"No es normal que nos traten así": vecinos de Tenoya denuncian la dejadez del barrio durante décadas
Cuatro familias reclaman desde hace años el mal estado de un muro en la carretera que va hacia sus hogares y falta de alcantarillado público en la calle Almatriche

Deficiencias en el barrio de Tenoya, concretamente en la zona de Almatriche. / José Carlos Guerra
Nunca llueve a gusto de todos, y menos en la calle Almatriche, en Tenoya. Con cuatro gotas los vecinos de este barrio de Las Palmas de Gran Canaria ya temen lo peor. Para llegar a sus viviendas circulan por una carretera en la que es habitual la caída de piedras de un muro. Por ahora, no han lamentado ninguna desgracia, pero no pueden evitar que se les ponga la piel de gallina cuando se avecina tormenta. Muchas de las rocas son más grandes que su cabeza, por lo que no dejan de pensar que un día no tendrán tanta suerte. «Yo tengo que salir todos los días a trabajar, no le puedo decir a mi jefe que no voy porque está lloviendo», lamenta la vecina Carolina Carreño. Quizás el malestar de los residentes no sería tan grave si ese fuera el único de sus problemas, pero denuncian que llevan décadas sufriendo la dejadez de las administraciones públicas.
Los inquilinos de las cuatro viviendas afectadas se sienten aislados del resto del barrio. La calle Almatriche es larga, mide 284,5 metros, pero una zona en particular es la afectada. Para entender el presente de esta localidad de Tenoya hay que entender su pasado. El inicio de la lucha vecinal tiene nombre: Joaquín Afonso. Este vecino sufrió un infarto en el 2000 y la ambulancia no pudo acceder a su hogar porque el camino no estaba pavimentado y era muy estrecho. Los propios vecinos tuvieron que echar mano de una camilla para llevar el cuerpo sin vida hasta el tanatorio. La imagen impactó e impulsó el proyecto de asfaltado y ensanchamiento por parte del Ayuntamiento capitalino y el Cabildo. Aunque este vecino no fue el único en sufrir los problemas de incomunicación. También una residente de 36 años tuvo que esperar en estado grave durante horas la llegada de los voluntarios de Protección Civil para ser trasladada al hospital en camilla y a hombros. Una situación que se repitió hasta en cuatro ocasiones. Sin embargo, el caso de Afonso fue la gota que colmó el vaso y despertó la indignación vecinal.
La aprobación de las obras fue un momento celebrado por todos. El problema llegó cuando los vecinos de una parte del asentamiento se dieron cuenta de que el proyecto les aislaba y no contemplaba alcantarillado ni dotaciones para zona. María Marrero achaca que, al llegar a esa ubicación, «se quedaron sin presupuesto».
Sin dotaciones públicas
Por ejemplo, la acera al salir de sus domicilios tuvieron que ponerla los propios vecinos de su bolsillo, hace diez años. También la red de alcantarillado, por la que desembolsaron 500 euros. «No es la que deberíamos tener porque es una tubería muy pequeña para cuatro casas, pero es lo que nos podíamos permitir», objeta Carolina Carreño. «Tenemos un informe para hacer el alcantarillado, la ingeniera de Emalsa nos hizo el proyecto y nos dijo que correspondería abonarlo el Ayuntamiento porque pasaba de los metros que le corresponde al ciudadano, pero el Ayuntamiento no lo ha aceptado», añaden.
El muro del que caen las piedras es de titularidad privada, pero los residentes reclaman que el camino es de uso público. Es más, alertan que es una vía por la que pasan los corredores de la Transgrancanaria. «Es de uso público por lo que el Ayuntamiento tiene que hacerse cargo de una parte o ponerse en contacto con los dueños de los muros», señala Marrero. Los vecinos recalcan que los terrenos de sus hogares son urbanos de uso residencial, como identifica el catastro. Sin embargo, el Plan General de Ordenación Urbana clasifica otros terrenos colindantes como rurales, por lo que se han topado con problemas a la hora de reclamar dotaciones para la zona.
Últimos desperfectos
Tras la DANA de principios de mes, los residentes tuvieron que recoger ellos mismos las piedras caídas en la carretera. Los vecinos apuntan que llamaron a los servicios de emergencia, que elaboraron un informe sobre su peligrosidad. «Tenemos informes de los bomberos y de la Policía Local», detalla Marrero.
Además, una de las tuberías de suministro de agua sufrió una avería y originó un gran movimiento de tierra y las reparaciones provocaron otro desprendimiento. «Emalsa se hace responsable, pero aquí nadie ha hecho nada», afirman. Tampoco hay actuación prevista para arreglar la carretera que sube a sus hogares, que ha quedado desgastada. «El ingeniero del Ayuntamiento nos dijo que hay unos metros en los que se ha quedado hueca, así que en cualquier momento esto puede colapsar y desprenderse», señala Carreño. La peligrosidad de la carretera aísla las viviendas, ya que ni ambulancias ni bomberos suben hasta sus hogares, cuentan los vecinos. «Hay un vecino encamado desde hace cuatro años que no sale de su casa», afirman. 25 años después podría repetirse la misma imagen que causó tanta indignación en la calle Almatriche. «No es normal que nos traten de esta manera», demanda Marrero.
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