Descubre Lava y Salt, la pastelería de Las Palmas de Gran Canaria donde cada estación tiene su propio sabor

La cafetería utiliza el producto de temporada para preparar tartas y postres que enamoran la vista y el paladar

Cafetería ecológica Lava y Salt, en Las Palmas de Gran Canaria

Gretel Morales Lavandero

Las Palmas de Gran Canaria

"Lo que crece junto, sabe mejor junto". Esa es la filosofía que inspira el trabajo de Ana María Ojeda en su pastelería Lava y Salt, ubicada en el barrio de Guanarteme. En su obrador, la estacionalidad marca el ritmo de su gastronomía: productos frescos, recetas creativas y sabores que se adaptan a cada época del año. Con la llegada del verano, Ojeda ya prepara tartas de higuera canaria, galletas de chocolate negro con romero y tahini, o tartas de cereza con hierbaluisa. "Me obliga a ser creativa, porque la carta cambia mínimo cuatro veces al año, y la carta de los pedidos, cada semana", explica.

Su pasión por la repostería comenzó a los ocho años, cuando su madre decidió apuntarla a clases de cocina por sus inclinaciones por la pastelería. Sin embargo, su camino profesional la llevó primero al deporte: se dedicó al piragüismo de alto nivel. Nunca dejó la repostería, solo que empezó a buscar opciones más saludables que siguieran la línea de la exigencia deportiva profesional. Fue durante una estancia en Australia cuando retomó su vocación. Allí trabajó en varias pastelerías, y al volver a Fuerteventura comenzó a dar forma a su proyecto personal. "Cocinaba en hoteles y restaurantes, siempre centrada en una pastelería más saludable, vegana, sin gluten y de cercanía", señala. En 2021, en plena pandemia, abrió finalmente Lava y Salt, un local que fue ganando clientela poco a poco, pese a las restricciones.

Ojeda tenía claro que quería crear una pastelería con un enfoque artístico y natural, menos centrado en el azúcar tradicional. "Me encantan los colores, sobre todo los tonos naturales, se puede sacar el amarillo de la cúrcuma, el verde del matcha, el de la hierba o el tuno indio", destaca. En su obrador no se utiliza azúcar blanca; los postres se endulzan con dátiles o panela, y todos los ingredientes son ecológicos. "Al principio costó, porque cuando me encargan una tarta el merengue es marrón, hecho con panela, y a quienes les gusta el dulce muy tradicional les choca", admite.

Del arte al horno

Para poder iniciar su negocio, Ojeda llegó incluso a vender sus propias pinturas. Ese mismo impulso artístico lo traslada a sus postres, ya que utiliza colorantes de origen natural y se inspira en la naturaleza para decorar a través de las flores y las frutas. "Tenemos todos los colores en la naturaleza", afirma la repostera. "Me gusta que los pasteles parezcan jardines", añade.

En Lava y Salt se aceptan encargos, se ofrece servicio de catering y también se atiende en el local, que ha ganado popularidad por su brunch de fin de semana, uno de los más demandados en la ciudad. “El pan y las tostadas son de masa madre; los ingredientes son siempre de la mejor calidad”, asegura. Entre semana también se pueden disfrutar sus galletas, cinnamon rolls y tartas del día, siempre acompañados de bebidas especiales como el café ecológico, leche rosa, matcha o chocolate a la taza de especialidad. "Tengo chocolate de Tanzania, Costa Rica y Ecuador, entre otros", enumera.

Tras dejar el piragüismo, Ojeda encontró en la repostería una nueva rutina que le devolvió la concentración y el equilibrio. "Necesitaba un cambio. Pasé a vivir el presente, la pastelería te obliga a estar en silencio y es muy precisa", reflexiona. Ahora, con la despensa de verano a punto, busca nuevas combinaciones con los sabores de temporada. Entre sus recetas más exitosas está una tarta de limón con hoja de limonero traída de Tejeda, que resume a la perfección su propuesta: sabor, cercanía y un toque único.

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