Asombro en el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria por la inesperada aparición de un pulpo manta
La irrupción de esta rara criatura marina, tan extraña como fascinante, desató una mezcla de estupor, respeto y misterio entre quienes presenciaron el inusual fenómeno

La Provincia

No todos los días el océano muestra sus secretos. Y cuando lo hace, es imposible apartar la mirada. En la mañana de este sábado, el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria fue escenario de un suceso tan inesperado como hipnótico: un pulpo manta, una criatura tan rara como espectacular, apareció flotando bajo la superficie, moviéndose con una elegancia casi fantasmal.
La noticia se propagó como un reguero de pólvora entre quienes caminaban por el puerto. Un murmullo de sorpresa, cámaras en mano, miradas incrédulas y una pregunta generalizada: ¿qué es eso?
La criatura se deslizaba lentamente, como si flotara entre mundos. Sus velos translúcidos, que se extienden a modo de alas, se mecían con las olas, proyectando sombras que recordaban a una manta raya voladora. Su sola presencia parecía alterar el equilibrio habitual del lugar, como si un ser salido de otro tiempo hubiera decidido emerger para recordarnos que el océano guarda misterios que no podemos controlar.
Se trataba de un pulpo manta, miembro del género Tremoctopus, uno de los moluscos más esquivos del océano. Su aparición a tan poca profundidad es un suceso extremadamente raro, ya que estos animales prefieren los abismos marinos y rara vez se dejan ver cerca de la costa, mucho menos en un puerto urbano.

Un espécimen de pulpo manta, en una imagen de archivo / La Provincia
Una criatura de contrastes
El pulpo manta representa un enigma biológico. Mientras que las hembras pueden alcanzar los dos metros de longitud, los machos son minúsculos, casi simbólicos. Es como si la naturaleza hubiera decidido concentrar toda su potencia visual y dramática en un solo sexo. Esta desigualdad extrema, que en otras especies sería una rareza, aquí es norma.
La visión de esta criatura no dejó a nadie indiferente. "Era como ver un animal mitológico, salido de una historia de Julio Verne", comentaba un testigo visiblemente emocionado. Su movimiento, pausado pero majestuoso, parecía invitar al silencio y la contemplación, una coreografía improvisada en el escenario más inesperado.
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