¿Por qué se llama así la playa de Las Alcaravaneras?

Muchos desconocen el verdadero origen del nombre de una de las zonas más emblemáticas de Las Palmas de Gran Canaria

Las Alcaravaneras.

Las Alcaravaneras. / Juan Castro

Héctor Rosales

Héctor Rosales

Las Palmas de Gran Canaria

La playa de Las Alcaravaneras es uno de los rincones más emblemáticos de Las Palmas de Gran Canaria, y encarna con claridad la evolución de la ciudad a lo largo del tiempo. Ha sido testigo del desarrollo portuario, del crecimiento urbano y de los cambios sociales que han marcado el ritmo de la capital grancanaria desde finales del siglo XIX.

Su nombre, sin embargo, sigue despertando curiosidad. Aunque hoy pueda resultar enigmático, y muchos desconozcan su origen, realmente no encierra ningún misterio, sino que refleja el pasado natural y geográfico de la zona. Mucho antes de convertirse en la playa urbana que es actualmente, enmarcada por la Avenida Marítima, el Puerto de La Luz y el Muelle Deportivo, este lugar formaba parte de un entorno costero más amplio y sin urbanizar, conocido como la Caleta de Santa Catalina, una pequeña bahía natural que desapareció bajo el empuje del crecimiento portuario y la expansión de la ciudad en el siglo XX.

Curiosamente, el topónimo “Alcaravaneras” no se refería originalmente a esta zona. En épocas pasadas, ese nombre se aplicaba a una zona más interior y árida de la ciudad, situada posiblemente entre los actuales barrios de Ciudad Jardín y Guanarteme. Era un terreno seco, abierto y cubierto de matorrales: el hábitat perfecto para un ave que le dio nombre al lugar.

Las Alcaravaneras y La Puntilla se reabren al baño

Las Alcaravaneras. / Juan Castro

¿De dónde viene el nombre?

El protagonista de esta historia es el alcaraván común (Burhinus oedicnemus), un ave zancuda de hábitos nocturnos que solía habitar zonas semidesérticas y poco urbanizadas. Con sus patas largas, ojos amarillos y un peculiar canto agudo, el alcaraván se movía a la perfección entre las dunas y zonas arenosas, especialmente visible al atardecer.

Durante años, esta ave fue una presencia habitual en muchas áreas de la isla, especialmente en aquellas donde el mar y la tierra seca se encontraban. Cuando el paisaje comenzó a transformarse con el avance de la ciudad y la construcción de la Avenida Marítima, el topónimo también migró: el antiguo nombre pasó a asociarse con la nueva playa. Hoy, el alcaraván ya no frecuenta la zona pero su nombre ha quedado grabado como testigo de un lugar que ya no existe.

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