Aniversario
Bodegón Lagunetas, 30 años de tradición
El restaurante, ubicado en la calle Constantino, en la zona de Triana, acaba de cumplir tres décadas ofreciendo a su clientela una amplia variedad de comida típica canaria.
Un negocio familiar que puede presumir de acercar la gastronomía local a turistas y paseantes.

Bodegón Las Lagunetas, en Las Palmas de Gran Canaria / José Carlos Guerra
Rancho canario, papas arrugadas con mojo, pata de cerdo y queso de Fontanales, entre otros muchos platos tradicionales, forman parte de la amplia carta del Bodegón Lagunetas, uno de los restaurantes de referencia de la gastronomía canaria y emblema de la zona de Triana.
A los mandos están Pino Arencibia y Carmelo García, sus propietarios. El matrimonio lleva 30 años al frente del negocio, inaugurado el 6 de marzo de 1995. Originarios de Fontanales, llegaron a Las Palmas de Gran Canaria muchos años antes para iniciar una nueva vida. «Empezamos en Las Rehoyas con una tienda de alimentación que llevaba mi madre», recuerda Carmelo. De ahí, a la zona de Triana, donde asumieron el que ha sido su proyecto más importante. «El nombre del restaurante se debe a la plaza que tiene al lado, Lagunetas, aunque la entrada principal era -y es- por la calle Constantino».
"Nadie ofrecía comida de caldero"
Una familia forjada en el trabajo y el esfuerzo que recuerda que al llegar al barrio «no había nada igual que ofreciera comida de caldero, comida casera», resalta Carmelo mientras se asoma a la ventana de la planta alta para mostrar cómo ha cambiado la zona. «Los inicios fueron muy duros hasta 15 horas diarias», añade Pino. «Esto era una casa antigua que reconstruimos nosotros mismos. Cuando el albañil terminaba, Carmelo y yo seguíamos limpiando y rellenando la piedra de las paredes con nuestras propias manos».

Carmelo García, en 1998, cortando pata asada en la cocina del bodegón. / Cedida por la familia.
En aquellos comienzos la familia del Bodegón Lagunetas la formaban cuatro personas, entre ellos Carmelo Granado, actual jefe de barra. "Es nuestra mano derecha, y también de Fontanales", comentan. Hoy, esa familia la forman 20 trabajadores más, la mayoría con casi dos décadas de antigüedad a sus espaldas en el local.
Aunque en la zona hay cada vez más establecimientos de comida, los fieles a Lagunetas siguen acudiendo «a por su potaje y el menú del día». Una clientela que va desde trabajadores de los alrededores, a familias y turistas. «Y donde todos se sienten como en casa», resaltan.

Pino Arencibia, en la cocina del restaurante en la década de los 90. / Cedida por la familia.
A los mandos de los fogones siempre estuvo Pino, hasta que desde hace unos años Ibán Macías, el chef, asumió la cocina. «A todos les fui enseñando las recetas, menos la del mojo picón, esa la sigo haciendo yo», añade entre risas. «Y Carmelo, siempre pegado a la pata de cerdo, todos quieren que sea él el que la corte y les prepare el bocadillo». Ese, el de ‘pata’, es uno de los platos imprescindibles de su carta.
Pero a él se añaden la ropa vieja, ensaladilla rusa, los churros de pescado, las croquetas de cherne y el sancocho los sábados», enumera Pino. Cuatro empleados empezaron entonces, hoy suman ya 20 trabajadores en plantilla.
Pioneros en la Noche de Reyes
La tradicional víspera de Reyes comenzó en este bodegón. «Empezó siendo algo muy familiar. Una barra en la calle con asadero de sardinas y pata de cerdo. Venían Los Gofiones, Mary Sánchez y muchas rondallas», destacan sus propietarios. El restaurante fue creciendo, y su fama también. La ampliación se hizo necesaria y añadieron un comedor más y la terraza hacia la plaza. Hoy en día, el aforo supera los 80 comensales y celebran hasta las BBC: Bodas, Bautizos y Comuniones», comentan sonrientes.
Mantener un negocio tantos años no es fácil. «La cocina siempre está abierta, desde los desayunos a las comidas, meriendas y cenas». El secreto, dicen, ofrecer comida casera y productos de cercanía. «Aquí todo es fresco, picamos cebolla y ajos a diario, no tenemos nada preparado», añade Pino, que no deja del todo los fogones. «La calidad de los productos y el buen servicio y trato del personal, también», añaden. Los clientes se dejan mimar y guiar por ellos. A los habituales los conocen bien «y ya nos dicen que les pongamos lo que queramos».
Concha Velasco y el mojo
Por sus instalaciones han pasado también rostros famosos del mundo de las artes y el espectáculo, quienes tras sus actuaciones en el Teatro Cuyás acudían -y acuden- a cenar al local. Una de ellas, y de la que conservan un especial cariño es Concha Velasco. «Y no solo venía a cenar, sino que también se llevaba un litro de mojo picón que nos pedía para llevárselo a Madrid», recuerda Pino con una sonrisa en el rostro.
Anécdotas hay muchas, tantas como fotos de un álbum que miran con cariño. Recuerdan en especial la visita de unos turistas nórdicos. «Llegaron con una de las primeras servilletas que tuvimos en el restaurante. La habían conservado durante años porque les gustó tanto que les sirvió para volver y ubicarnos tiempo después», recuerdan. La fama y la buena reputación del restaurante es conocida en toda la Isla. «Cuando los turistas se bajan de los cruceros ya vienen con nuestro nombre escrito en un papel».

Pino Arencibia junto a Concha Velasco durante una de las últimas visitas de la actriz a la ciudad. / Foto cedida por la familia.
«Este restaurante es un referente de Triana y un sitio donde todos se sienten como en casa», destacan los hijos de los propietarios, Sonia y Ricardo García, quienes también forman parte del equipo del Bodegón Lagunetas. Y que acumula reconocimientos como el Solete de la Guía Repsol desde 2022 y la certificación del proyecto Sicted (Sistema Integral de Calidad Turística Española en Destino). Para ellos, es «un orgullo» ver cómo ha crecido un negocio que sus padres impulsaron con tanto cariño.
Ellos, sus padres, añaden las palabras «sacrificio» y «esfuerzo» para resumir estas tres décadas. Y apuntan a que, si se puede, irán "a por otros 30 años más".
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