Luna de miel con buffet en la arena de la playa de Las Canteras por San Juan

Hace 22 años que la tradición de reunirse en San Juan se lleva a rajatabla en la familia de Aure Gómez. La curiosidad que les acompaña, que siempre se tienen que poner en el mismo sitio, justo en la curvita de la Playa Chica, en Las Canteras. Ahí, cada noche del 23 de junio se reúnen entre 80 y 100 personas y hacen un buffet libre. Guitarras, reencuentros y la costumbre de verse para recibir el verano. 

Este año es más especial todavía. El reloj no ha marcado las siete de la tarde, pero Aure y su reciente mujer, Bárbara Santana, ya preparan la mesa y con ayuda del sacho aplanan la arena. «Es nuestra luna de miel», exclaman como si fuera algo tan normal teniendo en cuenta el lugar y la fecha tan marcada en el calendario. «Nos casamos el sábado después de cinco años de novios, y qué mejor sitio que celebrarlo aquí, en Las Canteras, rodeados de nuestra gente y en una noche tan especial como esta», expresan ilusionados y con los ojos brillantes. Por si fuera poco, ambos han decidido acudir a la ceremonia de celebración de blanco. «Es en parte por la boda pero también como muestra de pureza», asegura Aure. 

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Entre preparativos y baños que se alargan más de lo normal, los que eligen el sitio idóneo y los que apuran sus compras. Esas que van desde las comilonas más extrañas, hasta los que apuestan por las clásicas papas arrugadas, la ensaladilla o la típica empanadilla de atún y las croquetas que con tanto amor ha hecho alguien de la familia durante una tarde entera. 

Altas temperaturas para recibir al verano

Ayer la tarde acompañó. Uno de esos días que te hace sentir que el verano ya ha llegado, y que la espera, al mirar atrás, tampoco se ha hecho tan insoportable. Con temperaturas a última hora que rondaban los 24 grados, los hubo quienes empataron un día de ensueño: el de llegar a la playa sin prisa y apurar hasta la medianoche. Todo entre baño y baño, entre trago y trago y entre risas. 

Los que montaban sus chiringuitos improvisados aprovechando el tirón de la noche, y los que en sus escaparates colgaban el cartel que dejaba bien claro a qué precio estaba el bocata y el refresco. Un paseo que conforme pasaban las horas se llenaba de cabezas, terrazas que ya empezaban a desbordarse y un ambiente cargado de felicidad y buen rollo. Personalidades de todas las nacionalidades y en el horizonte, a un par de horas, las historias de toda una multitud, destacando una luna de miel que ojalá nunca termine. 

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