces eran más breves porque los juzgados no estaban tan colapsados, pero lo desagradable de la situación llevó a Hernández a querer dejarlo en cuanto pudo. El fallo que ha visto siempre el abogado es que "en derecho lo normal es la solidaridad, no la comunidad de bienes, y aquí se hizo al revés". El truco para evitar disgustos más adelante ante una posible separación es, según añade, "tener una cuenta común para los gastos, cada cual con lo suyo, y mantener el respeto, la fidelidad y la ayuda mutua porque si no hay de eso, no hay nada". 

El letrado terminó por dejar este tipo de casos para pasarse al sector del seguro, donde ejerció hasta su jubilación.

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