Los vecinos de tres edificios de La Feria luchan por rehabilitar sus viviendas: "Esta gente merece algo mejor"

Los residentes del Barrio Atlántico exigen un proyecto de rehabilitación de tres edificios construidos como viviendas sociales en 1989

Los vecinos denuncian que se caen cornisas y cascotes que ponen en peligro la seguridad de los viandantes

Desperfectos en los edificios y suciedad en el barrio de La Feria

Juan Carlos Castro

Las Palmas de Gran Canaria

El óxido, la falta de pintura y los cascotes cayendo son la estampa habitual para algunos vecinos del barrio de La Feria. En los edificios de protección oficial de 242 y 210 viviendas, así como en la urbanización Lomo del Chinche, los residentes reclaman urgentemente una rehabilitación, ya que el mal estado de las fachadas ha provocado que algunas cornisas caigan al suelo. La última vez fue hace tan solo dos meses y los residentes denuncian que el estado de los inmuebles pone en peligro la seguridad de los viandantes.

La asociación de vecinos La Ballena-Barrio Atlántico ha solicitado acogerse a un programa del Área de Renovación y Rehabilitación Urbana (ARRU), como han hecho otros barrios capitalinos como la Vega de San José, donde fueron rehabilitadas 192 viviendas. El presidente de la entidad vecinal, Miguel Pérez, advierte que hasta el momento han tenido "suerte" porque ninguno de los cascotes ha caído sobre una persona, pero se pregunta hasta cuándo será así. "Es por la seguridad de la gente", expresa Pérez.

En 1989 se entregaron las llaves a los adjudicatarios de estas viviendas. Pérez denuncia que desde entonces no ha habido ningún tipo de mantenimiento en estas urbanizaciones. Esta falta de cuidado ha provocado el estado actual de las edificaciones con algunos balcones que han perdido trozos de su estructura y un aspecto general de decadencia. Estas viviendas fueron proyectadas dentro del Programa Regional de Construcción de Vivienda que impulsó el Gobierno de Canarias. La administración regional invirtió en los tres edificios 2.072.096.528 de pesetas, lo que ahora serían 12.453.300 de euros, según los medios de la época. Las primeras viviendas fueron entregadas en un día lleno de júbilo por parte de los residentes. Sin embargo, la felicidad duró poco, ya que se dieron cuenta de que tendrían que luchar por cuestiones básicas como el agua o la electricidad. Por ejemplo, en el Lomo del Chinche estuvieron seis meses reclamando el alumbrado público. El hartazgo llegó a tal punto que irrumpieron en el Ayuntamiento capitalino para manifestarse con velas en las manos.

Reunión vecinal

Esta lucha por derechos básicos continúa ahora con la petición de los vecinos de la rehabilitación de las viviendas. La asociación de vecinos habló en 2023 con el consejero de Vivienda del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, para buscar una solución. Según los vecinos fue una reunión positiva en la que salieron con la conclusión de que se tramitaría un proyecto de rehabilitación. Pero cuentan que la esperanza duraría poco: "En marzo de 2024 nos envió un recado con su secretaria para que nos olvidáramos". Fue un jarro de agua fría para los vecinos que veían la luz al final del túnel.

Sin embargo, ante la caída de otro fragmento de un edificio convocaron un encuentro vecinal a finales de enero al que asistieron más de 200 vecinos en el Centro Cívico La Ballena para poner en común las reclamaciones. En ese encuentro también estuvo el concejal de Coalición Canaria en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, David Suárez, que se comprometió a hablar con el consejero para llevar a buen puerto las peticiones vecinales.

"Son pobres, llegan malamente a final de mes"

La consejería de Vivienda del Gobierno de Canarias apunta que la mayoría de esos pisos han pasado a ser titularidad de los residentes, y tan solo 20 viviendas siguen formando parte del parque público de vivienda del ICAVI. "Cuando los edificios son privados tienen que hablar con el Ayuntamiento para hacer un ARRU y la financiación será compartida entre ambas administraciones", detallan. Una segunda opción, informan desde el Gobierno canario, es "presentar una derrama, y el ICAVI pagará la parte proporcional que le corresponde por los pisos que tiene en propiedad". El presidente vecinal asegura que los residentes no tienen dinero para afrontar la rehabilitación de los edificios. "Son pobres, llegan malamente a final de mes, estas casas casi fueron regaladas. Lo que no se puede hacer es regalar una casa y soltarla sabiendo que la gente no tiene posibilidades", lamenta.

En el interior, Pérez explica que cada vecino tiene el interior de su casa más o menos cuidado, pero los portales comunes son otra historia. Por ejemplo, en Lomo del Chinche las puertas no cierran, la pintura brilla por su ausencia y algunos de los cristales están rotos. El portal 4 ejemplifica bastante bien esta dejadez con la barandilla corroída y las paredes descascarilladas hasta el punto de que prácticamente no queda pintura en algunas zonas. "Esta gente se merece algo mejor", señala Pérez.

Aparcamientos cerrados

Los aparcamientos de los edificios de 242 y 210 viviendas se encuentran actualmente cerrados desde hace doce años. Los residentes tienen que aparcar en la vía pública y aquellos que no encuentran hueco aparcan de forma ilegal en paradas de guagua o pasos de peatones, de tal forma que dificultan la seguridad de los peatones. El presidente de la asociación de vecinos, Miguel Pérez, explica que en 2012 el Ayuntamiento capitalino hizo una inspección y cerró esta infraestructura por peligro de incendio al estar los extintores caducados y algunas salidas de emergencia en mal estado. Pérez denuncia que algunas plantas están llenas de archivos del Gobierno de Canarias. Fuentes de la administración pública aseguran que "nunca se abrieron [los aparcamientos] porque no cumplían normativa y por eso se habilitaron como archivos". Los vecinos reclaman la apertura de estas infraestructuras, ya que el problema de aparcamiento no solo lo sufren ellos sino que se traslada a Siete Palmas porque los vecinos aparcan en este barrio y también lo colapsan. Además, tienen miedo de que un posible incendio en estos archivos convierta el edificio en una trampa mortal.

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