"Cómo han podido hacerle algo así a una persona": el barrio de Arenales, conmocionado tras el crimen de Triana
La Guardia Civil mantiene acordonado este miércoles el bar del presunto asesino, en la confluencia de las calles Ángel Guimerá y Castrillo

José Carlos Guerra
Los trabajos de la Guardia Civil continuaban este miércoles en el interior del bar Arenales, en la esquina de la calle Ángel Guimerá y Castrillo donde siguen recabando pruebas para la investigación por el presunto homicidio de Triana A. Los agentes de Criminalística, uniformados con EPI, salían con cierta frecuencia para descansar, tomar aire y hacer pequeños descansos mientras seguían rastreando el establecimiento.
El acceso a la calle Castrillo seguía bloqueado y custodiado por los agentes bajo la mirada, conmocionada aún, de vecinos y curiosos. "Vivo en esta calle y siempre vi el bar tranquilo, para mí ha sido una sorpresa", comentaba una de las residentes. Los que transitaban de paso por la zona, bien desde la calle desde Tomás Morales o León y Castillo, preguntaban incluso a los propios medios de comunicación a qué se debía tal despliegue policial. Las reacciones iban de la sorpresa al horror al conocer el suceso, "cómo han podido hacerle algo así a una persona", añadían.
Los pocos residentes y comerciantes de la zona, rehusaban hablar del crimen y del supuesto escenario de los hechos. Los que sí lo hacían apuntaban que era un lugar donde, una vez cerrado se hacían "fiestas" en su interior, "incluso muchos cumpleaños". Y añadían que ya habían denunciado a su propietario en varias ocasiones por ruidos. "Por la noche, con el silencio, se escuchaba muchas veces música. Y a las 7 de la mañana cuando salías a trabajar veías salir gente de ahí a esas horas", comentaban. "Era de esos bares que abrían cuando querían, no tenían un horario normal, algo raro".
Diferentes versiones
Algunos otros vecinos iban un poco más allá y hablaban de un local de presuntos "trapicheos". Y sobre el dueño, David S., llegaron a señalar que "cuando bebía su actitud cambiaba y se tornaba más agresivo". Incluso, que "tuvo a una trabajadora con él a la que no trataba bien". En una ocasión, añadieron que "llegó a salir a la calle con un bate de béisbol para pelearse con otra persona".
Un bar que ha pasado por varias manos en los últimos años, y que en el caso del actual propietario detenido, "lo dejaba y lo volvía a coger, tenía buena comida, eso sí. Yo hasta le compraba raciones algunas veces, pero cuando empecé a ver a lo que presuntamente se dedicaba, dejé de hacerlo", señalaba una de las vecinas que tampoco quiso dar su nombre. "Pero una cosa son sus líos y fiestas, y otra, llegar a hacer presuntamente algo así a una persona".
Por momentos, los "curiosos" se reunían en las esquinas con la mirada puesta en el bar ubicado en Ángel Guimerá. En uno de los comercios cercanos, uno de los propietarios destacaba que "por versiones hay 20.000 teorías de lo que ha podido pasar, pero no sabemos si es algo romántico o sexual, no sabemos nada", recalcaba.
Versiones y rumores que han circulado, incluso, días antes de que este martes se personara la Guardia Civil con el ahora detenido y que han girado en torno a "si se habría entregado o no, porque se hablaba de que algo había pasado ahí dentro".
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