La frutería de Guanarteme donde los clientes se sienten en familia: así es El Chollo Canario

Eva María Alonso dejó atrás el mundo financiero para abrir un negocio donde prima el trato cercano

Frutería El Chollo Canario, en Las Palmas de Gran Canaria

Gretel Morales Lavandero

Las Palmas de Gran Canaria

Eva María Alonso decidió dar el paso y convertirse en frutera para continuar con la estela de sus suegros, quienes fueron de los primeros en abrir una frutería en el barrio de Guanarteme. «Antes no había nada más aquí, así que la gente venía a las seis de la mañana para coger número y comprar», recuerda. Al observar la dedicación con la que trabajaban, Alonso dejó atrás su empleo en el sector financiero y optó por emprender en el mismo local donde funcionó aquella frutería pionera. Hace cinco años nació El Chollo Canario, un comercio de barrio que apuesta por el trato cercano y por preservar el sabor auténtico de la gastronomía local a través de frutas y verduras de calidad.

Nada más entrar al local, se percibe que comprar allí no tiene nada que ver con hacerlo en una gran superficie. Una de las principales preocupaciones de Alonso es cuidar a su clientela: «Algunos de ellos ya se han convertido en amigos e incluso familia». La frutería se convierte cada día en un ir y venir de personas que aprovechan la compra para ponerse al día con ella. «Me gusta el género que tiene, con buenos precios, y siempre está de buen humor», comenta Sergio, un cliente de toda la vida. Muchos comenzaron a comprar allí cuando el negocio era de la familia de sus suegros y nunca han dejado de ir. También se han sumado nuevas caras. «Es una zona que ha crecido mucho, han venido nuevos vecinos y también vienen muchos turistas», señala Alonso. «Mis suegros están contentos porque muchos de los clientes que tengo hoy en día son conocidos de ellos, y he seguido lo que es su camino», añade.

La dueña de la Frutería El Cnollo Canario, Eva María Alonso.

La dueña de la Frutería El Cnollo Canario, Eva María Alonso. / Andrés Cruz

Uno de los pilares de El Chollo Canario es ofrecer precios accesibles. «Intento siempre vender lo más barato posible, con un margen pequeño, para que la gente pueda consumir y yo también pueda trabajar», explica. A esa política de precios se suma su cercanía con el barrio. «Cuando alguien me dice que le faltan 50 o 60 céntimos para comprar algo, le dejo que se lo lleve. Y si veo a alguien pidiendo en la calle, le doy», cuenta Alonso.

Género canario

La mayor parte del género que ofrece es de origen canario. Alonso considera fundamental apoyar al productor local en su negocio. «Siempre intento trabajar con productos de Canarias, pero con la falta de agua hay muchas cosas que no puedo conseguir aquí, como la manzana, la pera o el kiwi. Aun así, en verano tenemos manga, papaya, fresas de Valsequillo, melón y sandía», detalla. Para ella, el producto canario siempre tiene mejor sabor: «El de la Península llega refrigerado, y eso se nota».

Una clienta escoge naranjas en la tienda El Chollo Canario.

Una clienta escoge naranjas en la tienda El Chollo Canario. / Andrés Cruz

Además de frutas y verduras, Alonso ofrece una amplia gama de productos de la tierra: «También vendo miel de Tejeda, vinos de Tenerife, bizcochos de Telde y huevos de La Aldea, que vienen frescos y están buenísimos», enumera. «Yo ayudo a todos los proveedores que vienen aquí», afirma.

Nuevas tecnologías

Su frutería también abastece a heladerías y cafeterías de la zona, y acepta pedidos para recoger en el local. «Tengo un grupo de WhatsApp en el que comparto todas las ofertas», explica. Las nuevas tecnologías han permitido mejorar la eficiencia del negocio, ya que los clientes pueden encargar lo que necesiten y simplemente pasar a recogerlo. «No me gusta que la gente espere. Me gusta que se sientan bien cuando vienen, porque los atiendo de forma cercana, y lo hago por naturaleza, no por obligación», apunta.

Entre saludo y saludo, Alonso sigue aconsejando a su clientela. «Llévate ciruelas, que son buenísimas para el estómago», le sugiere a una compradora. Para muchas personas del barrio, su frutería es ya mucho más que un comercio. «Esto ya no es un negocio, es una familia, y eso no hay dinero con qué pagarlo», comenta Ana, otra de sus clientas fieles.

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