Nueve horas de fuego devastador en el Puerto de Las Palmas: el incendio que destruyó en 1977 los Depósitos Comerciales
El 17 de marzo de 1977 la capital grancanaria amaneció con la visión de una columna negra de humo que salía del Puerto de Las Palmas y ocultaba unas llamas que durante horas acabaron con los Depósitos Comerciales y toda la mercancía que allí se almacenaba
El valor de las pérdidas fue de 1.000 millones de pesetas

Imagen aérea del Puerto de Las Palmas en la década de los 70. / Francisco Rojas Fariña / Fedac
Un golpe seco, un apagón y llamas de más de 50 metros de altura que duraron más de nueve horas. El incendio de un buque pesquero el miércoles en aguas cercanas a Telde, el Montes y Sabino, trae a la memoria el recuerdo de otros siniestros, como el de los barcos Fin Whale y Oleg Naydenov, que fueron víctimas de las llamas en 2017 y 2015, pero también del que se produjo en los Depósitos Comerciales del Puerto de Las Palmas, del que este lunes se cumplen 48 años.
La crónica que publicó el periódico La Provincia al día siguiente aseguraba que la «impresionante columna de humo, con llamas que llegaron a alcanzar más de cincuenta metros de altura, visibles por la mañana desde toda la ciudad».
El fuego comenzó antes de las siete de la mañana del 17 de marzo de 1977 y «según los expertos, es de los de mayores dimensiones que se recuerdan», señalaba el artículo. Las pérdidas totales fueron cuantificadas en más de 1.000 millones de pesetas.
Televisores en color, tabaco y alcohol
El edificio de los Depósitos Comerciales del Puerto, que medía aproximadamente 10.000 metros cuadrados y cuya construcción había costado 60 millones de pesetas, quedó «en casi su totalidad absolutamente destruido» y con él, la mercancía que almacenaba.

Un trabajador portuario en uno de los tinglados del Puerto en los años 70. / Francisco Rojas Fariña / Fedac
Allí, se guardaban ese día «televisores en color, partidas de alcohol, licores diversos, tabaco, electrodomésticos» y una multitud de artículos más, ya que toda la mercancía que entraba en la Isla por el Puerto permanecía en este depósito que era la «estación de tránsito» hasta que se terminaba de tramitar toda la documentación necesaria para salir del Puerto.
La aseguradora calculó entonces que el valor de la mercancía que se perdió ese día era unos 800 millones de pesetas.
Un cortocircuito
El vigilante de las instalaciones «y el centinela militar más próximo» fueron los primeros en ver el fuego y llamaron a los bomberos, que llegaron a las siete de la mañana.
La crónica periodística reflejó que «el guardián, don Cristóbal Betancor Manzano, de 73 años de edad, oyó como un golpe seco tras el que se apagaron las luces de las instalaciones encendidas a esa hora (las de seguridad) y a los pocos minutos comenzó a ver llamas en la zona central de los depósitos».

Faenas en el Puerto de Las Palmas en la década de los setenta. / Francisco Rojas Fariña / Fedac
Asustado, corrió hasta el lugar donde estaba el vigilante militar y desde allí alertaron a los servicios de emergencia.
El relato del sonido y el apagón antes del inicio del fuego, determinó que el incendio pudo producirse por un cortocircuito.
Cuando llegaron los bomberos, «el incendio se hacía auténticamente imparable», con una densa y negra humareda que ocultaba llamas de más de 50 metros de altura» que no cesaron durante toda la mañana. A las 16.00 horas, afirmaba la prensa de entonces, «la humareda comenzó a ser de color gris», pero el fuego no había sido extinguido del todo. De hecho, un retén se mantuvo en la zona toda la tarde y noche «extinguiendo pequeñas zonas de llamas y para controlar el posible reavivamiento del fuego».

Trabajadores portuarios en la década en la que se produjo el incendio en La Luz / Francisco Rojas Fariña / Fedac
El dispositivo
El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Fernando Ortiz Wiot, y el presidente del Cabildo insular, Alejandro Castro, se acercaron a la zona del incidente donde prácticamente la totalidad de los miembros del cuerpo de bomberos, 34, realizaban turnos para sofocar el fuego. El arquitecto jefe municipal, Spínola, dirigía la operación, auxiliado por el jefe de la Policía Local, los concejales de Bomberos y Aguas (este último también segundo director del Puerto), la Guardia Civil y la Policía Armada.
Solo «las oficinas, que pudieron ser evacuadas y salvadas de su total destrucción» se libraron de ser pasto del fuego, que se centró en la zona de naciente de norte de la parcela. «Los hierros del techo de las naves habían caído torcidos y las paredes exteriores se cuarteaban y caían debido al calor», describía la crónica realizada por el redactor de La Provincia, que añadía que el agua que los bomberos proyectaban hacia los muros «se evaporaba nada más tocar esas altas paredes que, a pesar de todo, fueron cayendo a lo largo del día».
Más de 100.000 litros de agua
Para sofocar el fuego, se usaron las cubas de los bomberos, de los tres ejércitos, del Puerto y otras particulares, que sumaron más de 100.000 litros de agua. No obstante, también hubo que recurrir a la red de abasto porque entonces ni la urbanización El Sebadal «ni ninguna otra de la capital está preparada para la previsión de incendios», señalaba el periódico al día siguiente.
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