La presión estética virtual dispara los peligros para los adolescentes
Expertos alertan que la tiranía de la belleza impuesta por influencers y filtros aumenta los casos de ansiedad y de Trastornos de la Conducta Alimentaria

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Que los demás les vean, que les respondan a eso que comparten y que obtengan aprobación. En definitiva, sentirse integrados. Esos son los motivos por los que los jóvenes usan las redes sociales, según un estudio elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (Fad). Este revela que cerca del 90% de los adolescentes de entre 14 y 16 años tienen un perfil en las plataformas. A lo que se suman las horas que pasan conectados: el 72,4% confiesa que mira el móvil constantemente. No obstante, la inseguridad de exponerse, el no recibir respuesta, o conseguir mensajes de rechazo, admiten que es lo que menos les gusta.
Lindsay Ramos, trabajadora social de Gull Laségue, una organización que atiende a las personas con Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), advierte del impacto negativo que tienen los estándares de belleza que navegan por las redes sociales sobre la autoestima de los adolescentes. Durante su ponencia, presentada en las Jornadas de Bienestar Juvenil que organiza el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, explicó que las redes sociales son el ocio de los jóvenes. Pero los que invierten más de tres horas en las pantallas "duplican" el riesgo de padecer afecciones mentales como la ansiedad y la depresión. "Cada vez más me llaman desde los centros educativos porque hay niños y niñas que se autolesionan", aseguró.
La asociación atiende principalmente a jóvenes (66%), de entre los cuales, el 18% son menores de edad. Ramos calificó la adolescencia como una etapa "crítica", debido a los cambios físicos, psicológicos y emociones que se dan en esta. De ahí que durante estos años los TCA aparezcan con mayor intensidad, a lo que también contribuye la tiranía de la belleza a la que se exponen diariamente.
Para estudiarla, Lindsay repasa los perfiles de las "celebridades de Internet" que consumen los jóvenes y con las que, inevitablemente, se comparan. Algunos son la TikToker LolaLolita o la instagramer Violeta Mangriñán, quien además aseguró haber vivido con anorexia.
La presión estética afecta a mujeres y a hombres
Sin embargo, los entornos digitales han venido a democratizar la presión estética que atraviesan tanto las mujeres como los hombres. Los estudios que Lindsay puso sobre la mesa demuestran que el 58,8% de las chicas afirman pensar mucho en su aspecto físico y que el 21,4% de los chicos lo hacen frecuentemente. Una inquietud que aumenta a medida que se cumplen años. "Medimos nuestra valía por nuestra imagen física", confesó la trabajadora social. A las mujeres lo que más les preocupa es su piel, sus caderas y sus muslos. A los hombres les inquieta su pelo, sus genitales y su musculatura. También advirtió de los peligros que guardan los discursos de los influencers gurús del gimnasio. Puso el ejemplo de un creador de contenido que, durante una entrevista dijo: "Mi filosofía de gimnasio es la intensidad. Sal a rastras y ya luego veremos".
Qué es la Dismorfia del selfie
Paralelamente, las plataformas sociales han propiciado la aparición de un nuevo trastorno derivado de la dismorfia corporal: la dismorfia del selfie. El Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales recoge que la dismorfia corporal es un trastorno que impide a la persona que lo padece dejar de pensar en los defectos que considera que tiene su físico. Un fenómeno similar ocurre con la dismorfia del selfie, que se relaciona con el empleo de filtros. Muchas personas se han acostumbrado a verse a través de estos, lo que ha creado en su mente la expectativa de que deberían verse así permanentemente. Así, acuden a cirujanos estéticos para que su apariencia en la vida real se asemeje con su rostro online. Este es el caso del filtro de TikTok 'Bold Glamour,' que se ha desarrollado con inteligencia artificial para cambiar rasgos faciales como los ojos o el contorno de la cara.
Comentarios en la vida real
En su discurso, Lindsay citó a la autora Seijo para explicar que la imagen que cada persona tiene de sí misma no es innata, sino que depende de la propia experiencia y de la imagen proyectada que es percibida por los demás. "Todo lo que nos han dicho que somos y cómo nos han dicho que somos se vincula a nuestra imagen", recalcó. En esta línea, advirtió que a esa exigencia corporal también influyen los comentarios que se reciben en el mundo real. Lindsay lo ejemplificó con el caso de una influencer que confesó que la primera persona que le llamó gorda fue su abuela. "Son comentarios que se dicen inconscientemente sin tener en cuenta las implicaciones que pueden llegar a tener", recalcó.
Soluciones
Para encontrar una solución, la experta recomendó escuchar la realidad de los chicos y chicas sin juzgarles para luego informarles sobre los riesgos de Internet. Además, insistió en la importancia de evitar hacer comentarios sobre los cuerpos, así como de erradicar los estigmas hacia los cuerpos. "Si nosotros como adultos reproducimos estos comportamientos, los jóvenes también los heredarán", sentenció.
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