Estos son los árboles más singulares de Ciudad Alta

El pasado y el presente de la ciudad se entrelazan a través de sus árboles más emblemáticos

Los árboles más singulares de Ciudad Alta (Las Palmas de Gran Canaria)

José Carlos Guerra

Las Palmas de Gran Canaria

En los años 60 del siglo pasado el desaparecido hotel Villa Edén alcanzó su máximo esplendor. Los ingleses se alojaban para comer en su famoso restaurante y bañarse en su piscina. Ahora se ha transformado en apartamentos y del antiguo jardín solo queda un drago de unos 75 años. Este ejemplar está incorporado en el primer Catálogo de Árboles Singulares del municipio, y en concreto, en el apartado del Distrito Ciudad Alta. También se incluyen los ejemplares de araucaria que rodean la iglesia de Los Dolores de Schamann, inaugurado en 1959 por el arquitecto catalán Joan Margarit i Serradell y padre del ganador del premio Cervantes el poeta Joan Margarit.

En el mismo barrio, en la calle Juan Fontán, se alza un árbol pica pica de unos 80 años. Se encuentra en las 174 viviendas protegidas levantadas en 1945. Según el catálogo esta urbanización es una de las zonas arbóreas «mejor conservadas» de la ciudad. También en Schamann y con medio siglo de historia, un pimentero brasileño da sombra a quienes buscan un mirador para contemplar las vistas de la Ciudad Baja y el Puerto. A su vez, este ejemplar forma parte del ajardinamiento de la ladera de San Antonio, ejecutado a principios de los años 70.

Un monumento a una palmera

En la plaza Martín Cobos hay cuatro palmeras datileras que son ampliamente queridas por los vecinos. Lo demuestra un monumento a una de las palmeras que cayó en 2005 durante la tormenta Delta. «En este lugar existía una palmera que sirvió como punto de encuentro», reza en la piedra que ante su caída detalla que marcó «un antes y un después» en el barrio. En la calle Luis Correa Medina, de Las Rehoyas, hay cinco palmeras centenarias. Estos ejemplares ya estaban en el borde de las fincas de plataneras de la hacienda de Tomás Miller y se mantuvieron durante la construcción de la carretera del Norte.

Frente a la entrada del cementerio de San Lázaro un laurel de indias da sombra a aquellos que se dirigen al campo santo. Tiene unos 60 años y es parte de un conjunto de ejemplares que se pueden ver desde la Avenida de San Lázaro. Estos árboles no son especialmente antiguos ni son de una especie rara en la Isla, pero su simbólica ubicación ha sido determinante para incluirlos en el catálogo al ser el «punto de fuga para quienes la recorren por última vez».

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