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La rehabilitación de los búnkeres de El Confital aún depende de otro desalojo

De las cuatro construcciones históricas existentes en la zona solo queda una ocupada desde hace ocho meses

Las Palmas de Gran Canaria recupera el búnker histórico de La Punta de El Confital

La Provincia

Las Palmas de Gran Canaria

A pesar del desalojo que tuvo lugar este lunes en uno de los búnkeres históricos de La Punta de El Confital -que llevaba ocupado por un marinero jubilado desde hacía 10 años-, aún queda otra construcción bajo las mismas circunstancias, en este caso con dos personas que llevan ocho meses pernoctando en ella.

«Ya sabíamos que ese otro búnker estaba ocupado transitoriamente. El lunes se intentó hablar con ellos para que se marcharan y poder tapiarlo, pero se negaron a irse», detalló el concejal de Ciudad de Mar, Pedro Quevedo, quien agrega que de esta manera no se puede avanzar en la rehabilitación completa de la zona «que es patrimonio de la ciudad y con un importante valor etnográfico».

El edil señala que ahora el Consistorio se enfrenta a una situación «un poco absurda en la que unos individuos han plantado ahí cuatro sombrillas y no acabamos nunca de recuperar las cosas».

Ocho meses pernoctando en él

Isidro G. lleva ocho meses viviendo en ese último búnker, a escasos 200 metros del que fue desalojado el lunes.

Asegura que no tiene a dónde ir porque, a su vez, a él le han ocupado su casa desde hace tres años. «Vivo en Jinámar y me fui a trabajar a Tenerife. Estuve dos semanas fuera y cuando volví ya se habían metido en ella», explica. A pesar de que es consciente de que está ocupando un espacio protegido, se niega a irse: «Esto es de todos, y hasta que no nos den un lugar donde vivir, no nos iremos de aquí».

Los servicios sociales municipales conocen de su existencia. De hecho, desde el Ayuntamiento aclaran que Isidro ha faltado a dos citas con los trabajadores sociales. «Una, en febrero; la otra, el 11 de agosto, a la que tampoco se presentó». Esta semana, informaron, «vuelve a tener una nueva cita».

Él lo confirma y argumenta que no ha podido acudir a ellas a intentar solventar su situación «por problemas de salud».

Mientras tanto, el edil de Ciudad de Mar, Pedro Quevedo, aseguró que con esta nueva ocupación «no se va a tardar tanto como la anterior, ni 10 años ni uno, hay que resolverlo mucho antes», y resaltó que ya se han iniciado los trámites con el área de Seguridad municipal «quienes, a su vez, serán ellos los que soliciten la actuación de Costas a la Delegación del Gobierno».

Un espacio protegido

El paraje protegido de La Isleta cuenta desde la etapa de la II Guerra Mundial con cuatro construcciones históricas. Se trata de búnkeres que funcionaban como fuertes defensivos. Dos de ellos -interconectados entre sí- fueron recuperados en abril de 2024 por parte del Consistorio y sus accesos sellados para evitar cualquier tipo de vandalismo u ocupación.

El tercero fue recuperado este lunes con una orden judicial tras 10 años de dilaciones; y el cuarto y último de esas fortificaciones históricas es el ocupado por Isidro.

Varias sombrillas colocadas en la entrada de la fortificación. Algunas sillas, una mesa, una nevera y un carrito de bebé. «El carrito es para llevar al perro cuando tenemos que caminar mucho tiempo, para que no se le quemen las patas porque aquí pega mucho el calor».

En el interior del espacio, explica, tiene las bombonas de gas para cocinar, el colchón, y linternas para alumbrarse. Insiste en que ellos no quieren quedarse a vivir en la edificación de El Confital: «Solo quiero recuperar mi casa».

Lo cierto es que no es la primera vez que recala en la zona. «Soy de La Isleta y ya había estado aquí antes. También en el Muelle, donde estuve hasta que echaron abajo la barcaza donde dormía. Por eso vine para aquí otra vez», relata.

Isidro y su hermano se alternan para salir de El Confital a buscar comida. «Ahora mismo él ha ido a ver en los comedores sociales, y a ver qué trae. Mientras, el otro recoge aquí, o te das un baño, y así pasan los días».

Sobre el desalojo del lunes

El concejal de Ciudad de Mar visitaba ayer la zona recién desalojada donde aún continuaban las labores de limpieza. «Es una maravilla poder recuperar este espacio, importante para la ciudad».

Sobre la persona que pernoctaba en él durante una década, Quevedo destacó que «no estaba en una situación de exclusión social, estaba ocupando un espacio público de una forma absolutamente salvaje», añadió.

El edil resaltó la labor de los trabajadores de Servicios Sociales. «Durante 10 años ni se sabe las veces que vinieron a hablar con el señor. Al final resultó que ni siquiera estaba en exclusión social».

Aun así, la persona desalojada ha podido recibir ayuda municipal. «Se puede no estar en riesgo de exclusión social, y aun así recibir apoyo de los recursos alojativos, como finalmente se hizo», aclaró.

Sobre este nuevo caso de ocupación, «me temo que pasa algo parecido», lamentó.

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